1980

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1980

Valeria De Lucca

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Valeria De Lucca

La noche llevaba asentada en el pueblo del norte de Denver desde hacía horas. Sin embargo, eso no impedía que el plan de Finney no fuera llevado a cabo, de hecho, lo convertía en algo mas emocionante aun.

Valeria había tomado una mochila con unas cosas adentro y salió a hurtadillas de su casa, para así no despertar a sus hermanos, quienes se habían quedado dormidos en el sofá de la sala principal de la casa de su tío, cubiertos de papeles de estudio, para un examen de ingreso a la universidad. Apenas cerró la puerta cuidadosamente a su paso, empezó a correr lo más rápido posible en dirección al restaurante del señor Yamada.

Pasó entre las calles que eran iluminadas únicamente por los focos que ayudaban a ver el camino, la mayoría de las casas parecían estar dormidas junto a sus habitantes, sin embargo, al pasar por la antigua casa de Robin pudo ver que las luces seguían encendidas.

Salía y se volvía a esconder entre las sombras que se formaban en el medio de una de las calles principales del pueblo. Desde la muerte del raptor, caminar de noche se había vuelto parte de su rutina.

Cuando llegó a la esquina del restaurante, se detuvo para colarse por la puerta de madera que daba a un pequeño jardín junto al depósito de la casa de Bruce.

Un sonido metálico de una puerta arrastrándose por el piso resonó en todo el jardín.

—Silencio, Bruce —regaño la pelinegra, mientras el recién mencionado cerraba la puerta con cuidado.

El chico hizo un gesto con las manos disculpándose, y acto seguido ambos se escabulleron en dirección a la parte trasera del depósito, que se encontraba en la parte mas profunfa del jardin. Tanto la bicicleta de Valeria como la de Bruce se encontraban estacionadas en la pared de atrás del depósito y con cautela, las sacaron de su lugar, para llevarselas a la calle.

Habían logrado no hacer mucho ruido, pero cuando ya estaban por salir del jardín por la puerta de madera que daba a la calle, el sonido metálico de la puerta de la casa de los Yamada resonó nuevamente en todo el jardín. Una niña con rasgos parecidos a los de Bruce se asomó por la puerta restregándose los ojos con ambas manos y un rostro somnoliento, murmuró una frase que De Lucca no pudo comprender.

La italiana le indicó al chico que saliera a la calle, y Bruce, sin poder rechistar para no despertar a nadie más, accedió.

Por su lado, Valeria dejó su bicicleta en el suelo y se acercó con pasos suaves hacia donde Amy. La menor, al notarla, susurró un saludo entre un bostezo.

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⏰ Última actualización: May 15, 2024 ⏰

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