Capítulo 8: La otra cara de la moneda

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Si estuvieras buscando un camino y encontraras a alguien tan perdido como tú, ¿sería una buena o una mala influencia? ¿Te ayudaría a encontrar ese camino, o te haría sentir más perdido? En este ejemplo, si colocáramos a un psicólogo, este vendría a ser como alguien con un mapa y una linterna. No te va a llevar por un camino, pero te va a guiar por el que tú elijas, dándote una perspectiva más amplia. Un psicólogo, un buen psicólogo, nunca te va a decir qué hacer. Los mejores psicólogos que he conocido, son los que te ayudan a sacar tu propia respuesta, son los que te ayudan a elegir tu propio camino, brindándote todas las herramientas necesarias para poder conocerte mejor, para entenderte, comprenderte, y enfrentarte al que posiblemente ha sido tu peor enemigo hasta ese momento: tú mismo.

Volvamos a la noche en la que nos encontrábamos. ¿Recuerdan que Cris se quedó acostada en cama después de llegar a su casa? Unos minutos después, se quedó dormida, y en su sueño, revivió un recuerdo importante que sucedió hace un año. En este sueño, ella se encontraba parada afuera de una casa, y del otro lado de la puerta, salió un muchacho, al que le dijo:

—¡Hola, Marce! ¡Perdón por fallarte ayer! Pero la verdad es que me pareció muy repentino. ¿Qué te parece si vamos a almorzar al mediodía?

—Ah, hola Cris —le respondía el muchacho—. Hoy voy a estar muy ocupado. ¿Lo dejamos para otro rato?

—¡Claro! ¿Está todo bien? Si necesitas ayuda con algo, sabes que yo...

—No te preocupes, hablamos mañana.

Aún en el sueño, al día siguiente, en el que era el colegio donde ambos estudiaban, Cris buscaba al muchacho, y había muchas personas que hacían varios gestos mientras la señalaban.

—¡Marce! —le decía Cris, después de encontrarlo—. ¿Escuchaste a los del curso? Están diciendo cosas bien fuertes de nosotros, como si hubiera pasado algo ayer.

—Bah, no les hagas caso, Cris —le respondía el muchacho—. Además, si estamos pensando en ser pareja, supongo que esas cosas van a terminar pasando algún rato, ¿no?

—¿Por qué dices eso? Espera... ¿Tú eres el que inició esos rumores?

—No te entiendo. Pensé que no tenía nada de malo presumir que nos gustamos.

Cristal empezó a sentir un nudo en el estómago.

—Marcelo... Dime algo, ¿qué es lo que realmente te gusta de mí?

—¿Por qué la pregunta? Cris, hay muchas cosas. Me gustan tus ojos, tu cara, eres una chica muy linda.

—Por favor, dime otra razón.

—Pues tienes una linda figura, Cris, y tienes lindos labios.

—Marcelo, ¿no hay otras razones?

—No te entiendo, ¡¿quieres más?! A ver, tienes lindas piernas, pechos, no sé qué más quieres que te diga.

Javier & Cristal - Preludio a la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora