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“Te bloqueo y te sigo, te recuerdo y te olvido, sentimientos mezclados y un amor que está perdido.”

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6 de Septiembre, 2025.
Londres, Inglaterra.

No sabía si Enzo se había quedado helado frente a ella o ella se había quedado helada frente a él, pero el silencio eterno que tenían desde hacían unos segundos le hacía pensar tantas cosas que no podía quedarse con un solo pensamiento cocreto. Enzo tenía un tipo y aunque no lo quisiera aceptar, era basado en ella. Morochas, ojos claros y una clara linda sonrisa. Agostina tenía tanta razón que Enzo no sabía cómo reaccionar si no era como últimamente se sentía. Con bronca.

—Pero lo mejor de todo es que se parecen, Agos. —Relamió sus labios, dejándola completamente confusa ante lo que estaba escuchando. —Se parecen tanto físicamente que eso es lo que me gusta; que a pesar de todo no son vos y nunca serán vos. Y esa es la mejor parte. —Respondió esbozando una pequeña sonrisa ladina en el proceso de observar sus reacciones. Perpleja palabra por palabra que escuchaba en ese tono amargo. —Estás hermosa. —Murmuró repentinamente tras dar una última mirada por su figura.

Podía sentir la ironía en su voz, podía escuchar como se burlaba de ella cada vez que abría su boca, podía verlo sonreír tras esa mirada agrandada que tenía, podía ver hasta como sus ojos se pasaban por su silueta como si no tuviera nada puesto ante ellos. Vulgar, desvergonzado y humillante. Ya no sabía quién era y estaba segura de que lo desconocía por completo por una simple razón.

Su Enzo jamás la miraría así.

Se deshizo de ese agarre dominante en su cuello con la brusquedad necesaria para lograrlo, aún intentando encontrar esa pizca inconfundible del Enzo que había dejado hace una semana en ese puente de Chelsea mientras lo veía sonreír, bajando su mirada por unos segundos antes de volverla a subir. Se burlaba de ella y su cara incrédula, como si realmente le satisficiera ver como no lo reconocía ni teniéndolo en frente y el haberla tomado por sorpresa lo enorgulleciera. Había algo en él que extrañamente no le hacía dudar de lo que decía, había algo en sus ojos que parecía ser sincero ante lo que expresaba y, quizás eso era lo que la tenía tan descolocada; saber que le creía cuando le decía que ya no la quería más.

—Decile eso a Cyntia, por ahí ella sí te cree cada mentira que se te ocurre. —Escupió, acomodando su vestido antes de darse media vuelta.

Inmediatamente se dirigió a la barra, ignorando por completo la mirada clavada que tenía sobre ella proveniente del morocho y la voz del presentador aún dando un largo discurso acerca de los cronogramas del resto del mes. Enzo estaba siendo todo lo contrario a lo que había sido la semana pasada, si bien la había engañado los primeros minutos con ese abrazo y sus dulces palabras, su mirada y el tono que había empleado para su ironía habían sido más que suficientes para que Agostina le sacara la ficha y se diera cuenta de que no era su Enzo. No era el mismo que había dejado en Londres hace años y seguía sin entender razones aunque estuvieran frente a sus narices.

Pidió un whisky seco al bartender antes de girar a visualizar las mesas, deteniéndose una vez más cuando notó al futbolista volver a su lugar asignado en lo que depositaba un beso en la mejilla de su acompañante y susurraba algo en su oído, obteniendo una sonrisa como respuesta. No sabía ni cómo sentirse. Cyntia se veía hermosa, porque aunque se quisiera engañar, el atrevimiento que caracterizaba su vestido negro le daba más personalidad a su atuendo que lo que aportaba de vulgaridad, sin dudas ayudaba a resaltar sus ojos claros y la sencillez de su maquillaje para hacer el contraste. Y no podía evitar bajar la mirada a su propio vestuario. Su vestido negro ajustado seguía intacto, aferrándose a sus curvas y dejando a la vista la piel de su cintura y su espalda al descubierto con ese toque de finura y elegancia que tanto la caracterizaba por encima de la formalidad del evento. No era de compararse, para nada, pero había algo que le hacía preguntarse en qué momento Enzo había decidido dejar de elegirla a ella para elegir algo tan idéntico pero distinto a la vez.

SANTA. | ENZO FERNÁNDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora