Capítulo 7

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―¿A dónde se supone que irás? ―me preguntó mi hermano, con la vista en la pantalla del ordenador.

―Saldré con algunos amigos, Adam ―le respondí.

―Espero que no tardes.

―No, volveré rápido. Solo iremos al parque de diversiones que acaban de abrir.

Levantó la vista del ordenador.

―¿Hay un nuevo parque de diversiones?

Asentí y recosté un codo en el borde del sillón.

―A las afueras de la ciudad.

Él asintió y volvió la vista al ordenador.

Me levanté del sillón y balanceé las llaves que estaban en mis dedos, enseñándole a mi hermano que las llevaba y que no era necesario estuviera atento a mi llegada.

―Volveré lo más pronto posible.

Adam asintió y su rostro se iluminó porque la pantalla del ordenador se puso blanca.

―Llevas el gas pimienta...

―No lo necesito ―le dije, aunque sí lo llevaba.

Aunque era verdad que no lo necesitaba para cuidarme, también había escuchado las palabras de Tayen Foley. Aunque una parte de mí se aferraba a la idea de que él no podría lastimarme, la parte latente de que podría pasar cualquier cosa seguía ahí. No podía fiarme en alguien como él, nunca lo haría. Aunque intentara hacerme creer lo contrario. Una parte de mí sabía que su silencio era genuino o, de lo contrario, ya habría dicho algo sobre el incidente en el palco en el aniversario de la universidad.

Y tener su silencio se sentía extrañamente gratificante. Casi como estar corriendo sin zapatos en medio de una lluvia; era peligroso, pero era gratificante y liberador. Él sabía algo peligroso de mí, pero también tenía su silencio a cambio de favores. Lo que para mí suponía un terror gradual, para él suponía una oportunidad. Su silencio y el hecho de que podía ser yo mismo con él, de cierta forma, era suficiente para mí.

Desde que lo había visto por primera vez, desde que supe de su existencia, no me había sentido solo. No cuando sabía que estaba rodeándome, mirándome, solo a mí. Desde hace más de dos años lo había tenido, y desde hace dos años lo había sentido. Su aura y cómo me hacía sentir.

Vigilado y acosado.

 ―Gracias ―le dije al conductor del bus cuando llegamos a mi parada

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 ―Gracias ―le dije al conductor del bus cuando llegamos a mi parada. Me sostuve de los tubos y bajé del autobús, que se fue inmediatamente, dejando un camino de humo negro detrás de él.

Levanté la mirada, encontrándome con luces de neón y musgos en los bordes de una pancarta con la foto de un payaso. El neón parecía rodear todo el parque de diversiones, desde la punta de la montaña rusa hasta el carrito de hot dogs en la esquina. En otras circunstancias, habría sido un deleite para mi mirada, pero estaba más distraído buscando algún indicio de Tayen Foley. Pensando si cumpliría sus palabras, que para mí fueron como amenazas.

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