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Capitulo 23.
Jonathan.
—Malcriada— digo siguiéndola. Mira sobre su hombro y sus ojos café no duran mucho para expandirse cuando se percata de que subo los escalones de dos en dos.
Termina de subir antes que yo pueda alcanzarla. Avanzó con más rapidez que antes y al llegar me encuentro la puerta de la habitación de Jordán donde ella decidió quedarse por esta semana cerrada y con seguro de por medio.
—¿Ya te acobardaste bonito?— gritó desde afuera. Mi tono es burlón al soltarlo, ella sabe lo que le espera y prefiere resguardarse en su habitación. —. ¿Quieres abrir la puerta?
—No.
—Bien.No ínsito. Tengo mejores planes.
Me alejo bajando otra vez las escaleras y llegar hasta la oficina que contiene la casa. Recuerdo donde mis padres dejan llaves de respuesta en cada una de sus propiedades por si la visitamos por nuestras cuenta no tener inconveniente.
No me toma mucho el volver a su puerta. Inserto la llave en la manilla girándola de espacio logrando que la puerta y el seguro sede ante mí.
Arrastro la puerta encontrándola de pies junto a la cama sin aún saber que estoy aquí. Me acerco sigilosamente hasta ella inclinando mi cuerpo para poder hablar en su oído.
—En mi casa y en mis garras nunca vas a estar segura bonita— tomó su cintura para evitar que se escape.
Pega un grito descomunal dejando caer su teléfono al suelo. Agradezco que no hay propiedades cerca y que nadie va a escuchar ese grito de susto innecesario.
—¿Cómo diablos entraste?— sigue gritando tratando de zafarse de mi agarre.
Sonrió, no voy a revelar mi secreto y que ella pueda usarlo en mi contra.
—Tenía un as bajo la manga bonita y no podía esperar más para usarla.
Bufa.
—¡Suéltame Jonathan!
—No quiero.
La pego a mi cuerpo cuando intenta salir alejándose. Forcejeamos un poco y lo único que ella provoca y logra es que su perfecto culo se frote deliciosamente corta mí entre piernas. La fricción me hace reaccionar en segundos.
—Jonathan— su voz sale ahogada. —. Suéltame.
—¿Enserio lo quieres?— preguntó de la misma manera. No recibo nada de su parte. —. Deja de ser dura y orgullosa Daf y pídeme lo quieres y yo quiero.
Niega. Dios ella es el orgullo hecho persona.
—No quiero...
—Dímelo mirándome a los ojos y después consideraré la opción de creerte— la detengo girándola en mis brazos.
Poso mi mano debajo de su mentó alzándolo, ella me mira y lucha con toda sus fuerza por soltar las palabras que hace poco pronunció convencida.
—Estoy esperando por ti bonita— la insisto a seguir sonriendo.
Ella no podrá porque quiere lo mismo que yo. Siempre lo ha querido.
—No...— pronuncia con dificultad. —. No... yo no... quie... ¡Maldición Robinson no me hagas esto!
Entapa sus labios contra los míos en un beso muy exigente. Lo domina unos segundos hasta que yo tomo el control absoluto de la situación.
—Estuviste con Sasha...
—Estoy contigo ahora— la beso callándola. —. Ahora eres tú bonita. Siempre ha sido tu.
Hace el amague de volver a decir algo más y no le doy tiempo girándola devuelta para tumbarla sobre la cama. Ella decidió quedarse en la habitación de Jordán mientras estamos en Italia y voy hacer que vuelva a la mía que es donde ella pertenece.
Quito el nudo atado en su espalda baja y con la misma desesperación bajo el zipper para dejar caer el vestido al suelo. Lo único que lleva son una braga de encaje negro que se dedicas a besar la piel de sus caderas sujetándose a ella.
Mis manos se cierran a los lados de su cadera y no le tomo importancia a hacerlo con fuerza para que mis dedos queden marcados ahí.
—Eres una orgullosa, malcriada y provocadora Dafne Smith— musitó mordiendo el óvulo de su oreja. Mis manos está encantadas de acoplar los pechos firme de ella.
La única respuesta que obtengo de ella es un suave jadeo al comenzar a los puntos erectos de sus senos. El contacto se siente delicioso en mis manos. No entiendo cómo puede estar con Sasha todo ese tiempo y no volver a estados unido y recuperar lo que me pertenecía. Dafne nunca salió de mi cabeza, ni siquiera cuando estaba con Sasha. A la única que imaginaba en la intimidad con salga era a la mujer que toco ahora.
Es algo que solo un canalla haría, lo sé. Pero a Sasha siempre le deje los punto claros de la relación que ella misma se encargó de inventar. En eso nunca le mentí y es mi único consuelo.
Mi corazón le ha pertenecido a una sola mujer y es a la que quiero tener el resto de mi vida, aunque no pueda y esté muy prohibida.
—Y una mentirosa— digo satisfecho al descender mi mano hasta entrarla en su brava. Los hilos de su humedad reciben mis dedos desmintiendo sus palabras antes dichas. —. Si no quieres esto Dafne al menos explica cómo estás tan mojada.
Tira su cabeza hacia tras descansándola sobre mi hombro. Sus labios están entre abiertos soltando incoherencias.
—Estoy contigo, pero no sabes lo que pasa por mi pensamiento— logra pronunciar. —. No sabes si pienso en otro que si me haga mojar de esta manera y no tu.
Orgullosa y mentirosa. Una combinación perfecta.
—Mentirosa— pronuncio al tiempo en que la penetro con mis dedos. Soy recibido por la misma calidez de otras veces.
Comienzo con unas penetraciones suaves alargando el momento que ella espera. Dafne se deja llevar por las sensaciones que experimenta por mi toque ahora. No ha vuelta a quejarse y en cambio solo suelta gemidos y jadeos. Retiro mis dedos de su interior, ahora está más mojada y exaltada que antes, es como la necesito por fundirme en ella.
Me se paró de ella rodeándola hasta esta frente a su rostro, ella me mira muy atenta a cómo me desvisto frente a ella. Lo hago despacio disfrutando el ver como ella muerde su labio inferior con deseo en su mirada recorriendo cada uno de mis tatuajes visibles. Sus manos suben hasta sus senos amasándolos como yo lo hacía antes.
Me deleitó unos minutos mirando complacido sus caricias. Quita sus manos para bajar sus bragas muy despacio sin romper el contacto de nuestros ojos. Me dejo caer con fuerza en la cama quedando sentado a la orilla y embobado por la mujer frente a mí. Ella termina quitando sus bragas y lanzándolas a mis caras.
¿Cómo se atreve?
La retiró pasándola por mi nariz aspirando el olor de ella en la prenda, la miró en mis manos para dejarla a un lado.
—¿No te la vas a robar como las otras?— dice refiriéndose a la vez que lo hice.
—Me encantaría, pero ya tengo a la que se encarga de lucirla y es más entretenido quitártelas que robártelas.
—¿Seguro?
—Muy seguro bonita— le guiñó un de mis ojos.
Camina hacia mí arrastrando sus pies con seducción subiéndose sobre mí. Toma mi cara entre sus pequeñas manos besándome, usa su lengua haciendo movimientos claves que ella nunca había utilizado, al menos no conmigo. Mis manos acoplan lo redondo de su culo a lo largo del beso.
Mi miembro termina por despertarse por completo cuando ella finaliza midiendo mi labio inferior con algo de fuerza. Quiero quejarme y no sé si es por la manera en la que ella me muerde o por lo molesto que sea vuelto el llevar mi bóxer puesto aún y comprimir mi polla despierta por su culpa.
—Me gusta así— digo cuando suelta mi labio refiriéndome a la manera en que ella se mueve.
Sus labios se elevan a los lados mostrando una sonrisa satisfecha. No sé lo que pase por su cabeza, pero si continúa así el resultado no solo va a gustarme.
La mirada café que venero se fija en la mía mostrándome la maldad plantada en ella. Nunca la había visto así y es lo más excitante que hay en el mundo. Sube su mano a mi boca adentrando su dedo corazón y anular en mi boca.
Acepto la muda petición chupándolos como ella quiere. Dafne suelta un pequeño gemido que pone mis pelos de puntas. Lo retira y sin dudarlo lo baja hasta su entrada.
Su mirada solo deja la mía cuando ella junta sus palpados disfrutando de ser ella misma la que se complace.
—¿Los tienes dentro bonita?— preguntó observando la manera en que ella se auto complace
Recarga su frente contra la mía.
—No— jadea moviendo sus manos despacio. —. Quieres que los meta Robinson.
—Sí.
—Listo— gime. La beso en respuesta.
—Muévelos— pido contra sus labios. —. ¿Sabes cómo moverlos y follarte a ti misma bonita?
—¿Acaso vas a enseñarme a masturbarme Jonathan?— sonríe tirado su cabeza hacia atrás. —. Mmm... Esto es muy delicioso.
Ignoro las cosas que esas palabras provocan en mí. Es jodida la imagen que tengo de ella ahora mismo masturbándose sobre mí.
—¿Sabes cómo hacerlo sin que yo te diga?— busco saber. Voy a correrme pronto viéndola de esta manera y sin poder detenerla.
—Si— me mira otra vez.
—¿Te has masturbado otras veces bonita?
—Miles de veces—responde acercado sus labios a mi oreja. —, he perdido la cuenta de veces que lo he hecho.
Muero mil veces con su respuesta. Reparto mordidas y lambidas leves por cada parte que mi boca toca de su piel, ella no deja de auto complacer su cuerpo necesitado por ninguna razón. Presiona su mano libre para tira de mi cuerpo hacia atrás.
Sonrió al tener mejor vista de lo que ella hace, su cuerpo ha comenzado a temblar levemente reconociendo el buen trabajo que ella está haciendo. Su mano entra y sale de ella repetidamente y solo la veo detenerse de penetrase moviendo en círculo sobre su punto. Varias y vuelve a penetrar.
—¿Te gusta así?— pregunta al borde de correrse sobre mí.