Capítulo 4

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No había sido fácil escaparme de a situación que estaba ocurriendo en el comedor. Digamos que la escusa de ir a buscar mas hielo a la cocina era lo mejor que se me había ocurrido en el momento.

Mí padre, como ya era tan predecible, había llegado tarde a la cena con la escusa de que no pudo lograr salir antes de su oficina. Aunque lo que él todavía no conseguía captar el hecho de que tanto, mí madre como yo, sabíamos hace tiempo ya de que tenía una amante. Sus escusas con el tiempo perdían sentido, se volvían peores y menos creíbles. No entendía por que mi madre toleraba esto, pero cuando tocaba el tema al estar solos decía "Hay que ver para creer, Dylan". Entendía que ella no hacía un escándalo de esto, ya que desde lo sucedido con Emily, mucha gente ha tenido un ojo en nuestra familia, esperando a que nos cayéramos a pedazos. Así que al caer en cuenta de que ella no haría nada al respecto de este tema, también he decidido dejarlo de lado.

Luego de que su pequeña niña desapareciera mis padres se han apartado. No toleraban verse a la cara, y sabía que todos los días se preguntaban que hubiera sucedido si no nos hubieran permitido irnos aquella noche. En casa, era notable la ausencia de mi padre, sus pasos a la madrugada hacían eco en la gran mansión. Ya no se encontraba un lugar vació en la mesa, sino que había otra silla la cual no tenía ocupante. Y cuando el se encontraba, las cenas se basaban en pequeñas preguntas hacía mi para no perder el tiempo en regañarme por mis actitudes. A mi madre, ya casi ni le dirigía la palabra. Seguramente, era difícil para ambos el dormir en el mismo dormitorio. Siendo consciente constantemente de que el hombre al cual amas te esta engañando, y que la mujer que duerme junto a ti es la idéntica imagen de la niña perdida en el bosque.

Volviendo al ahora, precavidamente tomé la linterna de una de las lacenas, y con sumo cuidado de no hacer ruido para llamar la atención, tomé el pomo de la puerta la cual llevaba al patio trasero y la giré logrando abrirla. Sentía como mi corazón golpeaba fuertemente en mi pecho ya que si me atrapaban, estaría en más problemas de los que ya me encontraba.

-¿A dónde vas? - Una voz hizo que me exaltara provocando que cerrara la puerta de golpe.

-¡Demonios! - Maldije para luego dar vuelta con la mano en el pecho.

Observe con los ojos grandemente abiertos a mi madre, quien me miraba con una de sus manos apoyada en el mármol que se encontraba en medio de la cocina. Pude notar como uno de sus dedos golpeteaba en ella. Se encontraba enojada, y mucho.

-¡Por el amor de Dios! Espero que no vayas a donde creo que iras. -Fijo sus ojos en mi.

Desde la tragedia de Emily, cada aniversario había tomado la pequeña costumbre de ir a bosque a recrear todo lo sucedido aquella noche tratando de encontrar un cabo suelto, algo que me ayude a entender que sucedió y donde se encontraba ella. Por unos años, ninguno de mis padres o el servicio de la casa logró darse cuenta de mis cortas huidas, ya que todos se encontraban en un estado completo silencio mientras las discusiones de mis padres se escuchaban por todo el lugar. Ese día era como uno de descarga para ellos, ya que en todo el año no se comunicaban y detonaban en esta fecha. Sus gritos y los ruidos de cosas siendo destrozadas lograban encubrir muy bien el momento en que un niño se escapaba de su cama y se escabullía por la puerta trasera para luego salir corriendo en la oscura noche.

Pero, hace alrededor de dos años, uno de los guardias de la casa me pilló saliendo por la puerta trasera. Al volver horas mas tarde, me encontré a mi madre sollozando mientras mi padre me observaba furioso junto a ella. Esa madrugada me dio tantos golpes que me rompió un brazo. Mi madre lo excusaba diciendo que el muy maldito había bebido de más, pero ambos sabíamos que esa no era escusa para haberme golpeado de aquella manera. Luego de ese día nos habíamos vuelto una bola de mentiras, cada persona que preguntaba sobre mi brazo envuelto en yeso recibió como respuesta de que me había caído de la bici. Recuerdo estar muy triste, ya que por casi dos meses no había podido jugar béisbol, el cual es y sigue siendo mi deporte favorito. Con los años, desde la paliza de mi vida, la relación con mi padre es nula y logró que me vuelva una persona mas desinteresada por los demás y cerrada. Aprendía ser mas precavido con mis escabullidas y hasta el día de hoy, ninguna persona me había vuelto a atrapar.

The Wolves (WESTERWOOD #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora