Epílogo

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Pov Bill

Un año después.

Estaba dando pequeños saltos y moviendo mi cadera en círculos sobre la gran pelota azul de yoga mientras me ponía crema sobre mi vientre abultado de 38 semanas de gestación.

Si quería tener un parto normal tenía que hacer de todo para llegar por lo menos a 10 cm de dilatación y solo de pensarlo me cuestionaba si era mejor una cesárea. Con la venida de dos mellizos, se supone que lo mejor era una cesárea pero me negaba rotundamente a tener una cicatriz como esa en mi vientre.

Así que hacía todo tipo de ejercicio para dar a luz lo más pronto posible. Bailaba , hacia ejercicio, incluso vi en internet que la mejor manera de adelantar un parto era la misma manera en la que se provocó.

Pero esa sería mi última opción a pesar de que yo si hubiera querido mantener relaciones con los chicos en el embarazo, ellos eran demasiado correctos para hacerlo. Aún así ya se me ocurriría algo para poder persuadirlos.

Cuando dejé de untarme crema en el vientre, seguí leyendo el artículo científico sobre avances en la farmacéutica en los últimos cinco años, a causa del embarazo tuve que dejar recientemente la universidad para tener a mis bebés y no entraría hasta dentro de un año y medio más o menos, lo que me traía sin cuidado, acaba de cumplir los 19 años y no me causaba ningún momento volver a mis 20 casi 21 años, total solo me faltaban dos años para graduarme.

Por otro lado, Tom y Georg estaban hasta la cabeza de exámenes finales, Tom para ingresar al internado y Georg para graduarse de abogado.

El ambiente se sentía tenso a causa de ello y lo más importante es que no me prestaban la atención que yo necesitaba y más ahora que mis hormonas estaban todas alborotadas.

Me levanté de encima de la pelota y fui hasta la cocina para prepararme un café helado, hacía tanto calor que decidí quitarme la camiseta que llevaba y cambiarlo por un pequeño croptop de tiras pues no sólo mi vientre había crecido sino también mis pechos, no como los de una mujer solo que estos se veían ligeramente más gorditos y a veces me dolían. Así que se me era más cómodo tenerlos cubiertos.

Después de prepárarme mi café helado con leche, fui hasta la sala de estar a estar a Tom y Georg, que deberían llegar en cualquier momento.

Nos habíamos mudado juntos tres meses después de empezar a salir y seis meses después me habían pedido matrimonio así que estábamos comprometidos pero como alguien se comió el pastel antes de la boda, la ceremonia estaba prevista para finales del próximo año.

Eso también me traía sin cuidado, si las mujeres u omegas también estuvieran con dos hombres como Tom y Georg, también se la pasarían reproduciéndose como conejos.

A medio vaso de mi café, la puerta se abrió dejando escuchar la llegada de mis prometidos.

--Hola cariño ¿ cómo estás? --Entró Georg primero a saludarme con un beso en los labios y uno en el vientre.

--Hey precioso! Te traje fresas con crema-- Tom me besó de igual forma que Georg.

-- ¿Qué tal estuvo la universidad?

--Cansado --respondieron al unísono.

Sonreí de forma pícarona.

--Nada que una buena sesión de sexo no pueda arreglar --Me reí.

Ambos tensaron la mandíbula y se alejaron de un poco de mi.

--Bill, ya hablamos de eso --Georg se pasó la mano por el rostro.

--Pero yo quiero hacerlo, los bebés estarán bien, yo estaré bien y ustedes también ! Todo el mundo gana.

--Bill, por favor no insistas -- Tom y Georg se fueron de la sala, dejándome con la palabra en la boca.

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