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«Terribles consecuencias»

Narrador omnisciente

Después de que la joven Ném quedara inconsciente, los soldados la llevaron a uno de los camiones que portaban a sus amigos.

Encendieron los camiones y emprendieron viaje al Reino.

El reino dónde proviene la verdad.

(...)

Ném

Estábamos jugando en la arena, todos reíamos y nos deslizábamos en la colina.

Éramos niños, nadie sabía que íbamos a ser héroes y algunos villanos.

El rubio de pelo rizado era el más alto y se miraba más grande en edad era el primero en deslizarse con una tabla de madera por la colina. Cuando volvió a subir, dejó la tabla frente a mi y me tomó de la mano con delicadeza, empujándome ligeramente hacia enfrente pero luego el niño castaño, sin nada de cuidado, me empujó hacia la colina impacientemente, haciéndome rodar peligrosamente por la colina.

Cuando caí al final, la arena estaba suelta, por ello, me hundí y me ensucié desde los pies hasta el pelo de arena. Mi expresión era completamente de pasmo, todavía sin reaccionar.

El castaño se echó a reír por mi torpeza, pero el rubio le dio una mirada severa que me asustó hasta a mí y lo obligó a seguirlo para que ambos fueron a recogerme de entre la arena.

El rubio me ayudó a levantarme y a quitarme toda la arena de encima. Por lo que parecía, los tres éramos muy cercanos, ya que cada gesto era muy familiar o de confianza.

—¿Estás bien?— preguntó con preocupación.

Asentí con la cabeza y el rubio hizo un gesto de alivio, luego se giró hacia el castaño con las cejas fruncidas. El chico no se inmutó al ver la severidad en el rostro del rubio.

—¡Levon! ¡La pudiste lastimar!— le gritó.

El castaño que se llamaba Levon, puso los ojos en blanco. El rostro del rubio era bastante intimidante, además de su altura pero el chico era sorprendentemente valiente como para levantar la barbilla frente al mayor.

—Ya relájate, Ares— dijo con indiferencia.

Su actitud me molestó. Me miraba con gracia, como si yo fuera solamente un chiste y tenía un aura de superioridad. Cuando sonrió de manera egocéntrica, juré que esa sonrisa ya la había visto antes.

Yo sentí rabia ante la actitud de Levon y lo empujé con fuerza hacia el suelo, haciéndolo caer de manera muy graciosa. El rubio, llamado Ares se echó a reír al ver la cara de sorpresa de Levon, definitivamente no se esperaba que yo hiciera eso y yo me uní a él.

El chico me lanzó una mirada asesina y levanté la barbilla, sonriente.

—No es gracioso— gruñó.

—Para mí lo es— respondí con diversión.,

—Tú no cuentas— dijo entornando los ojos.

Apreté la mandíbula cuando lo dijo. En ese momento no medí mis palabras y respondí sin pensar.

—Como tú no cuentas entre los nobles.

Su rostro pasó a volverse una expresión de dolor y era más que notorio que le había herido que dijera eso, al ver su rostro me arrepentí al instante.

Los Nobles: Paralelo  © ✔ [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora