Desde que la antigua Belial había desaparecido, quien gobernaba aquel palacio, quien era el dueño de todo y se beneficiaba con la violencia del mundo era quien había sido llamado Jett, todo lo que siempre había conocido ahora era de él, incluso las vidas de todos los demonios y criaturas que habitaban en sus tierras eran de él y podía hacer con aquellas almas lo que se le antojara.
Finalmente era el más fuerte, finalmente todo era de él.
Todo...
Incluso Sora.
El bello ángel se sentaba junto a los barrotes como siempre a esperarlo, su cabello a veces desordenado casi tocaba sus hombros mientras tarareaba una simple canción que había escuchado alguna vez. Su parte favorita del día era cuando venía a verlo Jett, cuando le traía aquellas flores y podían hablar de su día o incluso jugar. Su corazón se aceleró de felicidad al verlo, le seguía costando acostumbrarse a mirar a aquel hombre fornido con cariño, pero tan pronto como veía su rostro sonrojado y repleto de dulzura entonces la desconfianza se iba. Sabía que era una respuesta natural debido a la cantidad de poder mágico que poseía el demonio, aun así, sabía que Jett nunca le haría daño.
—Yo... volví a traerte lirios de media noche... se que dije que cuando mis cuernos crecieran te traería flores de la tierra pero no he podido ir aún.
—¡Descuida! — le sonrió Sora esperando a que el demonio dejara las flores detrás de los barrotes — Me gustan mucho...
A veces aquellas flores le recordaban a Jett ¿Como era posible que un demonio tan dulce pudiera sobrevivir en medio de tanta corrupción? Al igual que aquellas delicadas flores blancas que crecían en la condición más corrupta y seguían manteniéndose puras y hermosas, esas flores eran como Jett.
—Nunca me dijiste que pasó luego de... de ese día — preguntó algo preocupado ¿Belial no le había hecho daño?, ¿No lo había castigado o torturado por desafiarla. — Belial... ¿Ella no te hizo nada?
Jett guardó silencio un momento, mirando las flores entre las delicadas manos del ángel.
—No... ella no me hizo nada...
—Eso es bueno — sonrió — pero aunque ahora seas muy fuerte no quiero que te excedas, no necesitas buscar siempre las flores, el veneno sigue siendo peligroso. Tampoco tienes que desafiar a Belial, si ella te hace algo... yo...
—Nada va a pasar... — Jett se mordió el labio, evitando mirar al ángel, sabía que le había prometido que le diría su nombre cuando obtuviera uno real. Pero, de alguna forma sentía que si le decía que su nombre era Belial, que él era ahora su dueño, dejaría de verlo, dejaría de estar a su lado. No quería separarse del ángel no aún...
No cuando podía hablar con él libremente, sin miedo de nadie.
—¡Pero ya puedes ir al mundo humano! Realmente te va a gustar — sonrió — el clima es muy bueno y las estrellas se ven muy hermosas, cuando viajaba a las montañas a veces me quedaba mirando el cielo lleno de estrellas... los ángeles siempre decimos que no hay nada mejor que nuestro hogar pero el mundo humano es realmente agradable ¡Además mi trabajo me permitía ver a los humanos muy de cerca! Nunca pude interactuar con ellos, pero aun así era divertido mirarlos.
La risa que se escapó del rostro serio de Jett le llamó la atención.
—Mirando estrellas, durmiendo entre flores y espiando humanos... me pregunto cuando trabajabas. — le sonrió.
Las mejillas del ángel se volvieron rojas de la vergüenza y aquella faceta había sido una sorpresa para el demonio, cada día podía ver algo nuevo de Sora, cada día aprendía una pequeña cosa o veía algo diferente que antes no había visto en él.
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La Jaula del Ángel
FantasyUna historia de un amor imposible donde un demonio que no sabe como amar correctamente se enamora de un ángel que no puede ser tocado, ambos lucharan con la amargura del infierno y tal vez por primera vez lograr un final feliz para seres tan diferen...