Hasta VOLVERNOS a ENCONTRAR

38- Ellos, Procura no acercarte mas

Un manto inmenso de pequeños brillitos se extiende sobre las sombras de las montañitas que suben y bajan. El resplandor de pocas luces, quizás de alguna casa o de los autos que pasan por la carretera, las iluminan tenuemente cada tanto. El silencio de la noche resulta ser una melodía de calma, de paz, de esperanza para todo el caos que vibra por cada uno de ellos, para todas las palabras que hace mucho tiempo no encuentran destino porque decidieron que no eran tan importantes como para decirlas.

Sentados en el escalón que da entre la galería y el extenso jardín verde. Uno al lado del otro, tan cerca pero tan lejos. Con la noche veraniega de las sierras de Córdoba, pero un frío que parece que nace del témpano que nace entre ellos.

- ¿Todavía tenes el departamento en Carlos Paz?

- Si.

- ¡¿Por qué?! -exclama Pau frunciendo el ceño sorprendida.

No esperaba esa respuesta, de hecho lo había preguntado sólo para sacar conversación, para intentar calmar las aguas que hace día estaban demasiado agitadas, tanto que todo se sentía como un enorme tsunami.

- Supongo que soy demasiado ambicioso -dijo Fede bajito, dando un largo suspiro y perdiendo la mirada en el horizonte que se dibujaba entre las sierras y las estrellas.

- No quise...-afirmó dubitativa, suavizando el tono de su voz- Estando tan cerca de la ciudad podrías vivir tranquilamente acá ¿por qué no hacerlo?

- ¿Cómo sabes que no vivo acá? -giró la cabeza hacia ella.

- No lo sé -giró hacia él chocando con su mirada- Intuición.

- Intuición -repitió Fede en un susurro, bajando la cabeza- Supongo...-se detuvo debatiéndose por dentro sobre los verdaderos motivos por lo cuales no se había instalado hasta ese momento en aquella casa que era un sueño- que en la semana con la empresa, el club, las salidas es más fácil estar allá. Además digamos que casi no estoy, así que no lo disfrutaría.

- Claro.

- ¡¿Qué?!

- Nada -dijo abriendo los ojos y levantando los hombros, dando a entender que no tenía nada para decir aunque por dentro estaba conteniendo un arsenal de preguntas y frases que saltaban en su cabeza, algunas como: <<Claro, es más rápido para llegar a la cama>> o <<Claro, es más sencillo para tu cita se vaya de tu casa después de la acción>>.

- Largalo, Paula -le exigió de manera burlona.

- ¿A qué?

- A todas esas preguntas y comentarios sarcásticos que estoy seguro que te están comiendo la cabeza -mencionó con voz serena para luego echarse a reír imaginando el esfuerzo que seguramente estaba haciendo Paula para no decir nada.

- ¿Quién dice que tengo preguntas? -contestó altanera.

- Yo -sonrió ampliamente disfrutando poder nuevamente hacer algo para molestarla- Y los muchos meses que me sacaste de quicio con las millones de preguntas que tenes para todo -sonrío entre la alegría de recordar aquellas épocas y la nostalgia de saber lo lejos que estaban.

- ¿Y a vos quién te dijo que no cambie?

- Te eche de menos -se escuchó muy bajito, en un suspiro que encerraba anhelo y melancolía, sin darse cuenta que ese pensamiento que se repetía hace días en su cabeza estaba saliendo a la luz.

Ella se mantuvo en silencio con la vista contemplando las diminutas lucecitas que brillaban en el oscuro cielo. Pau llevaba meses sin pensar en lo mucho que extrañaba sus ocurrencias, su reto constante, sus arranques infantiles e incluso ese egoísmo que escondía el miedo a mostrarse y ser traicionado. Quería decirle lo mucho que extrañaba las madrugadas de charlas y risas. Sin embargo, al mismo tiempo por sus recuerdos se colaban sus duras palabras, sus verdades sin escrúpulos, su severa mirada, sus mentiras. Sentía una inmensa contradicción entre amor y odio que no podía ni quería explicar, pero en la cual llevaba ya demasiados meses sumergida. Hace semanas se había dispuesto a no hacerlo, a no analizar ninguna emoción que estuviera referida a él, pero ahora se encontraba de frente con un susurro que jamás creyó escuchar de su boca. Su silencio se prolongó por un largo tiempo hasta que finalmente habló.