Concubina (Sukuna)

1.3K 69 8
                                    

Shot dedicado a Chup4pija (no es exactamente lo que me pediste porque se borró el mensaje privado, pero he intentado hacerlo lo más parecido posible 😊)

🔞Contenido adulto y explícito, lenguaje vulgar.

_-_-_-_-_-_-

Habían venido a buscarte a casa, tan solo te dijeron que a partir de hoy servirías en el palacio del emperador y apenas pudiste despedirte de tus padres. Por el camino en aquel ostentoso carruaje, las lágrimas caían sin cesar por tus mejillas, ganándote así las reprovatorias miradas de los guardias que te escoltaban.

*

Nada más llegar al destino, te llevaron con la sevidumbre, la cual estaba compuesta por mujeres en su gran mayoría. Te sentías como pez fuera del agua, sentías que no encajabas en absoluto en aquel lugar, pero si te hubieras negado a la orden de los guardias, tu familia habría pagado las consecuencias.

*

—Naori te mostrará tu habitación, ¡lávate y ponte a tus quehaceres!, tus compañeras te dirán lo que debes hacer —asentiste resignada mientras una mujer mayor te indicó que la siguieras.

Te lavaste un poco para quitarte el cansancio del trayecto y te pusiste un sencillo kimono que te proporcionó la tal Naori. Tu primera tarea fue arreglar los jardines reales, eran enormes, con grandes árboles Ginkgo rodeándolo e hileras con todo tipo de preciosas flores por doquier le daban un espectacular colorido. Todavía no habías visto al emperador, seguramente no tendrías contacto con él, tan solo estabas allí para realizar las tareas de palacio, pero... cuan equivocada estabas...

Desde el ventanal de la habitación de Sukuna, podía vislumbrarse el jardín en todo su esplendor, incluida tú. El susodicho no dejaba de observar tus movimientos desde que te vio aparecer en escena y enseguida dio la orden a uno de sus guardias para que fuera a buscarte, deseaba conocerte personalmente, más a fondo...

**

—El emperador desea hablar contigo, ¡sígueme! —temblaste ante la orden del guardia, tal vez habías hecho algo inapropiado, pensaste al instante.

—¿He hecho algo malo? —preguntaste nerviosa, pero el guardia te ignoró por completo.

Llegastéis frente a unas enormes puertas de madera de roble y el guardia profirió dos golpes, a lo que una voz grave y profunda respondió que entraráis en el interior.

—Aquí la traigo, mi señor —Sukuna se giró lentamente y sonrió ladino antes de despedir al guardia.

—Ya puedes retirarte. Procura que nadie nos moleste —empezaste a temblar tras escuchar esas palabras.

—E... es un placer, mi señor... —hablaste sin permiso intentando romper la tensión.

—¿Acaso te he pedido que hables?, limítate a hacerlo cuando te pregunte —Sukuna caminó unos pasos hasta posicionarse delante de ti.

Tu mirada estaba fija en el suelo, tras esas palabras no te atrevías ni a mirarlo, hasta que el susodicho levantó tu mentón y clavó sus ojos en los tuyos de forma intimidante.

—¿Eres nueva, verdad...?, es la primera vez que te veo en mi palacio.

—Así es, mi señor, creí que fue usted quien solicitó mis servicios —una estruendosa carcajada emergió de los adentros de Sukuna.

—Pobre ilusa... ¿De verdad te crees tan importante?. Mis guardias tan solo se limitan a reclutar a mujeres para que me sirvan, a mí me da igual de dónde provengan, sin embargo... tú has llamado mi atención —la saliva se atoró en tu garganta y empezaste a sudar frío.

—Yo... —quisiste rebatirle, pero enmudeciste tras su inseperada acción.

Su mano derecha desanudó tu kimono y empezó a sobarte una teta con fuerza, tanto, que un grito escapó de tu interior. Sukuna sonrió diabólico, ese hombre parecía el mismísimo diablo, pero despertó algo en ti, te ponía tonta...

—Parecías una mosquita muerta, sin embargo, creo que resultarás ser más puta de lo que creía —susurró antes de agacharse hasta el pecho que estaba estrujando y lamer tu endurecido pezón en círculos.

—Mi señor.... —tu coño empezó a palpitar cuando Sukuna deslizó el kimono por tus hombros y empezó a mamar tus pechos con alevosía y hambre atrasada.

—Como vuelvas a hablar, te cortaré la lengua. Tan solo quiero oírte jadear y agradecerme por mis atenciones. Puedes darte por satisfecha, no todas tienen la misma suerte, es difícil que yo ponga mis ojos en una mujer, aún así... no te ilusiones, solo voy a follarte.

Sukuna dejó de mamar tus pechos y su mano derecha viajó rápida por tu vientre hasta llegar a tu empapado coño, acarició sutilmente tu monte de Venus a la vez que profirió una risa traviesa. De pronto, metió tres de sus dedos en tu interior y empezó a masturbarte con fuerza, lo miraste suplicante, anhelante de un solo gesto compasivo por su parte, pero él no estaba muy dispuesto a ceder, al contrario, Sukuna parecía disfrutar con tu agonía.

—Aah... mi señor...

Sukuna cubrió tu boca con la mano libre para evitar que emitieras ningún sonido, tan solo quería ver tus ojos suplicándole cada vez que sus dedos se metían más profundo en tu interior, hasta que te corriste dejándolos empapados. El emperador enseguida los retiró y los lamió frente a tu rostro, parecía una escena repugnante, pero no, te pareció erótica.

—Eres muy dulce, zorrita, demasiado...

De pronto, Sukuna te agarró del brazo y casi arrastrándote te llevó a la habitación contigua, una que te dejó en bavia cuando viste que estaba repleta de espejos, jamás habías visto algo parecido y no hacía falta ser muy inteligente para imaginar lo que iba a suceder allí dentro.

—¡Ponte contra el espejo! —te ordenó señalado el más grande y el que ocupaba casi toda la estancia.

Dudaste por varios segundos, estabas demasiado nerviosa, además de desnuda. Te sentías vulnerable con sus ojos clavados en tu cuerpo, te sentías intimidada y no podías caminar ni un solo paso, tan solo hiperventilar intentando acompasar la respiración.

—¿Tengo que repetirlo? ¡Ponte contra el espejo! — no tuviste más remedio que reaccionar y acatar su imperativa orden con rapidez.

Sukuna se despojó de sus ropajes y no pudiste evitar observarlo de soslayo a través del espejo. El emperador tenía un cuerpo fibrado y hermoso, sonrió pagado de sí mismo cuando te pilló deleitándote con sus músculos, por lo que desvíaste la vista enseguida, pero pronto te obligó a mirarlo otra vez cuando te agarró con fuerza del pelo tiró tu cabeza hacia atrás para susurrarte. Te advirtió en tono tétrico, pero a la vez provocativo y caliente.

—Voy a follarte muy duro y no quiero que pierdas ningún detalle, no quiero verte cerrar los ojos ni una sola vez —tragaste sonoramente a la vez que su polla rozó tus nalgas.

Sukuna deslizó su lengua por tu garganta mientras seguía sujetándote del pelo con fuerza, para seguidamente proferir un mordisco profundo e hiriente en tu delicada piel, de nuevo no pudiste evitar gritar, pero eso no sería nada comparado a lo que vendría a continuación. Abrió tus nalgas y empezó a meter su polla despacio, pensaste que iba a compadecerse de ti, pero supiste que no cuando notaste ese enorme falo llegar hasta lo más profundo de tu ser, quisiste cerrar los ojos, pero otro tirón en el pelo te obligó a abrirlos y observar tu mueca de dolor en el espejo, sin embargo, la suya era de disfrute.

—Qué apretada estás, joder... ngh... —susurró en tu oído mientras la sangre brotaba de tu entrepierna, te había quitado la pureza.

Ya eras mayor de edad, pero jamás había estado con un hombre, y jamás pensaste que acabarías siendo la primera vez del emperador. Un hombre que seguramente te tiraría como un trapo en cuanto se hubiera saciado de ti, pero no tuviste elección.

—P... por favor... —suplicabas con tus manos y mejilla contra el espejo.

Sukuna envolvía tus caderas con sus fornidos brazos para de esta forma hacer la penetración más profunda, ese enorme falo parecía atravesarte el estómago. Tus ojos se pusieron en blanco al borde de llegar al clímax, pero entonces, Sukuna se retiró de tu interior.

—No vas a correrte aún, perra...

Te dio la vuelta hacia él, te agarró por los hombros y te obligó a arrodillarte. Esa enorme polla apuntaba hacia tus labios, levantaste la vista y sonrió ladino dándote a entender lo que quería. Como una autómata correspondiste y saboreaste con tu lengua tus propios fluídos.

—¡Más deprisa! ¡métela hasta el fondo! — ordenó agarrándote por la nuca y follándote la boca con fuerza.

Estabas al borde de vomitar, las arcadas te sobrecogían, pero era tanto el miedo a las represalias, que aguantaste como pudiste. La cuantiosa corrida bajó por tu garganta y tragaste todo sin esperar a que él te lo pidiera.

—Pero que buen servicio... sin duda vas a convertirte en mi sirvienta favorita —se mofó mientras retiraba la polla de tu boca.

—¿E... está satisfecho, mi señor?.

—Sí, pero todavía no hemos terminado.

Sukuna se tumbó en el futón mirando hacia arriba y te obligó a ponerte encima mirando hacia arriba también. Un enorme espejo en el techo te avergonzó, y más cuando sus manos agarraron tus tetas y pellizcaron tus pezones, te moviste excitada apretando tus muslos uno contra el otro, todavía no habías podido correrte y la necesidad era imperiosa, él lo sabía y jugaba con eso.

—Qué caliente estás, zorra... ¿quieres correrte, verdad? —asentiste mientras él no dejaba de juguetear con tus tetas.

—Por favor... mi señor, se lo suplico.

Sukuna lamió el lóbulo de tu oreja y sonrió por lo bajo antes de levantar un poco tus caderas y metértela de nuevo.

—Para ser virgen, te has mostrado muy entregada, mmm... eso me gusta —susurró en tu oído antes de empezar a martillearte con rudeza.

En el espejo del techo, la imagen era sumamente erótica, Sukuna agarrando tus caderas y empujándolas hacia abajo para llenarte hasta el fondo, tu boca entreabierta gimiendo desesperada y tus mejillas enrojecidas por el calor y la vergüenza, sin cerrar los ojos  contemplabas como aquel hombre te tomaba con fuerza.

Al final te corriste como nunca, luego su leche te llenó de nuevo, Sukuna agarró tu mentón y ladeó tu rostro para besarte, su lengua te asfixió por varios minutos, hasta que decidió dejarte oxígeno y sentenció.

—Si dices una sola palabra de lo sucedido aquí, diré que me has puesto algo en el té, que me has drogado para que me acueste contigo, eso podría significar la pena de muerte para ti, así que te conviene estar calladita. Sin embargo, me ha gustado tanto estar contigo, que voy a hacerte mi concubina, nadie tiene por qué saberlo, será un secreto entre tú y yo...

—Estaré a su entera disposición, mi señor...

Lo que al principio parecía que sería un suplicio, al final te había gustado demasiado, por lo que estarías encantada de ser la concubina del emperador...

FIN

Gracias por la espera y seguir leyendo mis shots 🤗❤️

One Shots (+18) Jujutsu Kaisen (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora