°•.Rosas en la Nieve.•°

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Pasó la mañana y llegó la tarde.
Emma no hizo nada en especial, estuvo leyendo y preparando la mochila y las cosas para ir a clase al día siguiente.
Pero estaba nerviosa, muy nerviosa.
Tenía ganas de ver a su amigo, le había echado mucho de menos, pero verle significaba confesar que le gustaba, y le daba miedo liarla.

Cuando quedaba una hora para la quedada, se puso frente al espejo a practicar cómo iba a confesarse. "Esto a mi Clay no me lo ha aclarado..." pensó tomando aire. Se había puesto el outfit del día que se fueron de excursión y llevaba una trenza pequeña al lado del pelo, que empezaba en su sien y se recogía hacia atrás, agarrada con el lazo.
Solo le faltaba ponerse las botas, pero eso decidió hacerlo después.

-Mike... tenemos que hablar. -le dijo al espejo en un susurro, esperando que su padre no la escuchase. -No no, suena demasiado serio, se va a asustar y a pensar que algo anda mal si le digo eso. Eh... ¿Alguna vez te he dicho lo guapo que eres? Pfff ni de broma. Um... -miró su teléfono, donde había buscado frases para declararse, y dijo la siguiente. -Estás demasiado bueno como para seguir solter... ¡No! No puedo decirle eso, me va a dar la risa. Ayyy... esto no funciona. -dijo sentándose en la silla, derrotada. Intentó escribir ella misma formas de declararse, pero no le convencía ninguna. -No es... natural. No suena a mi. -murmuró arrugando el papel. -Tendré que... improvisar...

Siguió escribiendo lo que le salía, pero aún no le convencía. Llegó lo hora de ir con él. Habían quedado en casa de Emma, así que debería llegar pronto. Se puso las botas, se guardó el móvil, la cartera, las llaves de casa, y esperó a que llegase. Empezó a dolerle un poco el pecho de los nervios. No podía ni estar de pie porque no paraba quieta, y no quería que su padre sospechase que le pasaba algo o que estaba nerviosa.
Cuando sonó el timbre sintió que se le paraban los latidos del corazón.
Fue a la puerta y abrió, y allí estaba Mike. Tenía el pelo más ordenado de lo que solía, y llevaba una chaqueta termica roja y unos pantalones negros de chándal.
En cuanto le vió, Emma no pudo resistirse y le saltó encima para abrazarle.
Mike la agarró por encima de la cadera y la abrazó de vuelta.

-¡Woah-! Si que me has echado de menos, heh. -dijo Mike sin soltarla.

-¡Claro que te he echado de menos! Tenía muchas ganas de verte. -dijo ella apartándose. -¿Nos vamos?

-Sí, claro. -respondió él sonriendo. Estaba muy aliviado de ver que Emma y él seguían estando bien. La última vez que se vieron pasaron muchas cosas, y tenía miedo de que algo cambiase. Pero se ve que todo seguía igual.

-¡Vale! -se asomó dentro y dio una voz. -¡Papá, me voy!

-¡Vale! Tened cuidado que hay mucha nieve. -respondió Kim desde dentro.

-¡Siii! -respondió Emma cerrando la puerta.

Estuvieron paseando, Emma le invitó a comer un gofre y se fueron contando como habían celebrado la Navidad.

-Pues nada, mi familia preparó una cena en Nochebuena a la que no fui y otra en Nochevieja para tomar las uvas, que es lo único que he celebrado con ellos. -le contó Mike. -El resto de cosas las pasé de fiesta con mis amigos.

Emma asintió. "Debe estar jodido no poder acercarte a tú familia hasta el punto de no celebrar con ellos la Navidad..." pensó algo apenada.

-¿Y tú qué? ¿Todo bien? -le preguntó Mike sonriéndole.

-¡Sí! -dijo Emma. -Echaba de menos a mis primos y mis tíos. Y mi padre también... me siento un poco culpable de que tuvieramos que mudarnos, mi padre es tan feliz con ellos...

-Bueno, él es quien decidió que os mudaseis, lo hizo por tu felicidad, no por tu culpa. -dijo Mike.

Emma sonrió y asintió. -Tienes razón.

Siguieron caminando un rato. Mike la llevó a una colina que había cerca y estaba totalmente nevada.
Caminaron hasta una zona donde se veía casi toda la ciudad. Estaba atardeciendo. Emma se dió cuenta de que todas las veces que quedaba con Mike coincidía para ver el atardecer, empezó a preguntarse si lo hacía a propósito, pero ella no se iba a quejar.
Llegaron a una parte donde había muchas flores rosas en la nieve, que habían sobrevivido de alguna manera a la nieve (seguramente alguien las hubiera estado cuidando.)
Se sentó en la nieve, que era bastante alta, entre las flores.

-Este sitio es precioso. -dijo Emma. "Y es perfecto..." pensó.

-Ya ves, no lo había visto nunca. -respondió Michael sentándose con ella. -O sea aquí ya había venido, pero nunca había visto estas rosas.

-Las rosas en la nieve se ven preciosas. -dijo Emma.

-Pero no tanto como tú. -dijo Mike acercándose a ella y abrazándola solo con un brazo.

Emma se sonrojó y se apoyó en su hombro. "Venga Emma, ¡es el momento! Tú puedes..."

-Oye. -dijo Emma como si nada, aunque notaba su corazón a punto de salirse de su pecho. Estaba segura de que si se levantase, sus piernas temblarían como flanes.

-Dime.

Emma tomó aire y cerró los ojos. -Me gustas mucho.

Hubo un momento de silencio en el que Emma empezó a sentir un cosquilleo en la tripa, acompañado de un calor que subió hasta su cara.

Mike intentó hablar, pero de los nervios no le salía la voz. Él también había sentido ese calor subiendo por su cuerpo hasta su cara. No era capaz ni de respirar regularmente. Por un momento incluso pensó que si no se cansaba iba a darle algo. Respiró hondo e intentó hanlar de nuevo. -¿En serio...? -dijo solo con un hilo se voz. Le había pillado por sorpresa completamente, no se esperaba que fuese a corresponderle, y menos que aunque le correspondiese, fuese a admitírselo tan fácilmente.

-Sí... -murmuró Emma, y se decidió a ser ella misma y a dejarse llevar. -Todas las mañanas me levantó emocionada por ir a clase y poder verte, y paso las tardes deseando volver a verte y estar contigo. Eres la primera persona que se ha portado tan bien conmigo y que me ha querido, y si tuviera que pasar toda mi vida con alguien... te elegiría a ti. Me ilusiona recibir un mensaje tuyo y saber que te has acordado de mi, o saber que confías en mí para contarme tus problemas o preocupaciones y... y... me has hecho darme cuenta... de que te quiero. Te... te amo.

Mike notó otra ola de calor subir hasta sus mejillas. Por un momento, creía que iba a ponerse a llorar. La abrazó fuerte como si fuese lo más valioso del mundo, que para él lo era. Emma se dejó abrazar, se sentía exhausta solo por haberse atrevido a decir todo eso, los nervios habían acabado con ella. "¿Y que viene ahora...?" Pensó algo preocupada.

-Yo también te amo... -murmuró Mike. -Gracias...

-A ti. Uf, si te soy sincera, me ha costado ganar el valor... -respondió Emma sonriéndole. -Tenía... miedo. De arruinar nuestra amistad.

-¿Y no quieres arruinarla y empezar algo más? -preguntó Mike con voz suave.

-No sé... no quiero que si por algún motivo nos separemos y te pierda, como pareja, como amigo y como todo. -respondió Emma. -No sé si estoy lista para un cambio así.

-Bueno... si no te sientes cómoda lo entiendo, pero que sepas -dijo Mike soltándola y agarrando suavemente su barbilla, de forma que sus miradas se entrelazaran- que pase lo que pase, iré a tu ritmo, estaré contigo, y no te abandonaré. Porque te amo. Y habría que ser estúpido para abandonar a una maravilla como tú. Pero si no quieres aún, no pasa nada.

-Sí quiero. Sí quiero. Quiero ser tu novia. -dijo Emma de golpe. -Te amo y confío en ti. Quiero darle una oportunidad a esto.

-¿Segura? Sabes que no te quiero presionar a nada.

-Sí... estoy segura. Quiero ser tu novia. -dijo con la cara como un tomate.

Mike sonrió y le acarició con un pulgar en la mejilla que tenía marcada. -Gracias. Te prometo que no te arrepentiras. Te lo juro.

Y mientras sus palabras retumbaban dentro de Emma, se acercó a ella y le dio un beso, con cuidado para no incomodarla, pero con ganas, amor y pasión.
Emma sintió ese cosquilleo de nuevo mientras le devolvía el beso. No era el primero, pero se sentía genial igualmente.
Mientras le besaba, no pudo evitar sonreír. Había pasado de ser odiada por todo el mundo a tener a un chico que la quería con ella.
La vida parecía estar disculpándose con ella.

°•.Otro Año Que Afrontar.•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora