Capítulo 1

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Los secretos son igual que el duelo.

Duele tenerlo, pero es necesario para seguir avanzando.

Es como una plétora de sentimientos atravesando la cabeza, algunas diciendo que es lo correcto, otras diciendo que lo mejor es mantenerlos ocultos, sepultados en cada uno de los pensamientos. Pero todas aquellas voces se pierden con el paso del tiempo. Como la neblina que rodea la ciudad que, cuando el pálido sol matutino sale al horizonte, desaparece y deja una capa oscura balanceándose centímetros sobre el césped.

No lo sabía, pero mirar mi ventana podía desconectarme de la vida. La neblina corriendo por las calles, como fantasmas de un gris pálido. Los setos del vecino extendiéndose al costado de mi casa, como un muro para ocultar unos maliciosos ojos. Las farolas de luces pálidas que pintaban el pavimento, pero oscurecían alrededor. Todo eso me hacía sentir extrañamente vigilado.

—¿Félix?

La voz de Alex me regresó a la realidad. Dejé de mirar la ventana y miré sus verdes ojos. Alex, mi novio, me veía mientras tomaba su pantalón de los pies de la cama. Él podía ser muy atractivo y, aunque sabía que teníamos algo, también podía saber que no debía dejarme engañar por sus ojos.

—¿Qué pasa? —le pregunté con la voz ronca.

—Nada, solo que... —Se detuvo mientras cerraba la cremallera y con la otra mano se acomodaba el cabello castaño—. No pasa nada.

—¿Tienes algo que decirme? —insistí.

Suspiró y apoyó un puño en el colchón.

Alex podía ser muy guapo, pero detrás de él habían secretos que me había forzado olvidar y acciones que siempre ignoraba. Yo no era una mejor persona que él, pero él podía conseguir lo que yo nunca podría.

—Llevamos... —hizo una pausa y su sonrisa se extendió, como un rayo—. No lo sé, realmente ya no recuerdo cuanto tiempo tenemos esto tú y yo. Pero no pasa... eso.

—¿Qué intentas decir? —le pregunté mientras me acercaba a él, fingiendo que no lo entendía, pero sí lo hacía.

—Que no me dejas tocarte como tú lo haces conmigo.

Me quedé unos segundos en silencio, con la amargura en el pecho. No es que me importe, realmente no lo hacía. No me importaba quien lo haga o no, podía hacerlo en las posiciones que quiera. Y no es porque no estuviera preparado. Era porque no quería.

Con Alex algo no se sentía bien. Algo no se sentía real y por eso le había dicho que tenía una extraña promesa con mi celibato.

Cuando Alex me miraba, tocaba o yo apretaba su fuerte cintura, algo no se sentía real. Era como una promesa para mí y un juego para él.

—No estoy preparado, Alex—le mentí con la voz suave y la mirada avergonzada—. No... es el momento. No me entiendo yo mismo y no espero que tú me entiendas. Solo que no estoy preparado.

Llevó sus cálidas manos a mis mejillas y me obligó mirarle. Alex podía ser tan guapo. En la escuela él era el más guapo, siempre se llevaba las miradas. Siempre era el centro de la atención más silenciosa que podía existir.

Y yo había hecho todo para que la mirada de Alex solo sea mía.

Había hecho cosas que nadie debía hacer o pensar.

—Lo entiendo—susurró, acercando sus labios a la punta de mi nariz—. Félix, lo entiendo. No te preocupes, puedo esperar.

Sonreí y Alex dejó un delicado beso en la punta de mi nariz.

Heaven VenomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora