Y ahí estaba el, desnudo con una frazada en sus piernas, solo para cubrir sus sagradas zonas íntimas. Cosa que al parecer Aziraphale ponía muy nervioso.
— ¿Quien eres tú? ¿Quien soy yo? ¿Que soy yo? —
Los nervios del regordete rubio estaban al mil por ciento, el no entendía como su antiguo jefe estaba ahora en su librería desnudo y al parecer con perdida de memoria, el no lograba comprender del todo lo que esto significaba.
— Oye, tú... Chico bonito. —
— ¿Q-Que dices? — Soltó el ángel con un tono nervioso y confundido.
— Eres muy lindo, ¿Yo soy lindo? —
— Esto no puede estar pasando a mi... Oh, señor. —
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— ¡Achuu! — Lord Beelzebud parecía enfadado, no era alguien que pensara demasiado ese tipo de situaciones, pero su ángel jamás lo dejaría esperado.
— Pero, Lord. ¿Se encuentra bien? —
— Estoy bien, Shax. Ahora haz lo que te dije... —
— Si, bien! —
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Aziraphale le daba vueltas al asunto, no sabía que hacer con Gabriel, o mejor dicho Jim, ya que ahora le había dado ese nombre puesto que el de ahora ojos verdes no dejaba de preguntar quien era.
El estaba tan desesperado que solo atino a llamar al único que podría ayudarlo en todo esto, a su amigo y solamente a su amigo. Crowley, el demonio.
Claro que para el demonio descubrir todo esto casi le provoca un paro cardíaco, se negó rotundamente a ayudar pero Aziraphale lo convenció. Gabriel... Jim, no era malo, parecía el ser más inocente de la tierra o del universo, y hasta que no pudieran ayudarlo, el se quedaría ahí escondido gracias a un pequeño milagro conjunto.
Gabri... ¡Jim!
Jim se encontraba rondando la librería, el trataba de no hacer ruido pues Aziraphale le había pedido silencio pero no parecer inexistente en el proceso, por eso comenzó a cantar una pequeña melodía, si, parecía salir de lo más profundo de el. Y claro, el demonio Crowley lo miraba con asco y de forma irritada.
— Jim, Querido. ¿Podrías... — Y Aziraphale fue interrumpido por aquel demonio.
— ¡Ángel! — Aquel tono chillón y molesto saco a el ángel de sus pensamientos y rió.
— Oh, Crowley... Está bien. —
Jim solo observaba la escena de forma incrédula, aún así se sentía algo familiar, algo que seguramente le podría pasar a el, algo que le había pasado. Si es que tan solo recordara.
Los días pasaban y el se acostumbraba a las reglas del ángel regordete, este tenía muchas, eran muy confusas y curiosas. Pero si tuviese que resumirlas en una palabra esa era PROHIBIDO.
Después de logran entender sus deberes y de ser múltiples veces reprendido por el demonio Crowley, Jim (al fin el narrador lo dice bien!) termino de hacer aquellos favores que Aziraphale le pedía, por lo que decidió sentarse en aquella silla y mirar al pelirrojo con simpatía.
— ¿Chocolate para Jim? —
— ¿Porque hablas en tercera persona? — Se quejo el demonio pelirojo.
— Oh, bueno. No estoy seguro de ser un Jim... —
— Argh, como sea. No soy tu niñera, el ángel volverá pronto. Cállate. —
— Cállate... Callar, no hacer sonido alguno. ¡Puedo hacer eso! —
— ¡Pues cierra la maldita boca! —
Vaya, ese tipo de cabello rojo si que tenía muy mal humor, demasiado bueno para estar al lado de el ángel regordete y servicial.
La puerta de la librería su abrió, dejando ver a aquel luminoso ser pachoncito, los ojos del demonio brillaron y este fue hacia el para preguntar la buenas o malas nuevas. El ángel y el demonio. Jim se sentía identificado.
— Oh, Jim. — Soltó el ángel en un tono compasivo.
— ¿Hay chocolate para Jim? —
— ¿Porque habla en tercera persona? — Pregunto el ángel algo confundido.
— Yo que se, ya dale su maldito chocolate. — Ese demonio solo se quejaba, o eso pensaba... Jim.
— En un momento, Queri... Jim. —
Claro, el ángel tenía que evitar que su amigo enloqueciera y a la vez tenía que ser cordial con quién alguna vez fue su jefe y el Arcángel Supremo. Difícil situación.
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One-Shot || Good Omens
FanfictionHistorias de Good Omens, así sin más. Ships raros (?