MOON ✔

y ahora que? / 004

Después de comprobar minuciosamente que el misterioso artefacto estaba seguro en la mochila de Ruby, ella y Malfoy retomaron el camino de regreso. La caverna, recientemente liberada de la amenazante presencia de los boggarts, ahora se presentaba menos temible, y el brillo intermitente de sus varitas mágicas hacía que las sombras se movieran rítmicamente a lo largo de las rugosas paredes, dibujando formas extrañas pero ya no tan espantosas como antes.

El pesado silencio que los había envuelto durante la búsqueda del artefacto fue gradualmente sustituido por una serie de conversaciones más relajadas y cautelosas. A medida que avanzaban, el eco de sus pasos y de sus voces se expandía a través del espacio cavernoso, infundiéndoles una sensación de normalidad incluso en ese entorno sobrecogedor y sobrenatural.

—No pensé que lograríamos hacerlo, al menos no sin... —Malfoy dejó la frase sin terminar, su voz se perdió en un murmullo, pero Ruby captó inmediatamente a qué se refería.

—Sin pelearnos hasta complicar aún más las cosas —completó ella, con una sonrisa tenue. —Parece que podemos trabajar juntos cuando realmente es importante.

A esta respuesta, Malfoy le devolvió una sonrisa, inicialmente reticente pero indiscutiblemente sincera. Para Ruby, era la primera vez que observaba en su rostro una sonrisa verdadera, desprovista de cualquier rastro de sarcasmo o desprecio. Ese pequeño intercambio, aunque breve, marcaba un punto de inflexión en su relación, sugiriendo que, tal vez, podrían superar sus diferencias pasadas.

Al salir de la caverna, fueron recibidos por la frescura de la noche. La transición de la húmeda oscuridad de la cueva al aire libre fue revitalizante, y ambos magos notaron el cambio de temperatura. La noche se desplegaba clara y la luna llena dominaba el cielo, bañando el bosque con su luz plateada y transformando incluso las hojas más oscuras en objetos de una belleza etérea y luminosa.

—Deberíamos revisar el mapa de nuevo para asegurarnos de que no nos hemos desviado mientras volvemos —sugirió Ruby, extrayendo un pergamino desgastado y extendiéndolo entre ambos bajo la luz lunar.

Con sus cabezas inclinadas sobre el mapa, concentrados en la tarea, juntos examinaron la ruta marcada. El camino parecía claro en el pergamino, pero el bosque nocturno se convertía en un lugar distinto, lleno de sombras engañosas y ruidos que podrían desorientar incluso al viajero más experto.

—Por aquí —indicó Malfoy, señalando un sendero que parecía seguir el curso de un antiguo arroyo ahora seco. —Si seguimos este camino, deberíamos salir cerca del campo de Quidditch.

—Buena idea, es un punto de referencia claro y desde allí podemos cruzar directamente hacia el castillo —acordó Ruby.

Continuaron su marcha en silencio por un rato, solo interrumpido por el sonido de sus pasos y el crujido ocasional de las hojas secas bajo sus pies, que rompía el silencio de la noche. La tensión inicial había cedido lugar a un entendimiento tácito, una comodidad en la presencia del otro que anteriormente habría parecido impensable.

—¿Crees que esto cambiará algo entre nosotros en la escuela? —preguntó Malfoy, su voz baja casi fusionándose con el susurro de la brisa nocturna.

Ruby reflexionó sobre su pregunta, considerando la gravedad de lo vivido esa noche y las complicadas dinámicas de Hogwarts. Era tentador pensar que su aventura nocturna pudiera alterar la relación entre ellos.

—Espero que sí —respondió finalmente—. No estoy diciendo que vayamos a ser mejores amigos de inmediato, pero quizás... quizás podamos dejar de vernos solo como enemigos.

Malfoy asintió, contemplando el sendero iluminado por la luna. —Eso sería un cambio bienvenido, creo.

Cuando finalmente avistaron el castillo entre los árboles, ambos sintieron un alivio palpable. Habían superado desafíos tanto físicos como emocionales y, al hacerlo, habían descubierto una nueva base sobre la cual podrían construir algo diferente, quizás algo mejor.