La ola de niños saliendo por la puerta hasta el jardín fue tal, que la entrada tardó casi dos minutos en descongestionarse.
Hoffman buscó a Lautaro entre la multitud y apenas lo notó con una venda sobre la cabeza, se dirigió hasta él con prisa.
Había una inmensa curva en donde las mozas y los jóvenes se mantenían expectantes en la escena, cuando Hoffman tocó el hombro de Lautaro para cerciorarse de que él estuviera bien, no pudo contener el asombro.
Alicia y Lucía llegaron tras Cornelio y ambas se quedaron heladas cuando vieron lo que estaba pasando.
Atada a dos enormes postes de hierro, estaba Mimzy. Solo llevaba encima una ropa interior blanca cubriendo sus pechos y su pelvis. De rodillas, con sus brazos separados a los lados y su cabeza gacha. Tenía heridas visibles en los brazos y las muñecas hinchadas por la fuerza de los grilletes.
También en el centro y junto a ella, estaba Gorgok, agarrándola desde sus largas orejas, humillándola frente a toda la familia.
—Zorrita... ¿Qué te parece el espectáculo? —le preguntó Gorgok, tironeándola hasta escuchar sus gemidos de dolor—. ¡BIENVENIDOS AL INICIO DE LA CACERÍA! Lamento haberlos importunado en el almuerzo, pero me parecía necesario una presentación como esta —habló al público, realizando ademanes con su brazo libre, teatralizando todo con orgullo.
—¡¿QUÉ MIERDA LE ESTÁS HACIENDO A MIMZY, ENFERMO?! —gritó Alicia con rabia, mientras Lucía la sostenía de los brazos.
Alicia todavía tenía una baja estatura a pesar de su edad, siendo casi tan alta como su madre. Sin embargo, ella seguía viéndola como una niña impulsiva, una que no dejaría pasar semejante escena.
—Tendrías que preguntarle a ella. Coquetearle a nuestro invitado, tratarlo de una manera tan complaciente, tan especial. ¿Qué te parece, Hoffman? ¿No es bello su cuerpo? Lo vi tantas veces por la noche, lo recorrí de mil maneras distintas, y todavía le encuentro un encanto.
Cornelio apretaba los dientes con rabia. No sabía qué hacer, no podía lidiar contra el Duque y contra el resto de conejos si él daba la orden de ataque. ¿Qué iba a conseguir?
—¿De qué se trata esto, Gorgok? ¡LA PELEA ES CONMIGO! ¡DEJALA EN PAZ! —alzó la voz Hoffman y solo recibió una risa desagradable de su contrincante.
—Por favor, qué aguafiestas. Mimzy pecó de la manera más grave. ¡ELLA ES UNA TRAIDORA! —levantó sus brazos y varios de los niños saltaron de alegría, canturreando algo que se escuchó como un murmullo.
Las únicas que no festejaron son las mozas, ellas solo apretaban el puño, aguantándose la escena, tratando de no mostrar rabia.
—Y a los traidores... Los hacemos mierda en esta familia. ¿No? —preguntó, dándole un golpe directo en uno de sus brazos hasta quebrarlo.
Los gritos de la coneja fueron aterradores. El eco que hizo en el lugar espantó a la mayoría de doncellas que giró el rostro al escuchar el crujido.
Alicia se adelantó un poco, pero Lucía la retuvo con todas sus fuerzas.
—¡DEJAME IR, NO VOY A DEJAR QUE LE HAGA NADA! —lloraba la joven retenida mientras Lucía la apresaba con ambos brazos.
—¡ALICIA CALMATE! ¡NO PODÉS HACERLE NADA!
Gorgok celebraba, moviéndose alrededor de su víctima con encanto, luciendo sus músculos como muestra de fuerza.
—¡QUÉ MARAVILLA LA REACCIÓN DE TODOS! ¡¿NO ES IMPRESIONANTE?! —preguntó, agarrándola con fuerza desde sus orejas hasta ponerla de pie.
Cerrando su puño con fuerza, golpeó su abdomen de forma brutal. El próximo crujido que se escuchó, fueron sus costillas.
ESTÁS LEYENDO
Salmató: La ciudad de los malditos
HorrorMuchos afirman que Salmató no existe, sin embargo, allí está. Oculta, siniestra, latente. Manifestándose en sueños e invitándote a visitarla. Esta es la historia del Dr. Cornelio Hoffman, un psiquiatra que se animará a cruzar el umbral de las pesadi...