Black Swan. (BTS).

14.

Taehyung POV.

— ¿¡Este es todo el dinero que trajiste!? —exclamó casi gritándome, arrojando los billetes a mi rostro.

— Es todo lo que pude conseguir, Chanyeol —respondí, observando los billetes esparcidos en el suelo, conteniendo la impotencia y las lágrimas—. Estoy exhausto de cumplir todas tus exigencias y aun así no es suficiente.

Chanyeol me agarró bruscamente de la barbilla, obligándome a mirarlo a los ojos. Antes, esos ojos oscuros brillaban con encanto, ahora me parecían repulsivos. Desagradables, lo odio.

Te odio.

— Tú nunca serás suficiente, ni para mí, ni para nadie. Jamás ¿lo entiendes, Taehyung? —asentí— Ahora, —dijo con sarcasmo, sonriendo mientras me abofeteaba levemente, a son de juego—. recoge este dinero del suelo y dámelo.

Le lancé una mirada cargada de rabia y me arrodillé para recoger el dinero. Mis pensamientos se perdían mientras lo hacía, en algún rincón de mi mente. Se lo dí, escuchando luego sus pasos alejándose y el portazo al cerrar la puerta. Por fin, podía descansar de él.

Defenderme era inútil. Aunque lo había intentado, siempre terminaba igual. Me sentía inútil, extrañando a mi madre y el hogar que una vez conocí. Del que alguna vez, fui parte. Extraño mi libertad, y lo bien que era vivir sin el miedo constante a ser lastimado. Pero hace un año, Chanyeol había tomado un préstamo a mi nombre, tendiéndome una trampa. Ahora me sentía vigilado y presionado constantemente. Podrían matarme o... podría terminar en la cárcel. Ambas opciones me llenaban de un temor indescriptible. Sin embargo, aún tenía un refugio, una pasión que me permitía olvidar por unos momentos todo el caos y la insoportable presencia de Chanyeol todos los días;

Mi saxofón.

Llegué a Red Star y entré al camerino, observando mis ojeras marcadas en el espejo. Intenté peinar mi cabello con la mano cuando escuché a Hwasa pasar por la puerta entreabierta.

— ¡Hwasa! —casi grité, sonriendo luego algo nervioso— ¿Puedes hacerme un favor? —le pedí con un puchero—. Quiero verme... Lindo ¿me maquillas?

Ella sonrió y se acercó, tomando los productos de maquillaje.

— Es raro que me lo pidas a mí, Taetae. Siempre sueles hacerlo tú mismo.

— Hoy necesito tu ayuda —reí.

— Está bien, por una vez te complaceré. Siempre quise hacer algo especial por ti —dijo mientras me maquillaba.

Quería lucir lo mejor posible para Jungkook. Solo pensar en él aceleraba mi corazón. Deseaba que pasaran los minutos cuando antes solo para verlo.

— Parece que no necesitarás rubor —bromeó, deteniéndose unos instantes para admirar su trabajo. Me miré en el espejo y reí junto a ella.

— Parece que no —respondí, mordiéndome el labio inferior.

(♡).

Jungkook POV.

Estacioné mi auto en el privado de Red Star y consulté la hora en mi teléfono antes de bajar y adentrarme en el club. Las luces tenues y el ambiente refinado me sumieron en una relajación instantánea. Me dirigí hacia una mesa cerca del escenario y me senté, observando a Taehyung mientras tocaba el saxofón. Había llegado un poco tarde, justo a tiempo para el aplauso que seguía a su magnífica actuación. Miré alrededor, notando la admiración en los ojos de la gente que había venido a escucharlo. Y más que eso, Taehyung era increíblemente hermoso.

Demasiado, hermoso.

— Buenas noches, damas y caballeros. Queridos invitados de Red Star. Esta noche es especial, gracias a la presencia de cada uno de ustedes —anunció el presentador, recibiendo aplausos—. Con ustedes, Park Sang Chul.

Un nuevo artista subió al escenario, importante y admirado por su discografía, que personalmente me gustaba. Aunque, Taehyung me gustaba aún más.

Lo vi detenerse en la entrada, observando detenidamente la sala. Sabía que me buscaba, así que me levanté y fui hacia él.

— Kim Tae-hyung —sonreí, sintiendo un nudo en la garganta al ver cómo se iluminaban sus ojos al encontrarse con los míos.

Maldita sea, tenía una mirada que cada vez me volvía más loco.

— Jeon Jung-Kook —me saludó, sus mejillas coloreándose.

— ¿Qué te parece si nos largamos de aquí? —miré alrededor—. Quiero que esta noche sea solo para nosotros —sonreí—. Digo, no pienses mal, solo quiero conocerte mejor, ¿recuerdas?

Él soltó una risa contagiosa, asintiendo levemente.

— Claro que lo recuerdo —cambió el estuche del saxofón de mano—. Pero solo iré si prometes no conducir como un loco.

— Esta vez irás conmigo —reí—. Tal vez arrasemos con alguien en el camino —encogí los hombros—, pero al menos no serás tú esta vez.

Rodó los ojos y se adelantó hacia mi auto. Lo seguí, con las manos en los bolsillos.

— Reconozco tu auto —sonrió al acercarse—, y admito que realmente lo odio.

Hizo un puchero.

— ¿En serio? Pero si es un amor.

Me dió una mirada culposa y luego reímos al mismo tiempo.

— Ya qué, ¿A dónde vamos? —preguntó curioso.

— A un lugar tranquilo, creo que te gustará.

Le abrí la puerta del copiloto y, cuando se sentó, di la vuelta para ocupar mi lugar al volante y empezar a conducir.

Arikook—🌷🩷.