Capítulo 4

2.3K 123 170
                                    

Pude distinguir la ligera niebla que cubría el concreto de las calles y parecía rodear los enormes troncos de los árboles en el horizonte, detrás de todas las tiendas y pequeños edificios grises. Tan ligera que se perdía con la más leve brisa, pero que volvía a nacer desde lo más profundo y oscuro del bosque, que estaba a metros de distancia. Desde unos locales que tenían pancartas con luces de neón, la neblina parecía teñirse de estas, creando hileras de colores azules y rojos intensos.

Mis pasos parecían hacerse más pesados a cada segundo, pero las pocas personas que caminaban y los autos pasando por la carretera me daban la suficiente seguridad en la noche, con Tayen Foley a mi lado.

Los pasos de Tayen Foley parecían ser más ligeros, pero, cuando la suela de sus aparatosas y gastadas botas tocaba el piso de concreto, un fuerte sonido seco se instalaba a mi alrededor, casi como grietas abriéndose debajo de sus pies.

Grietas abriéndose en el piso de concreto que parecían dar al infierno, o lo que para mí significaba el infierno.

Para mí, el infierno era carne putrefacta, fuego ardiente y gritos desgarradores que venían desde el pecho de alguna víctima del destino. Pero, en el fondo de mi pecho, sabía que solo era un juego mental para disfrutar el preámbulo de mi vida.

El infierno estaba a mi lado.

En forma humana.

Pero no le tenía miedo, al menos no del todo.

Tenía miedo de lo que fuera a hacer con lo que poseía, pero no a él.

La niebla parecía estar escalando hasta quedarse sobre mis rodillas, amarrándome en lo que para mí era la noche más decisiva de mi vida. O solo una noche más de lo que serían mis noches por mucho tiempo. Yo, al lado de Tayen Foley, con el odio angustiante creciéndome en el pecho.

—Estás muy callado —me dijo, mirándome de reojo mientras seguíamos caminando sobre el pavimento de las calles que poco a poco se humedecían.

—¿Quieres que hable como lo haría con mis amigos? ¿Quieres que actúe como si no me estuvieras chantajeando con los errores que cometí en el pasado?

Una sarcástica y descarada sonrisa curvó sus labios y parecían teñirse con la neblina envenenada de luces de neón que empezaba a rodearnos.

—Errores —repitió en un tono bajo y ronco, escondiendo sus palabras detrás de toda aquella capa que poco a poco hacía más borrosa su presencia a mi lado.

Se llevó la mano a los bolsillos de su chamarra de cuero viejo color café, refugiando sus manos en lo cálido. Sus mejillas parecían adoptar un rojo que se camuflaba en su piel morena que, por la noche, adquiría un tono más cálido y apiñonado.

—¿Dónde estamos yendo? —le pregunté en un tono taciturno, intentando confinar mi voz a una más descarada y molesta, ahogando el miedo y la inquietud que me nacía en el pecho cada vez que estaba al lado de Tayen Foley.

No respondió a mi pregunta y se mantuvo mirando al frente, caminando por el concreto húmedo que parecía no llevarnos a ningún lado.

—Tayen —insistí, pronunciando amargamente su nombre—. ¿Qué dónde estamos yendo?

Cuando creí que no respondería a mi pregunta, me detuve. Quedándome expuesto a perderme en la neblina que poco a poco se asomaba desde los bordes de las calles que conducían a los locales iluminados con luces pálidas de neón.

Él, al ver que ya no le estaba siguiendo el paso, se detuvo, dejando un último sonido seco golpeando el pavimento.

Sus ojos volvieron a mí, mirándome profundamente y haciéndome sentir insinuante. La parte afelpada del cuello de su chamarra parecía adherirse a los tatuajes de su cuello. Sin más que decir o hacer, dio unos pasos hasta quedar frente a mí. Su cabello negro descendió a su frente, haciendo que cada hebra pareciera danzar con elegancia, formando suaves ondas que acariciaban su frente. La curvatura sutil de los mechones negros se acomodaron en los costados, dejando las puntas curvadas apuntando al centro.

Heaven VenomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora