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Jade llegó a la estación de policía con dos bolsas en mano, en una de ellas llevaba la comida para su hermano, el mayor se iba a quedar hasta tarde trabajando.

—¡LLEGUÉ!— entró cantando la joven —Esto... Es para ti— colocó la bolsa sobre el escritorio de su hermano.

—Uyyy comida, te lo agradezco, no comí nada en casa— mencionó mientras abría rápidamente la bolsa sacando los envases donde venía la comida.

—Y quiero mostrarte algo que hizo que llegara un poco más tarde— de la bolsa Jade saco un broche, era una mariposa azul.

—Es igual a la de...—el mayor la miraba incrédulo

—Mamá— la pelinegra completó su frase —¿Recuerdas la vez que la vendió para conseguir un poco de dinero para poder celebrar nuestros cumpleaños?—

—Como olvidarlo, les pedimos que nos celebrarán juntos para que no hicieran dos gastos, a mamá siempre le gustaron los cumpleaños— el chico tenía el broche en su mano mientras una lágrima recorría su mejilla.

—A veces veo a papá— admitió la chica —El está parado, viéndome— ella no le contaría toda la verdad, no le contaría que ve a su padre mientras la llama asesina ni que sueña como la golpea, no diría nada de eso.

—Yo cuando llegaba a casa... Seguía saludando a mamá con la esperanza de que ella respondiera— comenzó a jugar con una pluma mientras veía a su hermana —Una vez la escuché y pensé que todo iba a mejorar, ¿cómo yo te iba a cuidar, sin empleo, sin estudios completos? estaba aterrado y solo quería escuchar de su boca que estaríamos bien, nunca pasó—

Su hermana se quedó callada, sabía que para el era difícil pues ahora el era el responsable de la casa y de la chica—Yo puedo...—ella se vio interrumpida por una voz gruesa entrando a la estación.

—Buen día, Miller— saludó el hombre.

—Buen día, señor Bowers— al escuchar ese apellido saliendo de la boca de su hermano se le formó un nudo en el estómago—Quiero presentarle a alguien, ella es mi hermana, Jade—

—Es un placer Jade— el hombre estrechó la mano de la joven notando sus nudillos, estaban rojos e inflamados —¿Qué le pasó a tu mano?— el hombre observaba el torso de su mano mientras su hermano se acercaba para ver más de cerca.

—¿Golpeaste a alguien?— lo que su hermano dijo hizo que el rostro del señor Bowers cambiara completamente, el sabía a quien había golpeado y cuando fue.

—No, no yo me golpeé jugando en el arcade con una maquina— se apresuró a decir mientras se safaba del agarre del sheriff del pueblo. —Ya me tengo que ir— Jade dejó un beso en la mejilla de su hermano y salió de la estación, en ningún momento el Sheriff le quitó la vista de encima.

—Miller— gruñó Bowers, cerrando la distancia entre ellos con pasos pesados y decididos—Tenemos un problema serio—

Luke se enderezó, instintivamente llevando una mano a la empuñadura de su pistola —¿Qué es lo que pasa, sheriff?—preguntó Luke, tratando de mantener la calma.

—Tu maldita hermana, esos moretones que tiene en sus manos...—espetó Bowers, su voz llena de veneno— Ella golpeó a mi hijo. ¿Qué clase de policía eres que no puedes controlar a tu propia familia?—

Luke sintió un nudo de ira formarse en su estómago. Mantuvo la mirada fija en Bowers, sin parpadear.

—Si mi hermana golpeó a su hijo, sheriff, estoy seguro de que tenía una buena razón -respondió Luke con frialdad— Y le agradecería que no me hablara de control cuando su hijo es conocido por ser un matón.—

La cara de Bowers se enrojeció de ira. Dio un paso más cerca, invadiendo el espacio personal de Luke, su aliento impregnado de tabaco y café rancio.

—Escúchame bien, muchacho— gruñó Bowers, su voz baja y amenazante— No me importa qué excusa tengas. Si no controlas a esa mocosa, lo haré yo. Y te aseguro que no te gustará cómo lo hago.—

Luke sintió la ira arder en su interior, pero se obligó a mantener la calma. Estaba en una posición delicada, y perder el control no ayudaría a su hermana.

—Sheriff, con todo respeto, le sugiero que piense antes de que diga algo de lo que se arrepienta— dijo Luke, su tono frío como el hielo—Usted toca a mi hermana y es hombre muerto—

Bowers lo miró fijamente, sus ojos llameando con odio. Finalmente, soltó un bufido de desprecio y se dio la vuelta, caminando de regreso a su patrulla.

El coche se alejó con un rugido, dejando a Luke de pie en la penumbra, su corazón martillando en el pecho. Sabía que la situación con los Bowers estaba lejos de terminar, pero también sabía que no dejaría que nadie intimidara a su familia, no importaba el costo.

Ya en casa el mayor de los Miller sabía que decía hablar con su hermana, se sabe que los Bowers no son personas encantadoras y el no quería que su hermana se metería en problemas y mucho menos con esos dos.—Jade, ven aquí un momento— dijo Luke, su voz tranquila pero firme.

Jade se detuvo en seco, suspirando. Sabía que la conversación que venía no sería fácil, claramente sabía que el sheriff notó que ella fue quien golpeó a su hijo, es un pueblo pequeño, los rumores corren rápido.

—¿Qué pasa? —preguntó, intentando sonar inocente.

Luke apagó el fuego de la estufa y se giró para enfrentar a su hermana. La miró con preocupación y seriedad, cruzando los brazos sobre su pecho.

—Me enteré que golpeaste a Henry Bowers en la cara— dijo sin rodeos.

Jade se tensó y sus ojos se llenaron de una mezcla de culpa y desafío.

—Sí, lo hice —admitió finalmente—. Pero fue porque él y sus amigos estaban molestando a Ben, Eddie, Bill y a Richie, siempre se burlan de ellos, los persiguen,  Ben se tiene que salir por la puerta trasera de la escuela para no encontrarselos—

Luke asintió lentamente, entendiendo la situación. Había escuchado rumores sobre las acciones crueles de Henry Bowers y sus amigos, pero saber que su hermana había intervenido lo preocupaba y lo enorgullecía a la vez.

—Jade, entiendo por qué lo hiciste, y sé que tus intenciones eran proteger a tus amigos.—Su voz se suavizó mientras hablaba—Pero también sabes lo que te he dicho sobre resolver problemas con violencia. No quiero que te metas en problemas otra vez, ni que te pongas en peligro—

Jade bajó la mirada, asintiendo ligeramente. Sabía que su hermano tenía razón, pero la rabia y la impotencia que había sentido en ese momento la habían impulsado a actuar.

—Lo siento, Luke. Es que... no podía quedarme quieta y dejar que los lastimaran—

Luke se acercó a su hermana y la envolvió en un abrazo reconfortante, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba contra el suyo.

—Lo sé, Jade. Eres valiente y tienes un gran corazón. Solo quiero que estés a salvo, ¿de acuerdo? Además para tu estatura, le diste un buen golpe, te enseñé bien pero no más peleas—

Jade correspondió el abrazo, sintiendo la calidez y la protección de su hermano mayor.

—Lo prometo— dijo con una voz suave.

Luke se apartó un poco para mirarla a los ojos, sonriendo con ternura.

—Ahora, vamos a cenar antes de que se enfríe. Y recuerda, no más puñetazos, a menos que sea absolutamente necesario—

Jade soltó una risa ligera, asintiendo.

—Lo prometo, hermano—

Ambos se dirigieron a la mesa, listos para compartir una tranquila cena en familia, sabiendo que juntos podían enfrentar cualquier desafío.

Prejudices (Patrick Hockstetter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora