💙❤️{¿Quien eres tú?}❤️💙 [SPARTOR]

💙🏵️¡Estas vivo!🏵️💙

–¡Sácalo de aquí ahora! ¡Yo me encargo del resto!

Los brazos de un desconocido cargaron su débil cuerpo y se lo llevó a quien sabe dónde, pero poco a poco pudo sentir el calor del clima.

Las mechas de su cabello en su rostro fueron apartadas por unas garras las cuales tocaron su pecho para asegurarse de que aún estaba vivo.

–Resiste pequeño.

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Con el cuerpo adolorido, con un poco de frío en sus hombros, iba despertándose lentamente, encontrándose con una pequeña luz cálida iluminando la habitación en la que se encontraba, respirando con dificultad.

Abrió sus ojos lentamente, mirando un punto fijo por varios minutos, preguntándose el porque aún seguía vivo. Poco a poco, el dolor se iba haciendo más intenso, haciéndole imposible moverse.

–¡Por fin despiertas Spartini!

El ya nombrado volteó lentamente hacia donde provenía aquella voz que a duras penas podía escuchar. Era su amigo.

–Mike...–. Intentó mover su brazo, pero se le hacía imposible el movimiento.

–¡Ay! Lo siento por no haber llegado más pronto.–. Acomodó al castaño entre las cobijas.–. ¿Cómo te sientes?

–¿Tu como crees que me siento?–. Que pregunta tan tonta.

–Mira....–. Sostuvo una de mis manos.–. No me esperaba a que te metieras en problemas cuando apenas eres parte de la manada. Pero se que tú no tuviste la culpa.

–Estoy bien...–. Miró hacia el techo, recordando esa terrible situación en la que se había metido por defender al mapache.–. ¿Flex está bien?

–El fue el que nos avisó sobre la pelea, también lamenta no haber podido ayudarte.

–Eso no me sirve...–. Contestó tan frío, tan molesto, molesto por ser tratado de la misma forma a cualquier lugar que vaya.

–El omega que te atacó ya está muerto.

–¿¡Qué!?–. Se levantó de inmediato al escuchar la noticia.–. ¿¡Lo mataron!?

–No, para nada. Eso no está permitido, solo creí que eso te iba a animar un poco.

Volvió a acostarse.–. Lo hubiera hecho si tan solo no fuera mentira.

–Ahora está pagando una condena muy grave.–. Se levantó de su asiento para dirigirse hacia las enormes ventanas que componían aquella habitación desconocida.–. Aún no entiendo el porque te atacó de esa forma, sabía que no estaba permitido.

No respondió, pues ya no quería recordar más aquella mañana en la cual había sido atacado tan brutal mente.
Se puso a observar los detalles del cuarto, sin encontrar algo con que entretenerse.

–Por cierto...–. Seguía husmeando con la mirada.–. ¿Cuántos días me quede inconsciente?

–Lo suficiente para poder terminar de bordar esta hermosa ave.–. Le mostró una ave de brillantes plumas, la cual parecía estar volando.–. Un día nada más.–. Me sonrió dulcemente.