Sonrisa

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Coloqué el plato frente a ella. Hoshie solo esbozó una sonrisa en su rostro, se recargó sobre la mesa mientras me seguía con la mirada. Yo también seguía la suya. Tomó un tenedor y empezó a enrollar la pasta mientras decía:

— ¿Acaso olvidé una ocasión importante?

— No — me senté enfrente de ella —. Pero hay algo que tenemos que hablar... de nuevo.

— Te escucho — dijo antes de meterse un gran bocado de pasta a la boca.

— Tengo que hablar con tu familia.

— ¿Ya es tiempo? — dejó de comer por un momento.

— Quizá — dije antes probar un bocado de pasta.

— Espera un momento.

Su expresión se tornó seria y fue corriendo directo a su estudio. Esperé un par de minutos para verla regresar con un calendario y un marcador rojo, después los puso en medio de una fecha.

— Escoge una fecha — me entregó el marcador —. Primero iré a ver a tu familia — sonrió.

— ¿Estás segura? — la miré por encima del calendario.

— Por supuesto — se encogió de hombros —. Dudo que sea peor que esa vez.

Tomé el calendario y empecé a mirarlo con detenimiento hasta que encontré una fecha, volví a poner el calendario al centro de la mesa, encerré la fecha y la miré.

— Iremos en esa fecha.

— Creí que primero se los consultarías — miró el calendario.

— ¿Por qué crees que no lo consulté? — sonreí algo divertido.

— Tramposo — dijo mientras fruncía el ceño —. Bien... — soltó un suspiro —. Entonces yo escojo esta — subrayó la fecha.

— ¿Una semana después?

— Estamos a mano — sonrió —. Tu les avisaste primero.

— Mi error — le sonreí.

— Ahora estoy de mal humor — mintió —. Ven conmigo.

Tomó mi mano y me arrastró afuera del departamento. Tomé los abrigos más cercanos a mí antes de irnos. Sonrió y entramos al elevador. Era como si estuviera tramando algo, sabía lo que pensaba, pues volvió a sonreír y salimos del edificio.

— Ponte esto — le coloqué el abrigo sobre los hombros.

— Siempre me cuidas — dijo con una sonrisa.

Yo solo le sonreí de vuelta. Ella entrelazó sus dedos con los míos y empezamos a caminar sin rumbo fijo, o tal vez lo era, para mí. Solo sentía la fría brisa otoñal mientras caminábamos, además de su cálida mano tomando la mía.

Una ciudad tan transitada estaba en total quietud en la noche, caminando sin rumbo terminamos en ese mismo puente al que hemos ido más de una vez. Ese puente tan alejado de todo, y que, por alguna razón, podíamos ver toda la ciudad desde ahí.

— Me gusta este lugar — sonrió.

— Lo he notado — la miré.

— Si te pidiera que me prometieras alguna otra cosa ¿lo harías? — me miró.

— ¿A qué viene esa pregunta? — dije un poco desconcertado.

— Solo se me ocurrió de repente — sonrió levemente.

Me le quedé viendo fijamente por un largo tiempo, ella hizo lo mismo, pero como si esperara a que yo le respondiera algo. Pasamos así por unos largos minutos hasta que ella soltó una enorme carcajada, le dio un leve vistazo al paisaje frente a ella y dijo:

— Compremos un helado.

— Es de noche — respondí.

— ¿Y? — dijo con una sonrisa.

— Y es otoño — Hoshie solo me miró con esa sonrisa — Y te enfermarás — proseguí.

— No lo haré — refutó

— Si lo harás — la miré.

— No — empezó a caminar.

— Te acuerdas de aquella vez que...

— ¡ESTÁ BIEN! — gritó —. Tal vez me enferme... pero... — se detuvo frente a mi —. Tu me cuidarás — sonrió — ¿Cierto?

— No.

Su sonrisa se desvaneció convirtiéndose en un puchero. Me quedé mirándola con la expresión más seria que pude mantener durante unos minutos, hasta que no soporté más y me solté a reír.

Ella solo se limitó a seguir haciendo esa misma expresión con una mirada rencorosa.

— Me voy — dijo molesta.

— Lo siento — alcancé a abrazarla —. Lo siento, vamos por un helado.

Se dio la vuelta y me abrazó, después de unos segundos levantó su rostro. Sonreía. Una sonrisa tan linda, que me gustaría atesorar y que aún la guardo conmigo. No pasó mucho tiempo para encontrarme con otra sonrisa después de haber salido de una tienda de conveniencia por un helado.

Cuando vi esa sonrisa aquella noche pude asegurar dos cosas. La primera, era que haría lo que fuera para poder proteger su sonrisa. Mientras que la segunda, estaba totalmente seguro de que podría soportar cualquier calamidad que el destino preparara para mí, siempre y cuando ella estuviera a mi lado. Ya era el momento.

Te Espero en mi Próxima Vida (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora