24- Fede, Hasta ese día

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Entre por las puertas traseras que conectan el taller de motos con el garage de camiones de Food's en busca de un respiro. Desde lejos podía distinguir la gruesa voz de Gabriel, la característica carcajada de Javi y la risa abierta de Pau con el fondo de una melodía, sonando similar a la de un vals entre violines.

Llegué donde estaban todos. No pude evitar quedar alucinado ante la escena mientras me apoyaba en uno de los camiones con una inmensurable sensación de alegría.

Javi esta despatarrado en uno de los sillones que tiene el taller riendo a carcajadas, supongo que por la imagen que despierta estar viendo como Gabriel, un ser de apariencia dura, robusta y fuerte, baila a los pasos de un vals de fiesta de 15 años con una Paula que no le llega ni a los hombros, con una contextura que es todo lo contrario a él: flaquita, chiquita y <<dulce>>. No sé cómo lo habrá convencido, pero lo que no se puede negar es que verla bailar esa canción entre sonrisas me causa unas ganas terribles de protegerla, de que sea a mí a quién mire con esa complicidad que hace días atrás miraba a Mike.

- Algún día voy a bailar esta canción en mi boda -la voz suave y risueña de Pau me saca de mis estúpidos pensamientos.

- ¿Eso va a ser antes o después de viajar por el mundo? -pregunté al acercarme adonde estaban bailando, buscando su cómplice mirada.

- Eso va a ser cuando encuentre al amor verdadero -respondió con un tono irónico, una amplia sonrisa y una mirada pícara y vivaz.

- ¿Qué se traen ustedes entre manos? -saltó curioso Javi a la vez que chocamos los puños.

- Tu cuñada que es una enamorada del amor y yo que según ella soy el diablo -esquive la pregunta- No entiendo cómo puede pensar en volver a casarse.

- Ni yo que estes tan negado a comprometerte con alguien de verdad -gritó sin dejar de bailar, levantando la cabeza altanera.

Quede inmovil. Tildado viendo como se mueve tan suave y angelical mientras, por algún motivo que no entiendo, prestó atención a la letra de la canción.

...Hasta que pierda el color de mi pelo
Y que los niños nos digan abuelos
Cuando mis piernas no puedan andar
Hasta ese día me voy a quedar
Cuando los años nos pinten las manos
Que el 2020 se vuelva lejano
Cuando mi pulso se quiera apagar
Hasta ese día me voy a quedar...

- ¿Bailamos? -sonreí de lado tendiendole la mano cuando Gabi se hace a un lado.

Pau me devuelve una sonrisa de aprobación, posa una mano sobre mi hombro y la otra sujeta la mía con firmeza y suavidad. Tiene un brillo en su mirada que me deslumbra, no puedo alejar mis ojos de los de ella mientras nos balanceamos al compás de la música.

- ¿Ya sabes desde dónde vas a escribir tu próxima novela? -murmuré.

- ¿Vos ya tenes cancha para volver a entrenar? -sonríe con un aire de picardía <<que me vuelve loco>>, sacudí la cabeza al tiempo que Gabi carraspeó la garganta y Javi pregunto que cuchicheavamos- Que estamos todos muy de casorio pero al lado las cosas no se hacen solas.

Nos soltamos uniéndonos al resto para continuar un debate abierto entre casarse o no, cometer o no de nuevo el mismo error, las ventajas y contradicciones de gastar tanto dinero en algo que no es para toda la vida o gastar esa misma plata en disfrutar la vida. Más que claro está que lado define a Paula y cuál al mio.

Entre risas, enojos, cargadas e ironías la mañana pasó invadiendo mi cuerpo de una energía desbordante, de una adrenalina que me llevó de manera impulsiva a desempolvar la raqueta de tenis y pasarme toda la tarde peloteando en la cancha. Sintiendo, cada vez que le pegaba a la pelotita, una pasión y desafío que hace tiempo no se complementaban.

Llenándome de sueños al recordar su sonrisa junto a un reto que jamás imaginé aceptar.

Devolviendome tontas ilusiones que creí olvidadas.

Hasta VOLVERNOS a ENCONTRARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora