Capítulo 1: El regreso

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Alexia sentía un nudo en el estómago mientras se acercaba al estadio. No había pisado un campo de fútbol en meses, desde la lesión que casi acabó con su carrera. Había sido una lesión devastadora, tanto física como emocionalmente. Pero hoy, después de meses de rehabilitación y esfuerzo incansable, estaba de vuelta. Miró el enorme edificio frente a ella, el lugar donde su futuro comenzaba de nuevo.

El Barcelona Femenino, el equipo al que regresaba era conocido por ser uno de los más competitivos en la liga, y Alexia sabía que tendría que trabajar más duro que nunca para demostrar que aún tenía lo necesario para estar allí. Inspiró profundamente y avanzó hacia el vestuario. La entrada le resultaba extrañamente familiar y reconfortante, a pesar de las dudas que la acosaban.

Dentro, las jugadoras ya estaban preparándose. La atmósfera era un caos controlado de risas, conversaciones y la preparación meticulosa de las equipaciones. El sonido de los tacos de las botas resonando contra el suelo, los murmullos de estrategias y anécdotas, le traían recuerdos que había temido perder. Alexia buscó su taquilla vacía y empezó a cambiarse en silencio, intentando no llamar la atención.

Justo cuando estaba terminando de ponerse las botas, una voz amigable la sorprendió.

—Hola, Reina, qué bueno verte de vuelta. —dijo Mapi su compañera, con una sonrisa cálida y ojos brillantes.

Alexia levantó la vista y vio a Mapi, conocida por su habilidad en el campo y su carisma fuera de él. La había extrañado durante su ausencia y se alegraba de verla.

—Gracias, Mapi. Es bueno estar de vuelta —respondió Alexia, intentando sonar más segura de lo que se sentía.

Mapi se sentó junto a ella y le dio una palmada en el hombro.

—No te preocupes, todas hemos pasado por momentos difíciles. Vas a ver que todo esto valdrá la pena. Vamos, te presentaré a alguien nuevo.

Mapi la guió por el vestuario hacia donde una mujer estaba conversando con Jonathan, el entrenador principal. La mujer tenía una presencia fuerte y segura que imponía respeto. Lucía, la nueva entrenadora asistente, había sido una leyenda en el fútbol femenino antes de que una lesión truncara su carrera. Ahora, se dedicaba a entrenar y motivar a nuevas generaciones de jugadoras.

—Alexia, te presento a Lucía, nuestra nueva entrenadora asistente. Ella también ha pasado por lo suyo, así que estoy segura de que se llevarán bien —dijo Mapi.

Jonathan se volvió hacia Alexia y la examinó con una mirada crítica.

—Alexia, me alegra ver que estás de vuelta. Lucía aquí será fundamental para tu reintegración. Espero que estés lista para trabajar duro —dijo Jonathan sin rodeos.

—Sí, señor. Estoy lista para dar lo mejor de mí —respondió Alexia con firmeza.

Lucía asintió y le extendió la mano a Alexia.

—Bienvenida de nuevo, Alexia. Vamos a ver de qué estás hecha — dijo con una media sonrisa que, a pesar de su firmeza, transmitía cierta comprensión y empatía.

El primer entrenamiento fue intenso. Lucía no mostraba ninguna indulgencia, pero Alexia estaba decidida a demostrar su valía. A pesar de sentir el dolor y el cansancio acumulados por la falta de actividad, se esforzó al máximo. Los ejercicios eran rigurosos y Lucía parecía estar constantemente observando, evaluando cada movimiento, cada fallo y cada éxito. Era exigente, pero también sabía cuándo ofrecer una palabra de aliento.

Durante los ejercicios, Alexia notó la mirada de algunas compañeras sobre ella, especialmente cuando cometía algún error. Sabía que había expectativas y que algunas jugadoras podían estar escépticas sobre su regreso. Se enfrentó a la dureza de las miradas con la misma determinación con la que había enfrentado su rehabilitación. Cada vez que caía, se levantaba de nuevo, impulsada por una fuerza interna que no permitiría que su sueño muriera aquí.

Entre ejercicios, Alexia notó la presencia constante de Mapi, siempre dispuesta a ayudar y ofrecer una palabra de ánimo. Cuando tropezó durante un ejercicio de velocidad, Mapi fue la primera en extenderle la mano.

—Vamos, Alexia. Lo estás haciendo bien. Solo sigue adelante — dijo Mapi, sonriendo.

Al final del entrenamiento, Lucía se acercó a ella.

—Buen trabajo hoy, Alexia. Veo que tienes potencial. Pero recuerda, aquí nadie regala nada. Tendrás que luchar por tu lugar cada día — le dijo, con una mirada intensa pero comprensiva.

—Lo sé. Estoy lista para hacerlo —respondió Alexia, con determinación en su voz.

Después del entrenamiento, mientras se duchaba y cambiaba, Alexia sintió una mezcla de agotamiento y satisfacción. Había superado su primer día de regreso. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero estaba dispuesta a enfrentarlo con todo lo que tenía.

Cuando salió del estadio, el sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo con tonos naranjas y rosas. Alexia respiró profundamente, sintiendo el aire fresco en sus pulmones. Era solo el comienzo, pero cada día la acercaría más a su meta.

De camino a casa, Alexia pensaba en el futuro. El apoyo de Mapi, la rigurosa pero alentadora presencia de Lucía, y la firme expectativa de Jonathan formaban una red de desafíos y oportunidades. Con cada paso, sentía que dejaba atrás las dudas y abrazaba la fortaleza que necesitaba.

Al llegar a su apartamento, Alexia se dejó caer en el sofá, exhausta pero satisfecha. Encendió su teléfono y vio un mensaje de su madre: "¿Cómo te fue hoy?" Sonrió antes de responder: "Duro, pero bien. Estoy de vuelta."

Con una última mirada a la ciudad desde la ventana de su apartamento, Alexia se dirigió a su cama. Mañana sería otro día de desafíos, pero también de oportunidades. Había vuelto al campo, y esta vez, estaba decidida a no dejar que nada la detuviera.

Segunda Oportunidad - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora