Uniendo Estrellas

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— Hay que acampar — dijo con una enorme sonrisa.

— ¿Acampar? — la miré.

— ¡Sí! — dijo entusiasmada —. Hace poco miré algo parecido por la televisión... — se recargó sobre la mesa —. ¡Hay que hacerlo! — me miró.

— ¿Entonces eso era lo que me querías decir hoy? — tomé un trago de café.

— Lo recuerdas — dejó de mirar hacia la ventana y me volvió a mirar.

— Por supuesto, lo dijiste ayer.

— Entonces... — se aclaró la garganta — ¿Podemos ir?

— ¿Cuándo? — la miré.

— Hoy — sonrió con la menor preocupación.

— ¡¿Hoy!? — estuve a punto de brincar del asiento cuando le dije — ¡Ni siquiera sabes a dónde ir!

— ¡No es cierto! — frunció el ceño —. ¡Ya tengo todo listo!

— ¿Cuándo...

Cerré la boca y solo me limité a verla, estaba emocionada, sus ojos brillaban con una intensidad que me hacía saberlo, estaba frente a mí esperando a que dijera algo, pero como no lo hice, ella siguió hablando.

— Llevo consiguiendo todo desde hace un par de semanas.

— Las llamadas no eran por trabajo ¿no es así?

— No lo eran — dejó de recargarse en la mesa y se fue —. Es solo que... — apenas alcancé a escucharla.

Ella desapareció de mi vista y no mucho después apareció con un montón de cosas, las suficientes como para que su rostro no fuera visible, me levanté de la mesa y fui a ayudarla, o de seguro se estrellaría con algo.

Volví a toparme con su rostro una vez que le quité esa pila de cosas, estaba tan emocionada que preferí no decirle nada, fue entonces cuando me dejé arrastrar por ella hasta un autobús, no podía dejar de verla, así que, si eso la hacía feliz, la seguiría sin importar qué.

Llegamos a lo que para mí sería un lugar en medio de la nada, volteé a verla, era como si su rostro se hubiera iluminado, me dejé arrastrar nuevamente por ella, caminando por un bosque hasta que llegó un momento en el que ella quiso parar.

Empezamos a colocar la casa de campaña mientras ella hablaba sin parar, realmente quería hacer esto, con cada sonrisa, cada mirada y cada palabra que salía de su boca podía darme cuenta de cuanto había planeado esto, el día iba transcurriendo, el paisaje era bonito, pero lo único que puedo recordar bien, es a ella, pues nunca pude quitarle la mirada de encima.

Encendimos la fogata y me senté junto a ella, cielo estaba tan despejado que podías verlo lleno de estrellas.

— Es hermoso — murmuró.

— Lo es — respondí.

— Gracias por venir — dijo con una sonrisa —. Sé que quizá te complique un poco el viaje — recargó su cabeza sobre mi hombro.

— No me agradezcas, me gustó — la miré —. Fue divertido.

Ella volvió a sonreír y se acostó sobre el suelo.

— ¡Mira eso! — señaló al cielo —. Parece una flor.

— Yo no veo nada — dije mientras miraba al cielo.

— ¿No? — me miró.

— Yo solo veo estrellas.

Ella se levantó del suelo y se acercó a mi para tomar mi mano, terminé sentado en el suelo mientras ella me mostraba aquellas figuras que yo no encontraba, ni podía ver. Me atrevo a decir que ni siquiera me importaban tanto, solo era cientos de estrellas.

Pero siempre que volteaba a verla a ella, no hacía más que mirar hacia donde se dirigía su mano, aquello que hacía brillar tanto sus ojos, eso que le gustaba tanto que no dejaba de sonreír. Miraba las estrellas, ella las contemplaba mientras yo la contemplaba a ella.

Me recuerda a aquellas incontables noches de nuestra vida pasada, estoy casi seguro que ella no tiene ni idea de que recuerdo todo, ni siquiera debe de saber el hecho de que la he amado desde una vida atrás.

Que recuerdo con detalle aquellas noches en las que al igual que hoy no dejaba de ver las estrellas, que preguntaba cualquier trivialidad y decía cualquier cosa que se le pasara por la mente. Recuerdo a esa estrella cobarde que me evitó por más de un año por no saber cómo iba responder.

Estoy seguro de que no tiene ni idea de todo lo que vivimos antes, eso pensaba hasta que, igual que como en aquel entonces, dijo aquello que paso por su mente.

— Es igual que como sucedía en aquel tiempo. Tú y yo.

¿Tú yo? Ni siquiera habíamos hecho algo parecido durante todo el tiempo que habíamos estado juntos. Pudo haberse referido a alguien más, pero, ¿por qué dijo aquello último?

— ¿Tú y yo? — repetí

Dejó de ver las estrellas y empezó a verme a mi sin dejar de sonreír, esperé a que continuara, pero solo dijo:

— Sí.

Estaba a punto de hablar, de preguntarle de qué estaba hablando, y a quién se refería, pero no pude hacerlo, porque ella parecía adivinar mis pensamientos diciendo.

— ¿No lo recuerdas? — suspiró — Estoy segura que no — me miró.

— Y qué pensarías... — por primera vez quise darles un vistazo a las estrellas —. Si te dijera que lo recuerdo — volví a mirarla.

Su expresión cambió, y ella calló.

Te Espero en mi Próxima Vida (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora