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Capítulo 22.
Dafne.
—Quiero ver a mi padre— suelto molesta ante su secretaria. Esta me mira a través de sus enormes y corrientes gafas negras detrás de su escritorio.
—Lo siento señorita Dafne, pero su padre acabo de entrar a una llamada importante hace cinco minutos y pidió no ser interrumpido por nada.
La miro cansada de esto. Siempre es lo mismo cada vez que visito a mi padre en la empresa, su secretaria se sigue rehusando a no dejarme pasar si él se encuentra en su despacho.
Pero como ahora no me importa en lo que mi padre se pueda encontrar decido no hacerle caso cuando me llama con desespero dirigiéndome a la oficina de papá. Lo único que quiero de él es un beso y sentirme protejo por sus brazos.
—Dafne, que placer verte aquí— Esteban aparece en mi campo de visión y lo ignoro con rapidez.
Desde la cena del otro día no lo había visto más.
—No me molestes Esteban— musitó cuando pasó por su lado.
No me volteó a apreciar su reacción por mis palabras. No estoy de humor con nadie y los responsables son Sasha y lo hermanos Robinson.
—Señorita Dafne...
Cierro la puerta haciéndola sonar como un estruendo ignorando a la secretaria de mi padre.
Su mirada negra me encuentra de pies delante del marco de la puerta. Mantiene el teléfono pegado a su oreja derecha mientras me mira sonriente. Corro hasta él acurrucándome en sus brazos como solía hacer cuando era una niña y mamá me traía aquí para pasar tiempo con él.
Él me recibe sin poner queja sobre mi peso sobre él. Dejo un beso en su mejilla al tiempo en que la puerta abre apareciendo su secretaria. Mira a mi padre con horror intentando disculpase.
—Le avise que estaba en una llamada importante señor...
—No hay problema con eso— papá la acorta antes de que continué. —. Es mi hija y ella nunca espera por mí.
Su secretaria se queda en silencio asistiendo a sus palabras. Se disculpa antes de salir y volver a dejarnos solos. Se toma su tiempo en la llamada y yo solo me dedico a recibir la suaves caricias que deja en mi pelo. Como desacostumbre lo llevo suelto.
—¿Puedo saber por qué mi adoración entro de esa manera a mi oficina?— la melosa voz que él siempre usa conmigo me hace abrir mis ojos encontrarme con su mirada puesta en mi.
—Hola pa— trepó hasta dejar un beso en su mejilla cubierta de una ligera capa de bello.
Toma mi rostro en sus manos para dejar un beso sobre mi frente. Le sonrió por ello.
—¿Pensé que estaba con Paula amor?— pregunta con suma delicadeza.
El recuerdo de lo vivido en la casa de los Robinson llega a mí y me molesto por molestarme. No debería de pensar más en eso.
—Si, acabo de la casa de mis padrinos hace un momento— reveló tratando de ocultar mi enojo. —. Pa.
—Dime cariño— su sonrisa se expande en su rostro. Me mira con todo el amor del mundo en su mirada. Me gusta ser solo yo la que reciba su cariño de padre.
Beneficios de ser su única hija.
—¿Tengo que viajar a Italia con Jonathan?— pregunto con temor a que él sospeche algo de lo que pasa entre ambos. —. ¿No puedo ir por mi cuenta?
Su ceño se frunce.
—Claro que no amor, tú y Jonathan van a representarnos a Jon y a mí durante nuestra ausencia. Deben de estar juntos. ¿Qué pasa no quieres ir?
Se me fueron las ganas de viajar con el mayor de los Robinson.
—Si, por supuesto— respondo rápido. —. Sabes lo mucho que me gusta viajar a Europa, pero quisiera hacerlo sola.
Me pongo en pies y apoyándome sobre su escritorio para tener una mejor vista del rostro de mi padre.
—¿Te hizo algo Jonathan?
—No— miento. No debería mentirle y dejar que mi padre se haga cargo de Robinson.
—¿Puedo saber el motivo por el cual no quieres viajar con Jonathan a tu lado?
—Mal entendidos— contestó tranquila.
—¿Solo eso?— inquieres interesado.
—Si, sabes que se fue mucho tiempo y al volver no nos sabemos entender— miento. Dios nunca le miento a mi padre.
—Entiendo cariño— dice con una sonrisa. —. Jonathan y tú pueden aprovechar esa semana en Italia y volver a retomar su relación de hermanos. Jonathan siempre te ha querido hija.
Suspiro. No puedo defraudar a mi padre por un enojo con Jonathan, desde pequeña he tenido claro que en algún momento de mi vida voy a tener que hacerme cargo de esta empresa y que voy a tener que hacerlo al lado de Jordania y Jonathan. Es muy tarde para negarme a esto.
—Lo sé— respondo convencida.
—Pero si no quieres ir lo voy a entender perfectamente y no le molestaré. Sabes que estás primero antes que los negocios y la empresa.
Me acerco hasta el volviendo a sentarme en sus piernas, le planto un beso con ternura.
—Gracias pa.
—Ya que estás aquí quieres almorzar conmigo y varios socios.
Acepto y me quedo con él en su oficina ahí dándole con un poco de trabajo. Pasan unas horas cuando mi padre me hace saber que ya es hora.
Camino con él por los pasillos de la empresa hasta llegar a la sala de juntas que es donde se llevará a cabo el almuerzo. Miro a todo los que se encuentran aquí. Hombre en su totalidad, a varios nunca lo había visto en mi vida.
Los hermanos Robinson están aquí y la mirada gris de ambos caen en mí al ver que entro al lado de mi padre. Esteban y su padre también está aquí.
—¿No sabía que íbamos a estar muy bien acompañado?— habla uno de los hombres sentando en la mesa de junta. —. ¿Tu hija puedo imaginar?
El señor no deja de verme en ningún momento y más cuando toma asiento frente a él, mi padre queda a un extremo al igual que mi padrino John acompañado de sus hijos. Yo estoy a la par de papá con Jordán a mi lado.
Él me sonríe y lo ignoro por completo. Que le sonría a salga.
—Si es mi hija y no está a disposición de nadie más que no sea yo— aclara Papa con un toque de amenaza en su respuesta. —. Decidió acompañarme hoy al igual que ustedes.
—¿Y vas a involucrarte más en la empresa Dafne?— pregunta mi padrino desde su asiento. A él le sonrió asistiendo a su pregunta. —. Maravilloso ya podremos lucir que nuestros hijos están al frente de esto.
—Aún no— responde mi padre. —. Mi única condición es que Dafne termine la universidad antes, luego de eso puede ascender como presidenta.
Lo miró sonriente. Él siempre ha dejado en claro que mis estudios son primeros.
—No entiendo. ¿Tu hija será la presidenta de la empresa?— pregunta el padre de Esteban con extrañeza.
Fija sus ojos en los de su hijo que también lo hace igual.
—Si, ella es la heredera mayoritaria— revela mi padre. —. Jonathan y Jordán comparten acciones por ser hermanos, Dafne no. Ella es mi única hija y mi más grande adoración.
Todos los presentes se miran entre ellos al mi padre soltar esas palabras. Los único que no hacen el gesto de horror u sorpresa son los hombres Robinson. Ellos ya son cociente de la decisión de mi padre desde hace años.
¿Tan mal se ve que tome el control de esta empresa en un futuro? Dese mi nacimiento me han preparado para ese momento y espero dar todo de mí al hacerlo.
—Una mujer no puede dirigir una empresa de tal grado— vuelve a exponer el hombre del cual no sé ni su nombre ni apellido. —. Eso sería una ridiculez.
—Puede que suene a ridiculez y lo que creas necesario Alfredo, pero es mi decisión y nadie va a cambiarla— asegura papá.
—Dafne será una gran líder en su momento— expresa el padre Jonathan con orgullo. —. Ella no será muy diferente a su padre y estará acompañada de mis hijos que no la dejarán fallar.