Neil se sentó en la cama y sujetó el teléfono entre las manos. Estaba solo en la habitación, Andrew se había marchado con Kevin. Se vio reflejado en la pantalla oscura del teléfono, pensativo, tomando una importante decisión. Lo desbloqueó con un movimiento rápido y entró en internet, pero al instante siguiente cerró la aplicación y volvió a bloquearlo. Suspiró.
Recordaba perfectamente el nombre que le había dado Andrew para investigar sobre su pasado, sobre la persona a la que había matado, para entender por qué y muchas más cosas sobre él, tal vez demasiadas, tal vez todo. Así que Neil tenía que estar seguro de estar preparado para descifrar el rompecabezas que era Andrew e iluminar su oscuridad para poder ver las sombras que le acechaban.
Primero tuvo que convencerse a sí mismo de que no estaba invadiendo su intimidad, de que de verdad no le estaba presionando, porque si esperaba que Andrew le contase sus secretos por sí mismo estaría esperando toda la vida. Andrew no hablaría de ello, no les daría voz. Esta era su forma de dejarle entrar, de permitirle conocerlo. Esta era la ventana que le abría para mirar en su interior y no habría otra forma. Así que era la correcta porque Andrew lo había elegido así, a su manera.
Realmente no tenía más opciones que seguir adelante, le había hecho darle ese nombre y ahora Andrew esperaba algo de Neil y no podía dejarlo colgado, aunque solo fuese por respeto a su confianza y a su dolor. No podía ser un cobarde, no podía deshacerlo, y quería conocerlo hasta el rincón más oscuro de su interior, pero también le daba miedo. La verdad siempre era temible. Y dolorosa. Nada se ocultaba sin motivo.
Había monstruos en las sombras.
Andrew había luchado a su lado contra los suyos. Ahora Neil tenía que estar a la altura del apoyo que le había dado.
Volvió a desbloquear el teléfono.
Abrió internet.
Escribió el nombre en el buscador y la página se llenó de noticias antiguas en periódicos. Abrió la primera de la lista y leyó.
Tuvo ganas de vomitar a mitad del artículo pero siguió leyendo hasta el final.
Alexander White era el director de un campamento de verano para jóvenes muy popular, las plazas libres se agotaban en cuestión de días, los chicos repetían a lo largo de los años, nadie tenía ninguna queja sobre él ni sobre su trabajo, era un hombre respetado. Hasta que uno de los chicos que acudía por segunda vez al campamento lo asesinó, por la noche, en su propia cama, con un cuchillo que había robado en la cena, y el mundo descubrió quién era realmente Alexander White.
Había información sobre Andrew también, aunque sin mencionar su nombre. Cuando lo encontraron estaba desnudo y cubierto de sangre, atacaba con el cuchillo a cualquiera que se le acercase y tuvieron que reducirlo físicamente entre dos policías. Si no fuera por la cantidad de archivos ilegales que el hombre guardaba en su ordenador tal vez no le habrían creído; el chico parecía estar loco, poseído. Pero no mentía y las pruebas eran apabullantes y aterradoras. Aun así, el chico acabó en un correccional de menores por asesinato premeditado.
En un artículo se mencionaba algo sobre el juicio del chico y al final del artículo ponía que sonrió cuando dictaron la sentencia. Neil pensó que tal vez esa fue la última vez que Andrew sonrió, durante muchísimo tiempo.
Al igual que se podía llorar de alegría, se podía sonreír de pena. De derrota.
Neil dejó el teléfono a un lado y se abrazó a sí mismo, conteniendo las lágrimas por ese niño al que conocía siendo adulto. Por ese niño que seguía en el interior de Andrew y se había atrevido a cerrar la puerta para quedarse a solas con Neil y le había tocado con extrema delicadeza y ternura y le había dado placer con total generosidad.
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FANFIC ANDREIL garras bajo la piel
RomanceNeil está atrapado en una manada violenta que le utiliza para ganar dinero en peleas de perros. Le han quitado todo, incluso la esperanza. Hasta que sucede algo imperdonable, algo que le destroza, y huye tan lejos como puede. Perdido y solo, llega h...