Capítulo 9

1.2K 87 93
                                    

―¿Acaso tu culo no funciona? ―le preguntó Felipe a Verónica en un tono descaradamente cruel.

Verónica me miró, se dio la vuelta y se fue. Algo había cambiado en ella desde que la había amenazado, algo que me hubiera dolido admitir que me daba curiosidad, aunque solo fuera eso. Simple curiosidad superficial que se perdía con el primer paso que daba. Pero se removía y se retorcía cada vez que veía los ojos dolidos de alguien, aunque me hubiera empeñado en esconderlo.

Y Verónica no era la excepción.

―No tienes que ser tan grosero ―le dije a Felipe mientras nos dirigíamos a la primera clase.

―Ella es la grosera ―replicó―. ¿Cómo que no saludarnos? ¿Ahora qué mierda le pasa? Si no está pegada a nosotros como una mosca, está amargada como una morsa.

Alex y otro chico, cuyo nombre no sabía, se rieron del comentario de Felipe, y yo los imité.

―Qué inmaduro eres.

Me separé de ellos y fui a mi primera clase, pero, antes de dar el primer paso a las gradas que llevan al tercer piso, sentí cómo alguien agarraba mi brazo, deteniéndome. Al principio fue un agarre suave, pero poco a poco se intensificaba hasta dejarme cierto dolor.

―Félix...

Y ahí estaba la agria sensación de estar siendo visto, pero esta vez se sentía más cerca y con su tacto en mi piel.

―Tayen ―lo nombré.

Mi respuesta hizo que su agarre se volviera más ligero y, gracias a eso, pude quitar su mano de mi brazo.

―Quería hablar por lo de ayer ―me dijo con la mirada dedicada exclusiva y solamente a mí.

Algunos pasaron a nuestro lado, mirándonos con extrañeza. No podía juzgarlos, no era su culpa saber sobre la relación que Tayen y yo teníamos. Aunque no era una relación amistosa y mucho menos romántica, era una relación de compromiso a mí mismo para mantener mi imagen de pie.

―Vamos a un lugar más privado.

Dudé un momento, pero supe que terminaría aceptando.

―Tengo que ir a clases.

Mis palabras, como el aire, no fueron lo suficientemente fuertes para hacerle entender que no quería ir.

Dio el primer paso adelante, hacia el pasillo que dirigía a la parte trasera. Sin saber qué más hacer o decir para retenerlo y decirle una vez más que no quería ir, fui detrás de él. Quise detenerlo y decirle que no, pero mi cuerpo sabía que no quería hacerlo porque con él podía ser yo y, si podía ser yo, entonces había una razón para estar tras él.

Me pregunté qué estaba cambiando en mí, seguía siendo el mismo chico, el mismo hombre, pero algo había cambiado en mi interior. Tan rápido como lo vi, tan rápido como el susto que tuve, estaba sintiendo el rápido sentimiento de sentirme cercano y al mismo tiempo lejano a él. Como una melodía agradable a la distancia, pero, cuando me acercaba, se parecía dirigir al horizonte y perderse en el mar de edificios grises.

Tayen se alejaba hacia la salida y después al mar de edificios grises en el horizonte, donde debía haber un lindo paisaje; había solo edificios grises y en las puntas brillaba el sol cálido.

Se sentó en una de las graderías de cemento, lo imité y sentí rabia de haberlo hecho. Pero, ¿qué más podía hacer? Solo seguirle e imitarle.

―¿Qué quieres conmigo? ―le pregunté.

No hubo una respuesta para mis palabras.

Solo el fuerte chirrido de un auto a lo lejos.

―Tayen... ―insistí.

Heaven VenomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora