Capitulo 4

163 21 33
                                    

--Bill Kaulitz --18 años --Omega

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

--Bill Kaulitz
--18 años
--Omega

POV Bill

Tom no quiso contarme a donde iríamos a esta hora de la noche, aunque era relativamente temprano, la noche ni siquiera comenzaba a las 8pm en Berlín, los bares, discotecas y restaurantes caros abrían a partir de las 10pm, no entendía a dónde me quería llevar.

--Bill ¿por qué no nos contaste que te mudaste de casa?-- me preguntó Tom mientras conducía en la carretera oscura.

Yo me quedé callado, buscando las palabras para expresar lo que había pasado sin ser tan grosero para referirme a mi madre.

--Simone ¿realmente te echó? --siguió preguntando.

--No quiero hablar de eso Tom--le dije mirando a la ventana.

El ambiente se volvió un poco pesado, sentí su mano apretar mi muslo con sumo cariño y un olor familiar y tranquilizador se dio paso entre nosotros.

--Tranquilo Bill.

La voz de Tom era tan suave y cálida, de alguna forma me daban ganas de echarme a llorar en sus brazos para que me consolara. No era que me madre me haya tratado como la cosa más horrible que había visto en su vida, es solo que, no podía aceptar lo que era...

--Yo decidí irme a vivir solo, mi madre no tuvo nada que ver--le dije mirando a la oscuridad fuera de la ventana. 

--Está bien precioso.

--¿Cuánto falta para llegar?-- pregunté totalmente incómodo por la situación, Tom tenía algo que me hacía sentir muy nervioso y no entendía todavía en qué sentido lo hacía. 

--Ya llegamos-- dijo aparcándose en un mirador oscuro y desolado.

-- ¿Acaso vas a matarme y esparcir mis restos por este mirador? -- lo miré alzando una ceja de forma curiosa.

Él solo rio suave y apagó el auto, su cuerpo se giró hacia mí y su mano se acercó hasta mi mejilla para acariciarla mientras su mirada iba descaradamente de mis ojos a mis labios. 

-- De hecho, te traje aquí para darte una manoseada y que nadie escuche tus gemidos-- dijo Tom rozando mis labios con su pulgar. 

Mis mejillas se tiñeron de un color cereza, mi cuerpo se estremeció ligeramente ante su tacto, no puede ser que yo, el grandioso Bill Kaulitz se este sonrojando por unas simples palabras de su amigo. 

--Ya quisieras -- le di una manotazo en la mano y me dispuse a salir del auto. 

--Sí quiero-- le escuché decir antes de que yo cerrara la puerta detrás de mi y caminará hacía el mirador para que la brisa refrescara mi rostro y mi cerebro. 

El clima estaba helado, me abracé a mi mismo en un intento de buscar calor, sentía como la punta de mi nariz se ponía fría de a poco. Unos segundos después escuché a Tom salir del auto y acercarse a mi, un suéter caliente me cubrió por la espalda y sobre mis hombros, dándome calor. 

Entre AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora