La Jaula del Ángel

XV

La niña se encontraba en el reino de las hadas, por un momento Jett había pensado que podría llevarse a la niña a la fuerza y tal vez desgarrar y servirse de las almas de algunas cuantas hadas, sin embargo, Beryl le comentó que las hadas solían ser aliadas bastante buenas y no solían tomar bandos entre ángeles y demonios, así que hacerlas enojar no era una buena idea.

Tambien había pensado que para entrar al mundo de las hadas, tendrían que volver al espacio entre mundos, sin embargo, Beryl sólo miró un mapa en su teléfono y llamó al conductor. Luego de que pasaran un rato dentro del vehículo, se bajaron en un terreno baldío en medio de la nada. Entre de toda la mala hierba una flor amarilla revoloteaba, destacando entre todo el verde, Beryl se acercó a esta y no bastó mas que un toque para que ambos se vieran en un entorno completamente diferente. Beryl le mencionó que las hadas solían dejar trampas así para que los humanos entraran a su reino. 

Finalmente habían llegado al mundo de las hadas, ahí estaba lleno de aquellas pequeñas criaturas que revoloteaban con rapidez, también había algunas que eran mas altas, similares a los humanos, sin embargo sus pieles eran de diversos colores, desde blancos y marrones hasta azules o verdes, las que no poseían alas iban andando o nadaban con aletas como los peces y sirenas. A pesar de que todo estaba cubierto de arboles y la suave luz del sol se colaba por las hojas de estos, los hongos de diferentes tamaños brillaban de colores y a cada paso que daban, la hierba bajo sus pies se iluminaba, junto con los pequeños orbs de energía brillante cual lamparas que iluminaban el camino de aquel místico y maravilloso reino.

A Jett le gustó el mundo de las hadas, tenía muchas flores y estaba seguro de que a Sora también le gustaría, no entendía por que si existían estos lugares tan mágicos que lo hacían perder el aliento Sora seguía pensando que el mundo humano era maravilloso, el mundo humano no era tan interesante una vez que lo conocías, sin embargo a Jett el mundo de las hadas parecía atraerle y motivarle a investigar cada pequeño rincón en busca de cosas nuevas.

—El mundo de las hadas tiene su encanto... pero es precisamente para atraparte acá... — Beryl apuntó con su cabeza un esqueleto humano que sobresalía entre la hierba y las flores que crecían sobre él, haciendolo parte del lugar.

Además de divertirse y descansar las hadas no parecían estar interesadas en nada más, Jett las veía jugar en los pequeños riachuelos, dormir sobre hongos luminosos y jugar entre ellas.

—¿Hermano por que las hadas van al mundo humano si tienen todo aquí? — preguntó Jett, no entendiendo por que las hadas querrían abandonar aquel lugar tan hermoso.

—Por la misma razón que nosotros... Alimentarse. — Dijo Beryl — Las hadas extraen la energía del mundo humano y la traen a su reino para alimentar a su árbol sagrado... este árbol les otorga sabia que es de lo que se alimentan. Es por ello que se encargan de cuidar la naturaleza, un entorno bien cuidado significa un montón de energía y con toda esta energía se aseguran de que su árbol no se seque.

—¿No pueden extraer la energía de las plantas de su propio reino?

—No... acá todos son hadas, desde la hierba que pisamos, hasta el árbol sagrado, las criaturas que ves volando y el agua con la que juegan, todo se nutre y alimenta de la energía del mundo humano. Y claro... en el mundo humano también tienen buen fertilizante para mantener su árbol...

Jett no entendió a que se refería Beryl con lo del fertilizante, sin embargo cada vez que se adentraba sentía que no quería irse, el olor dulce y embriagador lo llenaba, las pequeñas hadas no parecían tenerle miedo y revoloteaban alrededor de su cabeza incluso atreviéndose a acostarse sobre su coronilla o sus hombros, diciéndole lo guapo y fuerte que era.

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios al ver como Beryl las espantaba cual moscas y estas le enseñaban la lengua y comenzaban a meterse con su cabello, jugando a desordenarlo o trenzarlo y enredar flores entre este.