- Vamos, vamos, que no tenemos todo el día - Gritó Petra, la jefa de sirvientas - Si alguien comete un error olviden que nos conocemos - Amenazó con seriedad.
Seguí picando la carne en trozos perfectos, al parecer hoy era de cerdo y me sentía menos incómoda tocándola. Deje el cuchillo a un lado y le entregue mi producción perfecta a otra de las chicas que se encargaban de freír todo, Petra me asintió conforme antes de volver a su labor.
Ella era una de las mujeres que me habían recibido la primera noche aquí, y podría decir que por la forma en que me miraba estaba decepcionada de que no le hubiera hecho caso a sus consejos.
Estaba más cerca de las Dimitrescu que cualquier otra persona en la última década, si era honesta, eso poco me importaba. Daniela era muy dulce y compensaba cada trago amargo y degradación que sufría de las demás.
No a todas les agrado mi cercanía con Cassandra y su forma territorial de retenerme con ella, después de esa vez que tome vino hasta morir en su habitación las cosas han estado fluyendo entre las dos. Pero eso a mis colegas no les agrado, si antes no les agradaba ahora les di motivos para odiarme.
La mayoría de ellas ha estado intentando entrar en la cama de nuestras señoras, incluso con la misma Lady Dimitrescu. Reconozco que es hermosa, pero jamás se me ha pasado por la mente intentar seducirla.
Aun así eso no ha pasado desde que llegué al castillo de todos modos y eso las molesta, por que al parecer Cassandra era la única con la que lograron tener una aventura. Mentiría si dijera que eso me agradaba y ellas estaban terminando con mi paciencia, realmente no quería que supieran de lo que era capaz de hacer.
Especialmente si sus vidas dependían del lugar en el que estábamos, era sencillo fingir que entraron al sótano por error y algún monstruo las devoro. Aunque quería evitar problemas con Lady Dimitrescu.
- Oye, zorra - Mire a la criada a mi lado con indiferencia - ¿Piensas que por acostarte con Cassandra no vas a ayudarnos? - Su tono de voz era como un cuchillo raspando un plato.
- Bueno, dejame preguntarle a Lady Dimitrescu primero - Respondi dandole una sonrisa burlona - Ella quedó muy satisfecha con mi trabajo la última vez - Su cara se coloreó de rojo e intenté no reírme frente a ella.
- Escúchame bien estúpida - Murmuró tomando del cuello atorando su mano en mi collar - No me importa si crees que eres la dueña del castillo, tendrás que hacerme caso cuando te hablo - Amenazó.
Iba a responder cuando las puertas de la cocina se abrieron de un solo golpe causando que todas las demás se sobresaltaran. La cabellera roja de Daniela se movía con energía mientras entraba.
- Ahí estás dulzura - Sus ojos chocaron con los míos antes de que frunciera el ceño - ¿Qué demonios estás haciendo? - Su tono alegre fue cambiado a un enojo absoluto.
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𝐘𝐨𝐮 𝐥𝐨𝐯𝐞𝐝 𝐦𝐞? | Cassandra Dimitrescu
Rastgele𝐋𝐚𝐬 𝐝𝐨𝐧𝐜𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐜𝐚𝐬𝐭𝐢𝐥𝐥𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚́𝐧 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐞𝐫𝐯𝐢𝐫 𝐚 𝐋𝐚𝐝𝐲 𝐃𝐢𝐦𝐢𝐭𝐫𝐞𝐬𝐜𝐮 𝐲 𝐬𝐮𝐬 𝐡𝐢𝐣𝐚𝐬, 𝐩𝐞𝐫𝐨 ¿𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐨́𝐧𝐝𝐞 𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐜𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐥𝐚𝐜𝐞𝐫𝐥𝐚𝐬 𝐬𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐬𝐮𝐬 𝐬𝐢𝐫𝐯𝐢...