33- Pau, Quiero decirte

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<<Siento por dentro que algo está por explotar. Me quema. No quiero quedarme. No quiero pasar el límite ¿o si?. Quiero dejarme llevar por esos labios que no dejo de imaginar recorriendo cada parte de mi cuerpo desde hace semanas atrás. No quiero pensar. ¡Yet, quiero dejar de pensar! y sentirlo en cada parte de mi ser.>>.

Entre besos, manoseos, gemidos y risas llegamos a la habitación que Fede ya tenía reservada para pasar la noche, lo sé porque la reservamos con Flor cuando confirmamos todo el evento. Él intenta sacar la llave y yo lo rodeo por detrás, colocando mis manos por debajo de su camisa para admirar bajo mi tacto esos abdominales que se le empiezan a marcar cada vez más producto de los intensos entrenamientos que está teniendo. Apoyando mi pecho sobre su espalda aprovechó para darle roces de besos en el cuello, exitandome con cada gemido que intenta silenciar al tiempo que pelea con la puerta que no se abre. En cuanto entramos, me acorrala contra la puerta, sin darme tregua ni respiro, hasta que... se detiene.

Da un pequeño paso hacia atrás. El celeste de sus ojos se pierde en la oscuridad de los pequeños rayos grises. Su mirada intensa y fogosa se posa directo en mis labios que ansiosos claman por él, para ir subiendo despacio hasta encontrarse con la mía.

<<¿Por qué se frena?>>.

Su grande y fuerte mano me acaricia el cuello, la nuca y la mejilla en un delicado movimiento que me hace cerrar los ojos de placer, <<¡Que mierda, si apenas me esta tocando!>>. Su pulgar recorre mi mandíbula hasta llegar a mi boca y su otra mano roza mi piel subiendo y bajando por mi brazo.

Siento su frente contra la mía y ambas manos rodeándome el cuello sutilmente, <<me fascina que haga eso>>. Sus labios tientan los míos tan lentamente que puedo percibir su sabor mezclado con el amargor ligero y seco de la cerveza. Me estrecha de nuevo contra su cuerpo sin soltar mi nuca pero deteniéndose en cada movimiento de este profundo, delicado y a la vez intenso beso, uno que me enciende como jamás nunca nadie lo ha hecho. <<Y eso que todavía no empezó la acción>>.

Sus manos se colocaron por debajo de mi remera para desplazarla al suelo en menos de dos segundos. Las yemas de sus dedos comenzaron a trazar una camino de caricias que partieron desde mi cintura hasta llegar a mi pecho, mientras su boca trazaba un camino de besos arrancando por mi hombro, subiendo por mi cuello y terminando en mi oreja. <<Mierda>>. Jamás en mis treinta y seis años creí que alguien me podría llevar a este nivel de excitación con un gesto tan simple. <<Jamás nadie te llevó a esta excitación, bonita>>.

- Me volves loco, bonita -gruño en mi oído, con la respiración entrecortada y acelerada, mordisqueando luego el lóbulo izquierdo de mi oreja... llevando a mi sexo a reclamarlo con urgencia sin niquiera haber pasado de la puerta.

La piel me arde, mi cuerpo está en llamas y la montaña rusa de sensaciones que me recorre de pies a cabeza no tiene explicación alguna dentro de lo conocido para mí. Gimo sin poder contenerme sobre su boca que no deja de desafiarme al notar su pecho desnudo contra el mío, su excitación contra mi sexo. Noto su sonrisa socarrona sobre la mía.

Sus manos, sus trayectos, su boca, sus labios, su lengua... se mueven como olas meciéndose entre movimientos suaves y cálidos a frenéticos, fogosos, desenfrenados. <<Me está enloqueciendo y yo quiero dejarme llevar>>.

Abrí los ojos tras un gemido que sentí que me hacía volar y me encontré con la oscura noche reflejada en su mirada. Me devolvió una sonrisa traviesa, desafiante y socarrona que me inundó el cuerpo de un electrizante fuego. <<Estoy nerviosa, excitada y al borde de la locura.>>. Lo deseo más de lo que podía haber imaginado. Lo quiero todo de él, tanto que me aterra.

Entonces sus labios comenzaron a recorrer mis labios, bajaron hasta mi clavícula, siguieron por mi cuello, escote y se instalaron en mis pechos haciendo que su magistral boca me hiciera perder en el mismísimo infierno del placer. Haciendo que mi mundo desapareciera para simplemente perder el control y dejarme llevar a dónde él quisiera, siempre y cuando no dejará de besarme...

Hasta VOLVERNOS a ENCONTRARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora