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Gwendolyn Blake

El verano comenzaba a ser más notorio y eso no le gustaba a Finney, solía pensar que el calor lo ponía de mal humor o que le daba dolor de cabeza pero en realidad le recordaba a su madre. A ella le encantaba el verano y todo lo que esté relacionado con tal estación.

Ese día los hermanos Blake se habían despertado más temprano de lo normal y a consecuencia su padre les pidió irse de casa antes.

John Blake era un hombre de cabello negro y barba un poco larga del mismo color, siempre caminaba con el ceño fruncido por dónde sea que vaya y su estado anímico no era el mejor. Tenía la mala costumbre de tomar hasta el punto de quedarse dormido y llegar tarde al trabajo. Era así desde la muerte de Alisson y ni siquiera la presencia de sus hijos había logrado que intentará cambiar todos esos malos hábitos.

Si sus hijos llegaban a hacer algo que lo disgustara el hombre solía castigarlos, desde verbalmente hasta golpes.

John Blake se había convertido en un monstruo a los ojos de sus hijos.

Ambos niños intentaban hacer todo lo posible para no disgustar a su padre, pero había ciertas cosas que no podían prever, cómo la vez en la que la policía fue a la escuela preguntando a Gwen de dónde y cómo sacó información sobre los casos sin siquiera estar relacionada a la víctimas. Al siguiente día terminó con moretones en el cuerpo por los golpes que había recibido gracias al cinturón de su padre.

La menor movió su cabeza en un intento de olvidar lo que le había sucedido hacía una semana. Miraba hacia sus costados en busca de Valeria o a Robin, pero solo encontraba a personas de las cuales nunca supo sus nombres.

Pese a que en ese momento los pasillos escolares no estaban con mucha circulación, si había suficientes personas para que a Gwen le resultará extraño el inmenso silencio en el corredor.

Miró hacía el grupo de niñas que hablaban animadamente al lado de un póster de “Se Busca” de Jacob Will.

En la escuela todos seguían viviendo como si no hubieran secuestrado a nadie, y si Gwen odiaba a algo más que a los malos ratos que le hacía vivir su padre, eran a los hipócritas que fingían que nada pasaba dentro de su pueblo, dónde cada vez faltaban más niños en las calles y dónde la policía parecía que prefería jugar a las cartas en vez de salir a las calles. La de ojos azules pensaba que talvez era el hecho de que ella viviese con sueños recurrentes de esos desaparecidos era la razón por la que sentía tanta impotencia ante la situación, sentía como si fuera la pieza de un rompecabezas, que era la pieza que estaba debajo de las instrucciones del juego para que nadie la encontrará, ni siquiera ella sabía si era parte de ese rompecabezas en específico, podría existir la posibilidad de que no tuviera un rompecabezas al que pertenecer.

Quería pensar que había algún lugar al que pertenecer, un lugar donde no la mirarían raro por ver cosas que no debería porque saber, encontrar un lugar seguro era lo que quería.

𝗦𝗨𝗥𝗩𝗜𝗩𝗘; the black phoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora