Capítulo 8 (1/3)

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-¿Aquí es dónde vive? - Pregunté sin despegar mi vista de la pequeña casa frente a mí.

-¿Cómo no sabre dónde vive mi mejor amiga, Dylan? - Bufó Mia.

Aparté mí atención y la puse en ella. Desde ya años, con Houston habíamos aprendido a darnos cuenta cuando Mia se encontraba enojadas. Al principio, creíamos que era de esos efectos colaterales de cuando le viene el periodo, pero luego de que su enojo durara mas de dos semanas y una ardua búsqueda de la duración de la misma, logramos caer en cuenta de que se encontraba real y completamente fastidiada. No sabíamos la razón, y créanme que nunca estuvimos tan asustados con Houst, teníamos raras hipótesis como si estuviera en plena transformación de Hulk – aunque fue descartada finalmente por no haber indiciosos de piel verde y crecimientos de altura, Mia seguía y es un peque -, hasta llegamos a pensar que se estaba convirtiendo en un oso. Pero llego un momento en que nos animamos a hablar con ella,el cual fue un consejo de mi madre, y Mia mejoró completamente de humor cuando le expusimos nuestras teorías. Luego de que dejara de reírse y burlarse de nosotros, avergonzada nos contó que cayó en cuenta que le gustaba un chico. ¿Exagerado? Quizás, pero ella detestaba la idea de enamorarse ya que pensaba que era absurdo, pero al parecer este chico se le había calado hasta la huesos y no podía sacárselo de la cabeza. Además, su enojo no era solo con si misma, sino con el mundo en general porque pensaba que él nunca se iba a interesar en ella. Le preguntábamos constantemente quién era y porqué pensaba eso, pero ella simplemente se negaba a contestarnos cambiando de teme. Y al final, Mia volvió a ser nuestro pequeño monstruito.

-¿Qué sucede, Mia? - Le pregunté notando como sus nudillos se volvían blancos de tan fuerte que agarraba el volante. Ya había adoptado un sexto sentido para darme cuenta de sus cambios de humor,lo cual me hacia tener siempre en cuenta que por mas que fuera como un chico mas, seguía siendo mujer y las cosas jodidas que eso traía con sigo.

Además, el apoyo era algo que le debías porque luego de lograr salir de la ducha sin que mi cara estallara contra el suelo, llame a Mia diciendo que necesitaba que me llevara a casa de Phoenix. Cuando me pregunto las razones le inventé la casi mentira de que ella había venido anoche a casa, cosa que si era verdad, pero que se había olvidado su abrigo y mí madre me había pedido que se lo llevara, esa es la mala mentira. No muy convencida de mí pobre escusa llegó a casa e ignorando mis quejidos al subir a su auto, directamente me trajo a la casa de su amiga.

-No sucede nada. - Respondió ella sin apartar su mirada del volante.Sonaba seca y distante. Entonces caí en cuenta de que me encontraba en una zona peligrosa.

Agradecí internamente al mundo porque no tuviera cosas cercanas para arrojarme a la cabeza, una experiencia horrible que no querría revivir. Así que, con precaución, tomé una de sus manos preocupado, cosa que hizo que las observara.

-Sabes que a mi no me puedes mentir, Miau Miau – Dije el apodo que mi hermana pequeña le había puesto con cariño a Mia. Con mi mano libre tome su barbilla haciendo que me mirará, intentando sacar ese doloroso recuerdo al observar sus ojos mieles - ¿Qué sucede?

Sentí como mi ceño se fruncía al notar su indecisión sobre si hablar o no. Mia nunca era insegura sobre sus palabras.

-Es que... Yo... - Sus palabras tropezaron..¡Demonios! Nunca la había visto de esta manera.

-Mia. - Hablé en un susurro preocupado. - Dime.

Ella dio un largo suspiro y cerro los ojos.

-¿Phoe y tú están saliendo?

Debo decir que esa pregunta me tomó desprevenido. Quite mi mano de su barbilla y la observe confundido. Eso no era lo que esperaba que la tuviera tan así.

-¿Por qué lo preguntas? - Dije mas duro de lo que quería que sonara.Si su forma de hablar era por Phoenix y yo, realmente me iba a cabrear. Odiaba que la gente se metiera en mis asuntos, y por mas que quisiera a Mia no iba a poder contener mi enojo.

-Es que... - Abrió lentamente sus ojos al parecer dándose cuenta de mi tono. - He visto la forma en que la miraste cuando la viste por primera vez, y las preguntas que me has hecho en el auto de Houston. Ademas de que anoche ha ido a cenar a tu casa... - Explicó atropelladamente.

-Oye, calma el carro. - La interrumpí intentando comprender de que iba la cosa. - Primero que nada, - Enumeré levantando uno de mis dedos apartándolos de su barbilla.- no he sido el único que la ha mirado de aquella manera, agregando el hecho de que soy hombre y Phoenix no esta para nada mal. - Aclaré mientras ella asentía al parecer ofendida por mí comentario por mas que fuera cierto. -Segundo, - Levanté otro de mis dedos. - ella ha venido a mi casa porque su tía es una vieja amiga de mi madre, entonces ella no tuvo mejor idea que invitarlas a cenar. Ni yo sabia que Phoenix era la sobrina hasta que la vi, apenas la conozco Mia.

-Esta bien... - Dijo dudosa insatisfecha por mi repuesta. - Pero Dyl ¿Porqué estás lastimado?

Silbe entre dientes. Estaba esperando que no formulara esa pregunta ya que ni yo tenía la respuesta del todo aclarada.

-Esa, es una larga historia que te contare en otro momento, Mia. -Expliqué. - Y respecto a lo que me has dicho anteriormente, tranquilízate, no estaría con Phoenix. Esta fuera de mi liga.Además, eres consciente de que no es mí típo de chica.

Noté como su mano se tranquilizaba entre la mía, como si esas fueran las palabras que esperaban escuchar dentro de esta conversación. Pero su alivio duro poco porque de un minuto a otro se volvió a tensar.

-Me dejas tranquila, no quiero que arruines mi amistad con mi única amiga de años por solo coqueteo. - Aclaró Mia, como si lo necesitara.

Una pequeña sonrisa se formo en mis labios, ni en un millón de años me hubiera imaginado a Mia protegiendo a una chica de mí.

-Tranquila, no sucederá. Te lo prometo. - Juré poniendo en broma una mano sobre mi corazón.

-Bueno, te creo. - Mia sonrió de regreso, divertida por mi estupidez.

Un silenció para nada incómodo se formó entre nosotros, sentía su mano fría y tranquilizador pulso sobre mi palma. Vi como ella abrió la boca para volver hablar pero un trueno proveniente del cielo hizo que ambos saltáramos en nuestros lugares sorprendidos y apartáramos nuestras manos.

Rápidamente, miré al cielo notando como en cuestión de minutos, el cielo había sido cubierto por un manto de nubes completamente negras y como en ellas pequeños destellos acompañados con estruendos, daban a entender que se acercaba una gran tormenta.

-Mejor iré a tocar la puerta. - Desabroché el cinturón de seguridad repentinamente ansioso.

-Espera Dylan. - Mia me llamó cuando estaba por abrir la puerta. -¿No puedes esperar hasta mañana? Esta a punto de llover y no tienes como volver.

Maldije internamente observando la casa frente a mí. Me encontraba tan cerca, y no iba a desperdiciar esta oportunidad. Además que en casa me esperaba un padre realmente enojado.

-No te preocupes. - Hable sin mirarla. - Llamaré a mi madre para queme busque. - Mentí para que sin mas saliera del coche ignorando sus palabras.

Subí los dos escalones del porche para pararme frente a la puerta. Y una vez que escuché como el auto de Mia rugía y se iba de allí, lleve mi mano hacia el timbre. Recibí un susto de muerte cuando antes de anunciar mi llegada, la puerta principal se abrió abruptamente dejando a la vista a una anciana. Estaba encorvada y tenía un bastón, su cabello era cenizo y se encontraba vestida con una túnica.

-Estaba esperando tu llegada, Dylan.

Sus ojos negros castañetearon dejándome, momentáneamente, hipnotizado cuando el cuerpo se me comenzó a sentir pesado, provocando que cayera y que la oscuridad me tomara en sus brazos nuevamente.

The Wolves (WESTERWOOD #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora