Violeta se sumergía en la atmósfera tranquila y acogedora del pueblo de Menorca. Las calles empedradas y las casas blancas con sus puertas de colores le recordaban a los pueblos de postal que solía ver en las películas. El aroma a mar y a flores frescas llenaba el aire, invitándola a explorar cada rincón.
Mientras caminaba, su mente vagaba entre los recuerdos de los últimos días. Había sido un torbellino de emociones desde que llegaron a la isla. Recordaba la calidez de la familia de Chiara, su complicidad con Jasmine y la diversión con Joey en la playa. Pero sobre todo, recordaba la conexión profunda que compartía con Chiara.
La brisa marina acariciaba su rostro, trayendo consigo una sensación de calma y serenidad. A lo lejos, el sonido de las olas rompiendo en la costa resonaba como una melodía suave y reconfortante. En ese momento, Violeta se sentía en paz consigo misma y con el mundo que la rodeaba.
A medida que avanzaba por las pintorescas calles, se permitía sumergirse en la belleza simple de aquel lugar. Cada esquina revelaba una nueva sorpresa, ya fuera una plaza encantadora, una tienda de artesanías o un café acogedor. Era como si el pueblo estuviera impregnado de magia, invitándola a explorarlo sin prisas.
Violeta se detuvo frente a una pequeña plaza adornada con flores coloridas y se sentó en un banco de madera. Desde allí, podía admirar la vista del mar y sentir la tranquilidad que emanaba del entorno. En ese momento, se dio cuenta de lo afortunada que era de estar allí, rodeada de belleza y amor.
Violeta se adentró en una encantadora floristería del pueblo, donde una variedad de colores y fragancias llenaban el aire. Sus ojos se posaron en un precioso ramo de tulipanes rosas, cuyos pétalos parecían capturar la suavidad del atardecer.
Con una sonrisa en los labios, Violeta tomó el ramo entre sus manos con cuidado, admirando cada una de las delicadas flores. Sabía que Chiara amaría aquel gesto, y quería expresarle con aquellas flores lo especial que era para ella.
Después de pagar por el ramo, Violeta salió de la floristería con el corazón rebosante de emoción. El aroma fresco de los tulipanes envolvía sus sentidos, y cada paso que daba la acercaba más a su destino.
Violeta se encontraba frente a la puerta de la casa de Chiara, con el ramo de tulipanes rosas en una mano y los nervios palpables en el estómago. Antes de que pudiera llamar a la puerta, esta se abrió de golpe, revelando a Chiara, quien la recibió con un radiante y cálido abrazo que pronto se transformó en un apasionado beso.
Los nervios de Violeta se disiparon al instante ante la ternura del gesto de Chiara. Con el corazón latiendo con fuerza, Violeta entregó el ramo de tulipanes, que Chiara recibió con una sonrisa luminosa. Los ojos de Violeta brillaban con la emoción de aquel momento, sabiendo que había tomado la decisión correcta al expresar sus sentimientos con aquellas flores.
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La cena transcurría en la atmósfera acogedora del hogar de Chiara, con el murmullo animado de la conversación llenando la habitación. Los padres de Chiara y sus hermanos estaban compartiendo anécdotas del día, riendo y disfrutando de la comida casera. Sin embargo, para Violeta, el tema de la conversación comenzó a provocar un nudo en su estómago.
A medida que la familia de Chiara hablaba sobre las relaciones de pareja y cómo algunas personas podían ser controladoras o manipuladoras, Violeta se sintió incómoda. Sus propias experiencias pasadas resonaban en sus pensamientos, recordándole el dolor y la angustia que había experimentado en el pasado. Sin embargo, no quería llamar la atención sobre sus propias luchas delante de la familia de Chiara, por lo que mantuvo su malestar en silencio.
Chiara, siempre atenta a los matices emocionales de Violeta, notó de inmediato su incomodidad. Aunque no quería interrumpir la cena familiar, sabía que debía abordar el tema para tranquilizar a su pareja. Con discreción, comenzó a enviarle pequeñas señales de apoyo, como apretar suavemente su mano debajo de la mesa o enviarle una sonrisa tranquilizadora.
A medida que la cena llegaba a su fin y la familia de Chiara comenzaba a recoger los platos, Chiara encontró el momento perfecto para llevar a Violeta a un lado y hablar con ella en privado.
Después de un rato más con los familiares, Chiara y Violeta finalmente subieron a la habitación. El ambiente era tranquilo, con el suave resplandor de la luz de la lámpara iluminando la habitación mientras se sentaban en el borde de la cama. Chiara miró a Violeta con preocupación, notando su expresión pensativa y distante.
"¿Estás bien, amor", preguntó Chiara suavemente, colocando una mano reconfortante sobre la de Violeta. "Has estado intranquila durante toda la cena. ¿Pasa algo?"
Violeta inhaló profundamente, sintiendo el nudo en su garganta mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que estaba sintiendo. Finalmente, decidió abrirse a Chiara, confiando en su amor y comprensión.
"Es solo que durante la cena, cuando hablaban sobre relaciones y todo eso", comenzó Violeta, su voz temblorosa con emociones contenidas. "Me sentí incómoda. Recordé algunas cosas del pasado, ya sabes sobre ser manipulada y controlada en una relación".
Chiara escuchó en silencio, su corazón apretándose al escuchar las palabras de Violeta. Sabía que su pareja había pasado por experiencias difíciles antes de conocerla, y le dolía verla luchar con esas emociones una vez más. Con un gesto tranquilizador, envolvió suavemente a Violeta en un abrazo reconfortante.
"Lo siento mucho, Vio", respondió Chiara con voz suave. "Quiero que sepas que nunca sería capaz de hacerte daño de esa manera. Eres lo más importante para mí, y haría cualquier cosa para protegerte y hacerte feliz".
Las palabras de Chiara calaron hondo en el corazón de Violeta, disipando sus temores y envolviéndola en una sensación de seguridad y amor. Con un suspiro de alivio, se permitió relajarse en el abrazo reconfortante de Chiara, sintiendo una oleada de gratitud y amor por su increíble pareja.
"Lo sé, Kiki", respondió Violeta con suavidad, mirando a los ojos amorosos de su novia. "Gracias por estar siempre ahí para mí, incluso en mis momentos más difíciles. Te amo".
Chiara respondió con una sonrisa cálida, devolviendo el amor de Violeta con igual intensidad. Juntas, se aferraron el uno al otro, sabiendo que mientras estuvieran juntas, podrían superar cualquier desafío que se les presentara en el camino de su amor y complicidad.
Inseguridades de Vio para superarlas juntas:
1. Miedo al rechazo por parte de sus familiares: Superada.
2. Inseguridad sobre su apariencia física: Superada.
3. Dudas sobre su valía personal y autoestima: Superada.
4. Temor a no ser lo suficientemente buena en sus relaciones: Superada.
5. Preocupación por no estar a la altura de las expectativas de los demás: Superada.
6. Sentimientos de inferioridad en comparación con los demás: Superada.
7. Miedo al abandono en sus relaciones íntimas: Superada.
8. Temer a ser vulnerable y mostrar sus verdaderas emociones: Superada.
9. Sensación de no encajar: Superada.
10. Preocupación por no ser lo suficientemente atractiva: Superada.
11. Temor a ser traicionada por aquellos en los que confía: Superada.
12. Miedo a repetir patrones de comportamiento dañinos en futuras relaciones.
13. Temor a ser manipulada o controlada de nuevo: Superada
14. Preocupación de volver a una relación tóxica: Superada
15. Miedo de ser etiquetada como "dañada" o "rota" por parte de posibles parejas: Superada.
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Destinadas a conocernos - KIVI
RomanceVioleta Hódar vive en Barcelona, una ciudad vibrante que no ha logrado iluminar su vida sombría. Después de una relación que la dejó marcada, tanto física como psicológicamente, Violeta se encuentra atrapada en un ciclo de dolor y aislamiento. Lejos...