𝐖𝐈𝐓𝐇𝐎𝐔𝐓 𝐏𝐋𝐀𝐂𝐄

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟕

CAPÍTULO 7
"TRAICIONES Y VERDADES"

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Tris corrió rápidamente por el pasillo para al final de él encontrar a sus amigos y a los dos instructores a unos cuantos metros. Cuando quiso acercarse, su choque contra un muro transparente la detuvo, la rubia observó al grupo que se reía de ella mientras algunos hablaban entre ellos. De pronto, el sonido del agua llamó su atención, haciéndole notar que ahora estaba sobre una rendija, y estaba completamente sola.

—¡Ayuda! —gritó Tris al acercarse al vidrio que ahora la rodeaba por completo mientras una gran cantidad de agua llenaba el reducido espacio. La chica intentó patear una de las caras del cubo para intentar salir, pero el agua casi llegaba a sobrepasarla y la desesperación se hacía presente.

Tras unos segundos intentó tomar la última bocanada de aire para verse luego sumergida.

Su mirada encontró su reflejo, y con una capacidad única, fue él quien le habló.

—Esto no es real... —la chica comprendió las palabras, y acercando su dedo índice hacia el cristal empezó a dar pequeños toques, los cuales la liberaron.

Algo agitada, Tris despertó de la simulación.

Mak, quien cuidaba nuevamente la sesión, se giró hacia ella.

—¿Cómo lo hiciste? —indagó la instructora con una mirada curiosa.

—¿Qué? —preguntó la chica.

—¿Cómo has roto el cristal?

—No lo sé... lo he roto.

—Lo has roto... —Mak ahora estaba segura de lo que creía, y quería encontrar respuestas. Respuestas que la ayudarían a ella y a Tris— ¿Cuál fue el resultado de tu prueba, Tris?

La rubia se tensó un poco por la pregunta.

—Abnegación.

—No lo creo —la respuesta de la castaña dejó en evidencia sus dudas.

—¿Qué?

—Creo que me estás mintiendo.

—¿Por qué iba a... mentirte?

Mak dejó la silla en al que estaba para acercarse un poco.

—Voy a preguntarlo una última vez —dijo con un tono firme— ¿cuál fue tu resultado?

Una vacilación en la mirada de la chica no fue suficiente para hacerla confesar. Su madre había sido clara, no debía confiar en nadie.

—Abnegación —insistió.

La instructora asintió lentamente para dejar escapar un suspiro, era obvio que la chica no confiaba en ella.

—Ya puedes irte.

Tris dejó su silla para caminar hacia la salida.

—Tris —la rubia se giró—, para que lo sepas, los de Osadía no rompen el cristal de esa manera.

La chica no le sostuvo la mirada por mucho tiempo, sino que dejó la habitación, preocupada por estar cerca de ser descubierta.