LA PÉRDIDA

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Lute se sentía perdida en un mar de dolor y tristeza. Un accidente le había arrebatado de su vida a los bebés que llevaba en su vientre, y con ellos parecía haberse ido también un pedazo de su propia alma.

Adán, su amado, la encontró en la habitación, envuelta en un manto de lágrimas y silencio. Sin decir una palabra, se acercó a ella y la abrazó con fuerza, sintiendo el dolor de su amada traspasar su propio ser.

"No estás sola, Lute", susurró Adán con voz temblorosa. "Estoy aquí contigo, para sostener tu dolor y tu tristeza, para compartir cada lágrima y cada suspiro. Juntos encontraremos la fuerza para seguir adelante, juntos sanaremos nuestras heridas y reconstruiremos nuestros sueños."

Lute se aferró a Adán como si su vida dependiera de ello, y en él encontró un consuelo que no sabía si podría ella hallar nuevamente junto a su amante

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Lute se aferró a Adán como si su vida dependiera de ello, y en él encontró un consuelo que no sabía si podría ella hallar nuevamente junto a su amante.Y aunque el dolor de la pérdida de sus bebés aún  perseguía a Lute con tristeza, ella seguía latente junto a la presencia de Adán que le recordaba que el amor verdadero trasciende cualquier adversidad.

Así, Lute y Adán empezaron de nuevo el largo proceso de curar sus corazones heridos, apoyándose mutuamente en la oscuridad para encontrar la luz que sin duda aún brillaba por unos hijos nuevos que traerían al mundo en un futuro aún lejano por venir.

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