𝐀lma nunca creyo que alguien seria capaz de amarla, por eso se acostumbro a los malos tratos de Simon. pero un dia llego alguien más, alguien que la trata como realmente se merece; Matias Recalt
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Termine de secarme el pelo y salí de mi cuarto, pero tuve la mala suerte de cruzarme a Simon saliendo del cuarto que estaba al lado del mío.
Acelere mis pasos pero no fui lo demasiado rápida para evitar que me agarre del brazo y me frenara.
–Alma, perdóname. Por favor–dijo así sin más mientras se ponía frente mío.
–¿Cómo está Maria?–pregunté fingiendo inocencia. Él me miro un poco avergonzado–Yo que vos la cuido, son los dos iguales; y dos mierdas juntas no suelen coincidir siempre–dije para después irme, retomando mi camino.
No escuche sus pasos detrás así que supe que había dejado de seguirme. Me sentía bien por haberle dicho lo que pensaba, me sentía bien solo de pensarlo, porque sé que si hace semanas no me alejaba de él, no seria ni capaz de pensarlo.
Llegue al living y allí estaban todos con una sonrisa mirando a Matias, quien abrazaba a una castaña. Matias tenia los ojos cerrados así que no me vio, y sobre la castaña no pude ver mucho más que su largo y lacio cabello ya que estaba de espaldas.
–¿Cómo llegaste, gorda?–preguntó Matias con sus brazo en los hombros y los ojos fijos en los de ella sin poder borrar su sonrisa.
Por ese apodo entendí que probablemente se trataba de su hermana.
–Emm...En un Uber–dijo tartamudeando y mirando "disimuladamente" hacia su derecha, donde estaba Enzo mirándola como si fuese la mujer más hermosa que vio en su vida.
Pero claramente este gesto Matias no lo había notado. Es hombre.
–Tu cuñi–dijo Fran poniéndose a mi lado mientras me pegaba un codazo.
Lo mire y sonreí, intentando no ruborizarme.
Cuando volví mi vista al frente, mis ojos se cruzaron con la castaña de ojos hermosos; un azul precioso, muy parecidos a los míos.
Ella le miro con una sonrisa divertida con una pizca de complicidad mientras se acercaba. Me quede tiesa, pero no borre mi sonrisa.
–Hola–la saludé una vez que estaba a unos pocos pasos de mí.
–Hola–respondió estirando la "O" para luego señalarme–¿Vos sos la novia de mi hermano?
–No, ¿Vos podes creer que no me da bola?–dijo Matias colgándose de sus hombros mientras me miraba.
–Ay, callate mentiros...–mis palabras acompañadas de mis dedos haciendo un montoncito fue interrumpido por su voz delicada.
