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«La total y pura verdad ¿Estás listo/a?»

Ném

Abrí los ojos de golpe al sentir esa oleada de poder fluir en mis venas, exactamente igual que la primera vez que recordé algo de Matt, excepto que esta vez era diferente.

Esta vez recordé todo.

Absolutamente todo.

Incluso, el porqué Matt apareció en el jardín de esa mansión.

En mis ojos se proyectó esa imagen reciente pero tan escondida:

Estaba caminando por los pasillos del palacio, pensando en la razón de la huida de Levon. Por fin habría paz en el castillo, lo cual era algo que me alegraba saber, pero igual me sentía un poco extrañada que solo haya desaparecido sin dejar una explicación o siquiera una carta, algo debió sucederle, porque suele estar en problemas todo el tiempo y siempre logra zafarse del asunto.

Ése castaño egocéntrico lo conozco muy bien a pesar de que lo odio tanto.

Mis pensamientos se cortaron al instante en que escuché unas voces cerca. Detuve mi caminata y puse atención de donde venían. Las voces eran masculinas y provenían de la esquina izquierda doblando el pasillo que estaba recorriendo.

Modo chismosa activado

Me acerqué con cautela para escuchar la conversación, como si estuviera en una película de espías, de todos modos no tenía mejor cosa que hacer.

—...no puedo creer que se nos haya salido de las manos!— gritó una voz.

Reconocí esa voz al instante. Era la voz de mi hermano Ares; si él había alzado la voz, significa que estaba muy enojado, Ares no suele hacer eso, siempre mantiene la calma en las peores situaciones entonces..., ¿Qué lo tenía así de preocupado?

Me incliné un poco para ver con quién estaba hablando, esforzándome para que no me vieran. Me relajé cuando vi que ambos estaban de espaldas y no podían verme.

—Se supone que habías contratado a buenos mercenarios— respondió, apretando los puños.

—Y así fue, pero aún así logró huir— respondió la voz que era de Marco.

Marco era el teniente de la mayor parte de nuestro ejército. Se había vuelto un gran amigo de mi hermano e incluso mío, era alguien muy amable y siempre contagiaba su paz, pero su voz no sonaba tan pasiva como siempre.

—No podemos dejar que él sepa nuestro plan— murmuró mi hermano, rascándose la nuca —Si llegara a contarle a mi padre que quiero asesinarlo, habrá menos posibilidades de que eso pase.

Sin querer, solté un grito ahogado que provocó un eco en el lugar, haciéndolos darse la vuelta con el ceño fruncido. Abrí los ojos al límite al darme cuenta que había sido descubierta pero mi temor seguía estando en lo que acababa de decir mi querido hermano.

—¿Pero qué...? ¡No deberías estar aquí!— Marco soltó, sin poder creerse que yo estaba espiando su conversación.

Lo ignoré por completo y alcé la vista a los ojos de mi hermano. No eran los que conocía, estaban llenos de rabia y deseo de venganza, algo que me aterró al instante.

—¿T-tú quieres matar a papá?— me atreví a preguntar. Quería que me lo dijera en la cara.

No lo vi inmutarse en ningún momento, alzó la barbilla y asintió.

—Así es.

Eso fue suficiente para desatar mi terror por completo. Mis pies actuaron antes que mi cabeza y comencé a correr hacia la dirección contraria de donde estaban. Corrí lo más rápido posible a pesar de escuchar como Marco y Ares me gritaban que me detuviera. En mi campo de visión había una maceta, cuando pasé frente a ella, la empujé para darles un obstáculo y así lograr escapar pero mi hermano la pasó de un salto.

Tragué saliva con dificultad.

Con el corazón en la garganta, no me detuve ningún momento a descansar, sobre todo cuando sentí que me estaban pisando los talones. Eran más grandes que yo y más capacitados, yo solo era una simple princesa y nunca recibí entrenamientos militares como ellos los recibieron.

—¡¡Ném, detente ahora mismo!!— gritó mi hermano detrás de mi. Debido a la velocidad, el viento empujaba su cabello dorado hacia atrás, marcando las facciones de su rostro que estaban contraídas por el enojo.

Desobedecí su mandato muy aterrador.

Por mirar hacia atrás, no me percaté de que había una esquina que doblar y ya estábamos cerca, intenté girar hacia la derecha pero aún así me desequilibré. Mi hombro chocó fuertemente con la pared y los chicos a mis espaldas chocaron segundos después, mi hermano intentó tomarme de la ropa, provocando que mis nervios aumentaran pero, aún así no dejé de correr.

El hecho de que comenzara a ponerse el sol no ayudaba mucho, en algunos lugares había oscuridad y eso me hacía sentir que estaba en una película de terror.

Comencé a hiperventilar y mi respiración estaba demasiado agitada como para seguir corriendo, así que inconscientemente comencé a bajar la velocidad a pesar de que estaba dándolo todo para no hacerlo. Mi velocidad comenzó a disminuir lo que me provocó estragos en el estómago. Los latidos de mi corazón retumbaban sobre mis oídos mientras la conversación de Marco y Ares se repetía en mi cabeza.

Una mano me sostuvo del brazo con mucha fuerza, obligándome a retroceder. Debido a mis dos pies muy torpes, me enrede en ellos y caí sentada sobre el suelo de cuarzo, un latigazo de dolor se extendió sobre mi espalda pero aún así, con la adrenalina en las venas, me arrastré hacia atrás mientras ellos intentaban alcanzarme. No pude seguir huyendo porque una pared me hizo detenerme.

Estaba acorralada. No había salida, los peores escenarios pasaron por mi mente y no me importó que estuviera hablando de mi hermano y su amigo porque, parecía que no los conocía.

Apreté los ojos cuando sentí como unas manos me tomaron del cuello de mi blusa y me pusieron de puntillas, en mi intentó de forcejear solo provoqué un gruñido de parte de él.

Ares me miraba con el rostro sombrío y podía notar como estaba cegado por su ira.

—¿No te enseñaron que no debes escuchar conversaciones ajenas?— Marco preguntó con diversión. —Ya tenemos a dos chismosos de cuales ocuparnos.

Mi respiración agitada y algunos chillidos que soltaba eran lo único que resonaba por el pasillo oscuro en el que estábamos. Ares me analizaba con la mirada, como si decidiera entre si me mataba o me tomaba como rehén.

—¿Piensas matarla?— preguntó Marco.

La idea de que eso pasara, provocó un escalofrío por todo mi cuerpo.

Ares negó con la cabeza, sin dejar de mirarme.

—Tengo una idea mejor— susurró sobre mi cara.

Me dejó en el suelo de nuevo y me esforcé por mantenerme de pie, aunque mis piernas estuvieran temblando.

Entonces Ares alzó sus dos dedos índices, puso uno en cada sien de mi cabeza y cerró los ojos, frunciendo las cejas.

Ahí fue cuando pasó.

Ares me había borrado la memoria.

Los Nobles: Paralelo  © ✔ [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora