Capítulo 10

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Berlín, 2003

Cuando no estaba con Tom y Georg  o en el colegio estudiando, me la pasaba metido en el laboratorio de la casa experimentando con diferentes reacciones químicas para lograr encontrar la fórmula perfecta que estaba buscando. 

Era una suerte para mí que mis padres posean una de las más grandes y poderosas farmacéuticas del país, gracias a eso tenía un montón de accesibilidad  a distintos productos químicos para poder  experimentar.

Por cual en este momento me encontraba estudiando biología para entender como funcionaban los cuerpos de los alfas y los omegas, si había algún indicio de que se pueda hacer un cambio o alteración en el ADN de ambos o tal vez si los alfas pueden unirse de alguna manera con otros alfas y crear un lazo igual de irrompible que las parejas predestinadas. 

Pero nada, no había ni rastro de que aquello fuera posible, al parecer nadie se había atrevido a experimentar con los cuerpos de ambos géneros o simplemente no se han hecho la misma pregunta que yo me he hecho ¿pueden dos alfas enamorarse y vivir felices para siempre sin la necesidad de un vínculo biológico? incluso ¿puede existir un vínculo amoroso entre tres alfas, sin ningún problema?

No lo sabía y los malditos libros no servían de absolutamente de nada. Me estaba planteando seriamente en solo experimentar con ratas y ver los efectos que tenían para luego experimentar en humanos, pero lo difícil sería eso, que algún idiota me dejara experimentar con su cuerpo.

Decidí ir por la primera opción y comenzar a experimentar con animales, esta tarde iría junto con Georg y Tom a comprar un par de ratas en la tienda de mascotas para poder comenzar con los experimentos lo más pronto posible. Tendría que hacer las cosas con cuidado si no quería que mis padres descubran lo que estaba haciendo. 

Llegué alrededor de las 10 de la noche a la casa con las ratas, había comprado tres de diferentes colores a las cuales cada uno le puso un nombre, la rata blanca Tom la llamó Pip, la café Georg la llamó Chispa y a la rata negra la llamé Mordisquitos. Algunos animales eran como nosotros los humanos que teníamos el otro género de alfa, beta u omega, las ratas eran una de ellas por eso era más sencillo utilizarlas. 

Los roedores eran tres machos alfas según la vendedora del local pero aun así, les hice un examen de sangre para pode verificarlo, para mi suerte estaba en lo cierto. Ahora el primer paso sería monitorear cada cuanto tenían su ciclo de celo y como era su comportamiento en ese estado sin ninguna hembra u omega con la cual poder reproducirse, mientras tanto debía trabajar en alguna formula que pudiera alterar el ADN de un alfa o tal vez, solo alterar sus feromonas como primer paso. 

Me tardé tres meses en obtener el primer prototipo de alteración genética, ya que en esos meses había desarrollado feromonas falsas de omega y la había probado en Mordisquitos para observar la reacción y lo que me topé me hizo pensar muchas cosas, pues la reacción de las otras dos ratas ante el nuevo olor del otro roedor fue tratarlo como lo que olía, un omega. Ambas ratas habían tenido coito con Mordisquitos, a pesar de no estar en su ciclo de celo, mantuvieron sexo con la rata todo el tiempo que duró las feromonas que le había rociado.

Dichas feromonas solo tenían una durabilidad de dos semanas luego de eso monitoree muy bien a Mordisquitos para saber si había sufrido de alguna alteración en su cuerpo, genética o ciclo de alfa pero no, estaba completamente normal. Hasta que que Mordisquitos tuvo su ciclo de celo y tuvo sexo con Pip y Chispa, no entendía que mierda estaba sucediendo ¿ cómo una rata alfa podía follarse a otras ratas alfa?  Aludí ese comportamiento a que se encontraba en su celo y el sexo era netamente con fines reproductores y al estar en un lugar en donde no había una hembra u omega al que preñar, pues se lo hizo con ellos. 

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