Guardiana del Umbral: Lockwood and co

Capítulo 29-Mix

Anneliese.

Una semana había pasado volando, y ahora me encontraba en el tren de regreso a Londres, a la agencia. Seguía sin gustarme usar el tren, demasiada carga emocional para mí por lo que miré por la ventana, observando los paisajes pasar mientras mi mente se sumergía en reflexiones sobre los últimos días.

Estar con Nana había sido exactamente lo que necesitaba. Sus palabras de sabiduría y sus consejos llenos de amor me habían reconfortado y guiado en momentos de duda y confusión. Sus abrazos cortos pero cálidos y su risa contagiosa habían llenado mi corazón de alegría, y durante esos días juntas, había vuelto a sentirme yo misma.

Nana siempre había tenido ese don especial para iluminar incluso los días más oscuros con su optimismo inquebrantable, recuerdo que cuando me fui de casa de mis padres ella fue la única que consiguió hacerme sonreir. Sus historias sobre el pasado y sus consejos sobre el futuro me habían ayudado a poner las cosas en perspectiva y a recordar quién era realmente.

Durante nuestras conversaciones, Nana había mencionado a Tony en varias ocasiones. Siempre le había apreciado mucho y había visto lo que yo no podía ver en medio de mis emociones: que necesitaba conocerle, que estaba destinada a encontrarle y avanzar en mi vida salir de mi burbuja, que si el destino lo decidía estaríamos juntos otra vez . Pero también había advertido que si Tony seguía haciéndome daño, terminaría convirtiéndose en el nuevo fantasma de la casa.

Sus palabras resonaron en mi mente mientras el tren avanzaba hacia la ciudad. ¿Era cierto lo que decía Nana? ¿Estábamos Tony y yo destinados a estar juntos, o era solo una ilusión a la que me estaba aferrando?

Aunque sabía que mis sentimientos por Tony eran profundos y genuinos, también sabía que habíamos pasado por dificultades juntos. Su decisión de terminar nuestra relación había sido un golpe duro, y aún no entendía completamente sus motivos, le canalice y sentí su duda, pero entonces porque lo hizo, estas preguntas llevan días resonando en mi cabeza.

Pero mientras reflexionaba sobre nuestras conversaciones, me di cuenta de que había permitido que su presencia en mi vida dictara mi felicidad y mi bienestar. Le había dado un poder sobre mí que no debería haber cedido tan rápido, y eso era algo que necesitaba cambiar.

Con un suspiro, aparté mis pensamientos y me concentré en el paisaje que pasaba frente a mis ojos. El tren se acercaba cada vez más a Londres, y con cada kilómetro que avanzaba, sentía una mezcla de nerviosismo y determinación crecer en mi interior.

Estaba lista para enfrentar lo que viniera, lista para volver a la agencia y seguir adelante con mi vida. Sabía que no sería fácil, que habría desafíos y obstáculos en el camino, pero también sabía que tenía apoyo.

No he avisado a nadie que volvía hoy, prácticamente había sido idea de mi abuela que ayer me dijo que hiciera la maleta, que me quería mucho pero que ya era hora de dejar de compadecerme y volver a la realidad. El tren se detiene en la estación, y con paso firme y decidido, me dirijo hacia la agencia. Mis manos tiemblan ligeramente frente a la puerta por la anticipación mientras levanto la mano para tocar.

El sonido de pasos se acerca desde el otro lado de la puerta, y mi corazón late con fuerza en mi pecho. La puerta se abre lentamente, revelando la figura reconfortante de Lucy. Sin una palabra, se lanza hacia mí en un abrazo apretado, envolviéndome en su calidez. Me incomoda un poco, ella sabe que no me gusta que me abracen y menos de sorpresa, pero la realidad es que no es molesto, solo he visto escenas rápidas de ella levantándose hoy. No es incómodo, me gusta, es un paso adelante en nuestra relación de amistad.

—¡Ann! Dios perdón no quería abrazarte sin avisar —exclama, su voz llena de alegría y alivio—. ¡Te he echado tanto de menos! ¡No te vuelvas a ir sin avisarme, por favor! Y nunca más me dejes sola con esos chicos, han estado insoportables todo el día peleando entre ellos, y Lockwood... ha estado de un humor de perros.