Sumeru, un lugar conocido por sus profundos conocimientos, diversidad cultural y sin exceptuar su mayor joya, la persona más preciada en todo ese reino. El príncipe Al Haitham, un hombre lo bastante inteligente al igual que lo bastante atractivo para todos, desde varios meses atrás finalmente cumplió la edad suficiente para finalmente gobernar el reino junto a una bella princesa, cosa de la cual no le agradaba mucho. Al Haitham prefería mil veces casarse con un libro de álgebra nivel avanzado si es que pudiera, no le veía lo necesario el casarse y gobernar junto a una doncella que lo más probable es que le pediría viajar en una alfombra.
De cualquier modo, el príncipe Al Haitham estaba aburrido de estar en su palacio, ya había leído todos los libros de la biblioteca y para su desgracia aún no traían las nuevas actualizaciones para su biblioteca. Había sido ligeramente castigado por un problema en el que una doncella fue a su palacio y el príncipe Al Haitham la recibió leyendo su libro sin ponerle la más mínima atención por estar en la "mejor parte del libro" (si la mejor parte son ecuaciones de matemáticas es porque este príncipe está perdido desde hace mucho tiempo). Así que, tomó prendas lo más parecido a un ciudadano, cubrió su rostro con una tela lo suficientemente larga para cubrir también su cabello plateado, por último unos brazaletes de plata de los cuales ni él sabía por qué los llevaba; quizás por moda, y se escapó del castillo sin que nadie lo viera.
Mientras el príncipe Al Haitham estaba en su pato aventura por el mercado de su reino, estaba encantado con cualquier cosa que veía, se preguntaba ¿Por qué no llevó un poco de mora? O sea, hasta encontró una colección de libros sobre álgebra elemental, oh, también vio un par de joyas, pero ya tenía muchas de esas, prefería mejor sus bellos libros.
Pasando por los puestos de frutas, notó como dos niños estaban hambrientos y deseosos por comer las manzanas del puesto, al ver que no estaba el dueño del establecimiento, tomó dos manzanas y se las dio a los chicos, dando palmadas en las cabezas de ambos.
—Disfrútenlo
—¡Maldito ladrón, ven aquí!
Escuchar la voz de un hombre para luego ver como es que lo estaba agarrando fuerte de las muñecas, nada más le hizo levantar una ceja al príncipe Al Haitham.
¿Ladrón? ¿Él? ¿De dónde? Solo había hecho una buena acción, además, si tan solo le permitiera quitarse lo que cubre su rostro y su cabello, le demostraría a ese señor qué le está alzando la voz al mismísimo príncipe de Sumeru.
Por otra parte, había un rubio quien estaba paseándose por ahí al lado de su mono mecánico, quiénes se detuvieron al instante al ver la escena que estaba a unos pasos frente a ellos. El rubio miró al mono, preguntándole con la mirada si debían de ir a ayudar.
—¿Deberíamos de ayudar a un ladrón novato, Mehrak?
El mono hizo sonar sus tuercas mecánicas y se fue a por una dirección cercana al problema que estaba surgiendo. El rubio soltó un suspiro y se acercó con una gran sonrisa en su rostro.
—¡Hermano! ¿Qué haces aquí? ¿Por qué te alejaste de mí? ¿Ya te metiste en problemas tan rápido? Te he dicho que dejes de beber, baboso.— el rubio le dio un zape a Al Haitham. Esto dejó confuso al príncipe, volteó a mirar al rubio con una ceja alzada, pero no pudo del todo verlo porque el hombre lo jaló hacia su dirección.
—¿Es tu hermano? ¡Pues paga lo que agarró sin permiso!
—A mí nadie me dice que hacer y mucho menos agarrarme de este modo.— tomó impulso y consiguió darle una buena patada en los testículos, ocasionando que lo suelten de inmediato y acaricie sus muñecas por el dolor.
El rubio miró con una expresión de horror al chico y luego observó al señor agarrarse los bajos con dolor. Tomó al chico de los hombros y esta vez sonrió tratando de ocultar un poco el enojo.
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Bajo Las Estrellas De Sumeru || Al Haitham x Kaveh
Fanfiction~•~•~•~•~•~ En la mística y dorada ciudad de Sumeru, donde las arenas del desierto esconden secretos milenarios y los vientos susurran historias olvidadas, se entrelazan los destinos de dos almas intrépidas: Al Haitham, el príncipe de todo Sumeru y...