Capítulo 36

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Andrew se despertó antes que Neil y se quedó mirándolo, fascinado por sus labios entreabiertos, su rosto relajado, la cadencia de su respiración. Podría reconocerlo entre un mar de gente con los ojos cerrados, ni siquiera necesitaba tener poderes de cambiante para ello. Conocía cómo respiraba, la cadencia exacta de los latidos de su corazón, el sonido de sus pasos... se aprendía de memoria todo lo que podía de él, como si fuera su conocimiento más ansiado en el mundo. Estaba memorizando cada cicatriz de su cuerpo como un mapa de supervivencia y el tono exacto de sus ojos con cada matiz de luz.

Sin embargo, lo que más fascinante le parecía era cómo se quedaba así de relajado a su lado, abandonándose por completo a él, y se sentía privilegiado, el elegido; después de tanta violencia y maltrato, Neil confiaba en él. Y Andrew también se había atrevido a confiar, pero ahora estaba asustado.

Estaba acojonado.

La verdad era demasiado monstruosa y la había dejado a la vista, a la intemperie, como si fuese fácil abrirse el pecho para enseñar el corazón sin desangrarse.

Neil había cambiado con él y eso no le gustaba.

Andrew no deseaba la compasión de nadie. Es más, no lo soportaba. Porque ante esa mirada volvía a ser el niño, volvía a ser la víctima. Y él no era ninguna víctima, era quien se vengó, era quien mató, era quien sobrevivió.

No estaba dispuesto a perder a Neil por nada del mundo. Lo solucionaría. Aunque antes necesitaba estrellar los nudillos contra algo y había alguien que se había ganado todas las papeletas para ser su saco de boxeo.

Se levantó con cuidado, cogió ropa del armario y se vistió en el baño. Todos los demás también seguían durmiendo, cuando salió de la casa estaba amaneciendo, el naranja del horizonte parecía provenir de un incendio. Huyó de él dándole la espalda. Cogió la moto de Kevin sin necesidad de pedirle permiso y condujo hacia el lugar donde solo había estado una vez: la casa de Tyler. Como la mayoría de los universitarios, compartía piso con otros chicos, aunque Andrew no estuvo el tiempo suficiente para conocerlos, solo fue a buscarle una vez que se lo pidió. Parecía tan desesperado por teléfono que sintió un instante de compasión, y estaba aburrido. No le prestó mucha atención mientras le contaba sus problemas, algo de que había discutido con sus padres, y luego se dejó hacer una mamada en un banco en el parque. No había nadie cerca. Durante todo el tiempo que duró le mantuvo sujeto por la nuca para controlar cada movimiento que hacía y se alejó de él en cuanto se corrió en su boca.

Andrew nunca se había sentido mal ni culpable por como trataba a sus... amantes. Siempre dejaba las reglas y los límites claros, desde el primer momento, y ellos (los pocos que habían sido) aceptaban. Luego alguno se cansaba primero y desaparecían sin causar problemas. Hasta Tyler.

Y Andrew solo se sentía culpable por haber metido a Neil en medio de esa situación. Tarde o temprano habría dejado a Tyler y lo habría pagado solo con él; si se hubiera atrevido, claro.

Tampoco sentía remordimientos por las ganas de darle una paliza. Había entregado el triste pedazo de alma que le quedaba y ya no le importaba nada más, nadie más que Neil.

El aire frío del amanecer le despejó la mente azotándole el rostro hasta que llegó a casa de Tyler. Aparcó en la acerca entre dos coches frente al edificio, esperar no tardar demasiado. Una nariz rota, un poco de sangre, una amenaza y conseguir que los dejasen en paz en... diez minutos como mucho.

Esperó junto a la puerta hasta que alguien saliese, aprovechando el tiempo para fumarse un cigarro, intentar calmarse y no perder los papeles. No quería propasarse, solo asustarlo y desahogarse un poco. Cuando escuchó que alguien bajaba por las escaleras fingió estar sacándose las llaves del bolsillo, sacó las de su casa y antes de meterlas en la cerradura la puerta se abrió y una mujer salió con prisa, sin prestarle atención.

FANFIC ANDREIL garras bajo la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora