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Jade sabía que debía cumplir con aquella promesa que le hizo a su hermano, no quería que él se metiera en problemas por su culpa, Jade sabía perfectamente que Luke supo de la pelea por el sheriff del pueblo y no quería que sus acciones tuvieran consecuencias en él, pero, los matones de Henry le hacían la tarea de mantenerse calmada muy difícil pues en los últimos días los veía diariamente, ellos la seguían a dónde fuera, siempre ahí para molestarla.

Jade estaba sentada en el suelo, con la espalda apoyada contra la pared, leyendo un libro. Sus largos cabellos oscuros cayendo sobre sus hombros, creando una cortina protectora alrededor de su rostro.

De repente, las voces de aquellos chicos se escucharon desde la entrada del callejón. Henry junto con sus amigos, avanzaron con su característico andar arrogante. Los cuatro se detuvieron al ver a Jade, y una sonrisa cruel se dibujó en el rostro de Henry.

—Miren a quién tenemos aquí. La pequeña Jade—

Jade levanta la vista lentamente, cerrando su libro con calma. Su mirada se encuentra con la de Henry, sin rastro de miedo.

—¿Qué quieres, Henry?—

—Oh, sólo queríamos charlar un rato.— dijo el joven alto de cabellos negros mientras se sentaba junto a ella. Victor y Belch ríen entre dientes, disfrutando del momento. Henry da un paso adelante, inclinándose hacia Jade.

—He oído algunos rumores aún más interesantes que solo lo del accidente en la fabrica de tu papi. ¿Es cierto que era un borracho que abusaba y golpeaba a su hija?—

Jade se pone de pie, con el libro aún en la mano. Su expresión se endurece.

—Dime Henry, ¿Te duele el ojo después de la plática con tu padre?—

Las palabras de Jade hacen que Henry se enfurezca. Él da un paso más cerca, ahora cara a cara con ella.

—Tú lo pediste, perra—

Antes de que Jade pueda responder, Belch intenta agarrarla del brazo, pero ella se apartó rápidamente, golpeándolo con el libro en la cara. Patrick retrocede, sorprendido.

—¡Maldita zorra!— gritó Henry

Henry, enfurecido, se lanza hacia Jade, pero la pelinegra logra golpearlo haciendo que su labio comience a sangrar, haciéndolo retroceder.

—Creo que no querrás que tú padre se entere de qué pasó ¿O si?—una sonrisa burlona se formó en el rostro de la chica.

En un momento dado, Victor logra sujetarla, inmovilizándola. Henry se acerca, limpiándose la sangre del labio con una sonrisa malévola.

—Eres dura, Jade, pero estás en desventaja.— dijo mientras sacaba su navaja

Jade, respirando con dificultad, mira a Henry directamente a los ojos.—No tienes idea de lo que soy capaz, perra—

Patrick observaba el caos con una mezcla de fascinación y preocupación. Finalmente, decidió intervenir. Agarró a Victor por el brazo y lo apartó de Jade con un tirón brusco.

—Ya fue suficiente, Victor—mencionó el pelinegro.

Todos se detuvieron, sorprendidos por la intervención de Patrick. Henry lo miró con incredulidad.

—¿Qué diablos te pasa, Patrick? —preguntó Henry.

Patrick mantuvo la mirada firme.

Henry apretó los dientes, claramente frustrado, pero después de un momento, levantó las manos en un gesto de rendición.

—Lo que tú digas, Hockstetter. Vámonos de aquí.—

Con una última mirada de desprecio hacia Jade, Henry y su pandilla se alejaron. Patrick se quedó un momento más, observando a Jade con una mezcla de arrepentimiento y admiración.

Sin decir más, Patrick se alejó, dejando a Jade sola en el callejón. Ella lo observó irse, todavía en guardia pero un poco aliviada. Había ganado una pequeña victoria ese día, no solo sobre los matones, sino también sobre el miedo que ellos representaban.

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En un rincón oscuro y apartado de Derry, bajo el puente que cruza el río,Henry está apoyado contra una columna, encendiendo un cigarrillo. Belch y Victor se ríen y hablan en voz baja sobre lo que había pasado esa tarde, mientras Patrick se mantiene un poco apartado, mirando la corriente del río.

—¿Qué demonios te pasa, Patrick?—

— Sí, hombre. ¿Desde cuándo defiendes a las chicas?—

—¿Estás tomando partido por esa zorra? ¿En serio?—

—Solo digo que hay cosas más divertidas que molestar a esa... zorra— por algún extraño motivo, decirle de esa manera le resultó difícil

—¿Y quién eres tú para decirme qué hacer?—

—Alguien que tiene mejor criterio que tú, al parecer— el joven se paró enfrente de él, la diferencia de altura era evidente entre los dos jóvenes.

Por un momento, el silencio se vuelve denso. Henry se queda mirando a Patrick, midiendo su reacción. Finalmente, da un paso atrás y suelta una carcajada.

—Te estás volviendo blando, amigo—

—Sí, la próxima vez no seremos tan comprensivos—

Los matones se alejan, riendo y empujándose entre ellos, mientras Patrick se queda un momento más mirando el río. Sabe que ha hecho lo correcto, aunque eso le cueste la lealtad de sus "amigos", pero ¿Por qué le importaba si sus amigos la molestaban? Era solo una más de los perdedores.

Prejudices (Patrick Hockstetter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora