𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐕

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༺ 𝐏𝐬𝐲𝐜𝐡𝐞༻


El parto fue descrito como relativamente fácil por la comadrona que la asistió, una grata sorpresa considerando los antecedentes de abortos espontáneos que había sufrido. Habían anticipado que este bebé podría nacer con alguna complicación o que el proceso de parto sería largo y arduo, solo Yaga, Suguru y Shiu sabían que Utahime podía incluso morir dando a luz o que el recién nacido nazca sin vida.

Así que en contra de todas las probabilidades, el parto transcurrió sin complicaciones significativas, el proceso tardo no más de treinta minutos y durante ese tiempo, Utahime soportó intensos dolores y molestias, emitiendo algunos gritos durante la dilatación.

Los hombres que esperaban afuera, incapaces de oir el proceso. Justificaron su distancia diciendo que “sufrían” al escucharla en tal estado, y es que tampoco debían estar en la misma habitación presente, así que fumar afuera para calmar los nervios y sus caras pálidas fue lo normal y la mejor opción, pero Utahime estaba sola con extraños en su primer parto.

Cuando ella escuchó a su bebé recién nacido, no pudo contener las lágrimas de felicidad y alivio.

—Felicidades, es una niña muy sana.

Estaba orgullosa de sí misma, el sonido del llanto del bebé confirmaba que había nacido sana y viva, lo que llenó su corazón de una inmensa alegría y pura felicidad, un destello enorme de la conexión que sentía por su hija y la emoción de convertirse en madre aparecen para sumergirla en un amor a primera vista. Logró sentarse sola, una enfermera le alcanzó una toalla para limpiar su sudor, estaba cansada pero tenía fuerzas para que le dieran a su bebé.

Una sonrisa se forma en su rostro cuando la enfermera se agacha para darle a la niña envuelta en una manta suave, pero la sonrisa de Utahime desapareció de forma instantánea.

—¿No es bellísima?—Dice la enfermera con una gran sonrisa—Avisaré que ya pueden entrar.

La pequeña ángel en sus brazos era increíblemente diminuta, con rasgos delicados y los ojos cerrados, se mantenía con la serenidad de un pequeño conejo. Utahime observó cada detalle de su hija con asombro y ternura, pero no podía evitar notar que el poco cabello que tenía era de un blanco puro. Trato de conprobar que no era alguna suciedad blanca que haya manchado su cabello o algo asi, pero sus pequeñas pestañas eran claras, por lo que un tornado de ideas malas la invadieron, no quería que nadie entre, quería estar sola, necesitaba pensar en algo, no sabía si tomar a su bebé y correr, pero ¿A dónde? La desesperación empieza a invadirle cada gramo de cordura que se sostenía de sus sentidos.

Acarició suavemente la cabecita del bebé mientras miraba la puerta algo nerviosa. La suavidad de su piel y la fragilidad de su nuevo ser no iban con el desorden mental que sentía.

—¡Mi flor de loto! —Exclamó emocionado.

Ella fingió una sonrisa. El miedo y la ansiedad la consumió mientras reflexionaba sobre que haría o diría su esposo, ¿La alejaría? ¿Se la llevaría para siempre? ¿Qué podría decir? ¿Qué tenía que hacer?

—¿Un varón?—Pregunto Yaga emocionado al ver a su pequeña con otra pequeña.

—Una niña—Comento el médico mientras limpiaba sus manos en un cuenco de madera en el suelo.—Una pena, la próxima será.

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