Capitulo 3

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--Tom Trümper -- 19 años --Alfa

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--Tom Trümper
-- 19 años
--Alfa

By Bill

Miraba como los hombres de la mudanza bajaban  mis cosas y las acomodaban en mi nuevo departamento, pues mi madre me había echado de su casa cuando se enteró que era un omega.

Por suerte tenía este departamento que mi padre me había dejado antes de morir, ahora todo había dado un giro de 360° y aún así no podía pensar con claridad, mi mente no dejaba de divagar la confesión de esos dos.

Mi corazón latía con extraña felicidad y emoción cada que lo recordaba.

--Señor Kaulitz, ya hemos acomodado todo--dijo el chico de la mudanza.

--Muchas gracias--le sonreí amable a lo que él se sonrojó ligeramente.

Entre al depa y me desmorone en el sillón del living, estaba tan cansado y mañana tendría que ir a la universidad, exhale fuertemente.

Sería un día interesante.

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Habia llegado con una hora de antelación a la universidad para poder desayunar mientras leía un paper para mi clase de química orgánica.

Estaba sentado en una de las mesas de la cafetería central, bebiendo tranquilamente mi té de infusión de frutas, el cual me relajaba cuando me sentía ansioso.

De repente, una voz vino a interrumpir mi tranquilidad.

--Vaya, pero si los rumores son ciertos, increíble.

La voz de Andreas sonó en un tono burlón.

-Eres un omega.

Yo alcé mi mirada a él y bufé por su actitud tan estúpida de siempre, lo ignoré.

--Sabes, ahora ya no estás en el derecho de comportarte como un puto engreído-- dijo en un tono molesto.

Lo seguí ignorando.

--¿Qué no escuchas cuando te hablo putita? --su mano se enredo en mi cabello y jaló fuertemente hacia abajo para que pudiera mirarlo.

Alcé mi puño y lo estrelle en su entrepierna que estaba justamente a la altura de mi rostro.

Andreas cayó al suelo cubriéndose su parte adolorida, yo me levanté, me acerqué a él pisando su cabeza con mi costosa bota Gucci mientras acomodaba mi cabello.

--Mira imbécil, Omega o alfa , sigo siendo mil veces mejor que basuras como tú, entiendes? , que mi género haya cambiado no significa que me puedas tratar como a una prostituta sin derechos ni valor.

Dejé la marca de mi tacón en su mejilla y salí de ahí, ignorando los murmullos de las personas a las que les ofrecí semejante espectáculo.

Todos me miraban y cuchicheaban, como siempre, no era nada nuevo para mi pero ahora me sentía ligeramente extraño.

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