9.

685 59 0
                                    

Todos los chicos se fueron, asustados por lo que había pasado en casa de la pelinegra, el joven de cabellos negros se quedó para ayudarle a limpiar todo el caos que habia en la casa.

Jade recogió los cojines del sofá, sacudiéndolos y volviéndolos a colocar en su sitio —Gracias por quedarte a ayudarme a limpiar, Patrick— dijo, lanzándole una sonrisa tímida.

Patrick, mientras recogía los fragmentos de un jarrón roto, se encogió de hombros y sonrió levemente —No hay problema. No quería que tuvieras que enfrentarte a todo este desastre sola.—

Ambos trabajaron en silencio durante unos minutos, con solo el sonido del vidrio roto siendo barrido y los muebles arrastrados de nuevo a sus lugares originales.

Jade rompió el silencio —¿Crees que volverá?—

Patrick se detuvo, sosteniendo una pieza del jarrón en su mano —Espero que no. Pero si lo hace, estaremos preparados, ¿no?— Trató de sonar seguro, aunque sabía que el miedo estaba en el fondo de su mente.

Jade asintió, pero sus pensamientos parecían estar en otro lugar— Al final tu encendedor no es tan patético como creí —

—Y tú no eres tan perdedora, no hacemos mal equipo— admitió levantado el cuchillo que la joven usó contra el payaso.

Ella rió suavemente —Sí, creo que sí. Deberíamos hacerlo más a menudo, aunque sin los payasos asesinos, claro—

Ambos rieron, y el ambiente se volvió más ligero. Patrick no apartaba la vista de la pelinegra, no era una mirada de acosador o de psicópata, le regalaba una sonrisa, era una sonrisa linda, llena de admiración, La conversación fluyó de manera más natural a medida que continuaban limpiando. Hablaron de la escuela, de sus cosas en común, y de lo que les gustaba hacer en su tiempo libre. La mirada de la pelinegra se desviaba varias veces hacia él, en el tiempo que conversaron y ese juego de miradas, Jade descubrió que Patrick tenía un gran sentido del humor, y Patrick se dio cuenta de que detrás de aquella armadura de la chica, se encontraba otra persona completamente diferente.

Finalmente, el lugar estaba limpio y ordenado. Jade se estiró, sintiendo el cansancio en sus músculos. —Bueno, creo que hemos terminado. Gracias otra vez, Patrick—

Patrick miró a su alrededor, satisfecho con su trabajo. —De nada, Jade. Me alegra haber podido ayudar—

Se dirigió hacia la puerta, pero se detuvo antes de salir. —Oye, si necesitas algo... cualquier cosa... ya sabes dónde encontrarme—

Jade sonrió, sintiendo una calidez en su corazón. —Lo mismo digo, Patrick. Cuídate, ¿sí?—

Él asintió y salió de la casa, sintiendo una mezcla de alivio y una pizca de esperanza. Mientras caminaba de regreso a su casa, no podía dejar de pensar en Jade y en ese acercamiento que tuvieron antes de ser interrumpidos.

Jade, por su parte, cerró la puerta y se apoyó contra ella, sonriendo para sí misma. Había algo especial en Patrick, algo que la hacía sentir segura y feliz. Quizás, después de todo, las cosas empezarían a mejorar.

Jade vio la hora y notó que su hermano llegaría en unos minutos así que se dispuso a hacer la cena para ambos.

Luke entró a la casa, dejando que la puerta se cerrara suavemente tras él. En el aire flotaba el aroma de una cena recién preparada. Jade, estaba en la cocina sirviendo dos platos de pasta. Luke dejó caer su mochila en el suelo y se acercó a la mesa.

—¿Ese que vi caminando era Patrick? —preguntó Luke, todavía con el ceño fruncido por la sorpresa.

Jade levantó la vista y le sonrió.

—Sí, los chicos y Beverly también vinieron hoy —respondió mientras colocaba los platos en la mesa—Estuvieron aquí toda la tarde—

Ambos hermanos se sentaron y empezaron a comer en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos. Finalmente, Jade rompió el silencio.

—Las desapariciones... ¿Has escuchado algo nuevo? —preguntó Jade, la preocupación era evidente en su voz.

Luke suspiró y dejó su tenedor a un lado.

—No mucho. Solo rumores. En la estación no tiene ninguna pista sólida. Es como si la gente simplemente se desvaneciera, nadie ve nada ni escucha nada. Es extraño— el joven observó cómo Jade no dejaba de movier su pierna de arriba hacia abajo—Patrick parecía nervioso cuando lo vi. No me extrañaría que todos estén así con todo lo que está pasando—

Jade asintió lentamente, ella sabía que Patrick iba apurado por lo ocurrido en su casa, sus pensamientos volvieron a las historias que habían escuchado en las últimas semanas.

—Entonces... ¿Quién es la chica?— Jade sonrió viendo como a su hermano se le atoraba un trozo de pasta.

—Yo no sé de qué hablas—

—Llegas con olor a perfume de mujer, estás más feliz que otras veces, sales más temprano de la casa y llegas más tarde, es eso o eres un asesino serial—

—Tonta, se llama Cassie, la conocí en la cafetería—

—¿Cuándo la voy a conocer?—

—Nunca, pequeño demonio, no quiero que la interrogues—

—Yo solo quería preguntarle cómo hace para que mí hermano no sea tan enojón, necesito saber su secreto—

Luke miró divertido a Jade —Creeme, no quieres saberlo— se levantó regalando una sonrisa, dejando a Jade con la duda pero en cuanto la pelinegra entendió, su rostro cambió a uno de desagrado —Que asco, estoy comiendo, idiota—

—Tú preguntaste—

—Pero no pensé que fueras a decir que con sexo te alegra la vida— Jade tomó su plato y lo comenzó a lavar mientras Luke le alborotaba el cabello.

—Ya es tarde, vete a dormir— Jade asintió y corrió a su habitación.

Prejudices (Patrick Hockstetter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora