Capítulo 11

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Neil apareció en casa del entrenador justo cuando él salía de su habitación adormilado y se quedó paralizado a medio paso de entrar. Parker lo miró entrecerrando los ojos y le hizo un gesto para que terminase de entrar, invitándolo. Neil cerró la puerta a su espalda y el entrenador soltó un suspiro pesado.

—¿Qué ha pasado?

—Solo necesito descansar unos días.

—¿De ellos?

Neil asintió avergonzado.

—¿Hay algo que tenga que saber? Porque les cantaré las cuarenta ahora mismo, antes de que se les pase la resaca para que les retumben bien mis palabras.

—Nada importante.

—Claro, solo te han incomodado o molestado lo suficiente como para echarte de casa —gruñó.

Neil se quedó quieto y callado, no iba a delatarlos, lidiaría él con ellos como pudiera y si no podía... lo que fuera, pero era asunto suyo.

—Está bien, pasa y ya conoces esto, estás como en tu casa. Pero arregla las cosas cuanto antes, no por mí, lo digo por ti y por ellos, por el equipo.

—Sí, entrenador, lo haré.

No tenía más remedio, pero primero descansaría y cogería fuerzas allí.

—¿Café?

—Preferiría dormir si no es molestia, ha sido una noche muy larga.

—Tranquilo, échate en el sofá, me tomo el café y salgo a hacer recados.

Neil dejó la mochila sobre una silla y se tumbó sin necesidad de poner sábanas ni nada. Esa misma noche había dormido en el suelo de la calle, el sofá era un lujo para él. Se puso una almohada bajo la cabeza y abrazó otra contra el torso. El ruido de la cafetera podría haberle molestado, pero actuó de forma contraria, le fue relajando con rapidez. Neil no se había dado cuenta de que estaba tan agotado y se quedó dormido antes de que Parker terminase de echarse el café. Y hasta que no le despertó el rugido de sus tripas hambrientas pudo dormir a pierna suelta, ni siquiera soñó nada.

Se despertó a las cinco de la tarde y asaltó la nevera del entrenador.

Una semana había aguantado con los zorros. Se sentía derrotado. Con todo lo que había aguantado en su vida... pero lo que le habían hecho era demasiado. ¿Cómo iba a volver a una casa donde no se sentía a salvo? La soledad volvió a abrazarlo y a apretar, aplastándolo.

El timbre le distrajo del lugar oscuro donde le llevaban sus pensamientos. No debería abrir, no era su casa, pero siguió sonando insistentemente.

—¡Soy Nicky! Sé que estás ahí, he hablado con el entrenador.

Neil suspiró y abrió la puerta.

—¿Estás bien? —preguntó con evidente preocupación, poniéndole las manos sobre los hombros.

Neil se las quitó de encima y entró al salón con Nicky siguiéndole.

—Sí.

—Sé lo que pasó. Lo siento.

—No es tu culpa.

—Debería haberte advertido de que podía pasar, jamás se me ocurrió que haría eso contigo, no pareces amenazante.

—¿Qué?

Neil se giró como un resorte y Nicky alzó las manos, deteniéndose.

—Yo...

—¿Lo sabías y no me dijiste nada? ¿Lo sabías y me dejaste solo con ellos? Pensaba que podía confiar en ti —la voz se le rompió al pronunciar esas palabras y Nicky pudo sentirlo, en un segundo perdió todo lo que habían conseguido en esas semanas juntos.

FANFIC ANDREIL garras bajo la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora