Capítulo 5

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―¿Me dirás qué estás planeando? ―le pregunté a Alex mientras veía la suela de mis Vans manchadas con pintura fosforescente.

―Solo lo necesario ―me respondió mientras miraba cautelosamente la puerta principal del pasillo.

―¿Y qué es necesario? ―le pregunté.

Alex tenía un ligero aroma a menta y lejía. Me pregunté el porqué de aquel aroma tan extraño en él. Me esperaba que estuviera cubierto por el aroma a su colonia fuerte, pero su falta de atención física me había desconcertado. Había algo en él que no estaba siendo completamente honesto conmigo, al menos no ese día. Quise hacerme creer que era por el aniversario de la universidad, que iniciaría en un par de horas, exactamente cuando el último rayo de sol se pierda en el horizonte y solo quede el cielo de un azul oscuro.

―A ese Tayen Foley alguien debe enseñarle cómo cerrar la boca.

Algo dentro de mí gritó algo indescifrable, haciendo recorrer una sensación irritante por mi muñeca, deteniéndose cuando pronuncié las palabras.

―Al menos no dijo nada ―le dije vagamente mientras miraba el exterior de la puerta, donde había chicos manchados de pintura fosforescente―. Mantuvo la boca cerrada, es algo, ¿no?

No había visto a Tayen Foley desde nuestro último encuentro en el piso donde vive. Y, aunque no lo había visto, su presencia seguía merodeando a mi alrededor. Aunque no pudiera verlo físicamente, podía sentirlo. Podía verlo, oculto entre las sombras, detrás de los setos, camuflado en la oscuridad, mirándome desde lo más oscuro y esperando algo de mí.

Alex hizo una mueca, como si aquello le supiera mal.

―Nunca está de más dejar una advertencia.

Asentí.

―Tienes razón ―le cedí―. Pero, ¿qué es exactamente lo que estás planeando?

Se acercó un poco a mi rostro, golpeando con su cálido aliento mi mejilla, escondiendo sus palabras aunque estuviéramos solos en el desolado pasillo trasero de la universidad.

―Le tengo preparada una sorpresa que recordará toda su miserable vida de indigente ―dijo en un tono mortífero y extrañamente suave―. Necesitaré tu ayuda.

―No sabía que te gustaban los fuegos artificiales, Félix ―me dijo Verónica mientras saltaba y enrollaba su dedo anular en un mechón de su cabello

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―No sabía que te gustaban los fuegos artificiales, Félix ―me dijo Verónica mientras saltaba y enrollaba su dedo anular en un mechón de su cabello.

Ella había estado un poco distante desde la cita con Ángel en la que, por culpa de Tayen, tuve que dejarla con Alex y Ángel. Según Alex, la cita de Verónica y Ángel había salido mal porque después del beso ninguno se dijo nada, incluso al momento en que las luces se atenuaron y empezó la película, ellos se habían mantenido distantes aun estando al lado del otro. Por suerte para Alex, él había tenido que separarse de ellos con la excusa de que quería concentrarse en la película, dejándolos unas butacas abajo, solos.

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