16- Fede: Deja vu

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- ¡Cuñada! -grita Javi desde la mesa principal, donde estamos todos los adultos, a la de los niños, donde claro está sentada Pau.

- ¿Qué?

- ¿Cuándo mi mujer llegue a tu edad va a vivir con el pelo todo mal peinado como vos? -pregunta serio, reteniendo una sonrisa al bajar la cabeza para cortar un pedazo de carne- Digo, para saber a qué atenerme.

- Primero, tu mujer ya casi tiene mi edad -gira para verlo entrecerrando los ojos- Segundo, ¡vos no entendes nada! la colita mal echa con mechones al aire está de moda -ríen al tiempo a carcajadas.

- ¿Y la moda cuánto dura? Porque desde que te conozco que vivis despeinada -abre la boca con una ronca carcajada, esa que le sale cuando está relajado, mientras ella intenta arrojarle una pelotita de papel que termina en mi cabeza por su mala puntería.

- Sorry -dice levantando la mano con voz tímida y cortante, volviendo a la comida de uno de los mellis, dejándome inquieto por la manera en la que me esquiva, otra vez, y no sólo ahora sino desde que llegué. Gracias que me saludo con un choque de puños y creo que eso fue únicamente porque estaba con Sonia.

Alzó la cabeza perdiendo la vista en lo que tengo frente a mí, a unos pocos metros, mientras que entre sueltas carcajadas trato de ganarle a una pequeña que es más competitiva, desconfiada y quejosa que yo. Es uno más de ellos. Sentada con las piernas cruzadas como indios, los codos presionando las rodillas sosteniendo entre las palmas de sus manos su mentón, totalmente hipnotizada en lo que sucede en Toy Story y sus personajes. Una idiota sonrisa se explaya de oreja a oreja en mi rostro ante la imagen de este inesperado viernes por la noche. <<Nunca hubiera pensado que toda está combinación sería posible. Sólo falta que se arme la fiesta y cartón lleno>>.

Asado. Vino. Amigos. Familia. Niños. Risas. Anécdotas. Juegos. Una niña más...

Cambios extraños que hay en mí...Y no hay duda alguna...Cambios extraños que hay en mí... Escucho desviando mi atención a la televisión donde están pasando la peli que tiene embobados a estos tres. Me detengo en unos intensos ojos oscuros que me buscan a la distancia.

Sonrío ante su dulce y cohibida sonrisa, y en su mirada vuelvo a ver esos destellos de complicidad que tanto extraño. Esos que parecieran siempre entenderme y alentarme a ser yo, sin ataduras, sin límites, con sombras (como suele decir ella), esos que me aceptan sin pedir nada a cambio o por lo menos así era antes de cagarla. Esos a través de los cuales parecemos entendernos sin decir nada, aunque en realidad creo que es el resultado de esos pequeños instantes que nos encuentran en las noches o de las sartas de tonterías y memes que hacen que conozcas a alguien por medio de los detalles, los mimos que pueden colarse en tu vida y tu mente sin darte cuenta.

- ¡Mamá! -exclama Anto haciendo puchero con la boca y arrugando la frente cuando Pau se acerca a nosotros. <<Esta enana es una mini Pau con pelo corto, físicamente, porque el carácter puede decir que es el complemento de la madre>>.

- ¿Qué pasó mi amor? -su voz suave y cariñosa mientras le acaricia el pelo transmite mucha tranquilidad.

- Me gano otra vez. ¡No vale! -se cruza de brazos- ¿Por qué él es tan bueno? Juga con nosotros así te puedo ganar ¿Si? -parpadea rápido haciéndole ojitos de pobrecita.

- ¡Ey! Yo también soy buena -pone voz de reprimenda, como si se hubiera ofendido.

- No mami -su carita se pone seria- Lo siento, pero yo siempre te gano. Pero veni, juga con nosotros que te enseñamos -afirma con firmeza y suavidad tironeando de la muñeca de Pau para que se siente.

Su actitud es divertida, relajada... alegre. Se acopla perfectamente a la pizpireta, curiosa e introvertida de su hija al tiempo que se complotan para que las fichas verdes no puedan entrar a las casillas finales por las amarillas de Pau que están justo deteniendo el avance de mis pequeños soldados. Entonces el dado marca un uno y la última reina azul, como las llama Antonella, da un paso para coronarse como la ganadora de esta ronda. ¡Woooooo! Grita saltando con los pies juntos y los brazos de arriba a abajo como si fuera una porrista alentando a su equipo.

Hasta VOLVERNOS a ENCONTRARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora