primera página / 010

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Me volví hacia la oscura sombra de Draco, con los ojos punzantes en los suyos y mis manos aferrándose a las de él.

— Seguramente Parkinson esté furiosa. — resolví observando el suelo. — Lucy me comentó que colocaría el incidente en la primera página.

— No quiero que te vuelva a hacer nada malo. — respondió. — Ya te ha hecho demasiado, déjame confrontarla.

— ¡De ninguna manera! ¿Acaso quieres que te haga lo mismo que me hizo a mí? — exclame acariciando su mejilla.

— Ella me escucha, sé cómo convencerla. — insistió. — Esta enamorada, ¿recuerdas?

Divague en mi mente un segundo antes de asentir. Solté sus manos preocupada y me despedí con un suave beso en la comisura de sus labios.

— No dejes que te haga daño, no la dejes, es espeluznante como ella puede controlarte. — advertí.

Él asintió con una sonrisa ladeada, exudando una confianza perfecta. Podría vivir cien años solo para verla cada día.

— Me cuidaré, lo prometo. — confirmó y se retiró.

No le creí, pero no podía decirle nada.

Ruby se aseguró de cuidar sus pasos en su regreso a la sala común de Gryffindor. Observando con detenimiento cada dirección, vigilando que su sombra no se escape por ningún recoveco.

Su capa giraba cada vez que ella volteaba, mientras tarareaba una dulce canción para tranquilizarse.

Su llegada a la sala común paso gratamente desapercibida, por suerte, los alumnos de Gryffindor todavía no se enteraban del atroz incidente.

Subió con prisa las escaleras y se escabulló en el dormitorio de chicas, con la débil esperanza de que, esa noche, todo salga bien.

Me levanté con la frente sudando, respirando, agitada. Podía escuchar los fuertes latidos de mi corazón en el medio de mi pecho.

Abrí el grifo del agua en el baño cercano a los dormitorios de las chicas apresurada, con la mente en las nubes, sin saber qué pasaba.

De pronto, todo lo que me preocupaba anoche, volvió a mi mente como una bomba.

Draco, Pansy, Lucy y los demás causantes de mi estrés se hicieron presentes en mi cabeza inmediatamente.

El agua fría del grifo me ayudó a despejarme un poco, pero mi mente seguía en un torbellino. Draco había prometido que se cuidaría, pero conocía bien su terquedad y el peligro que representaba Pansy cuando se sentía amenazada.

Me miré al espejo y me forcé a respirar hondo. Necesitaba mantener la calma y encontrar una manera de enfrentar la situación sin perder el control.

Intente pensar en cosas felices, como gatitos flotando en el aire tiernamente, o ranas croceando al unísono, pero no funcionó demasiado.

Salí del baño esperando encontrar aire fresco, pero a la única que pude encontrar fue a Lavander Brown arreglándose en su esplendoroso tocador.

— Rosewood, ¿quieres algo? — preguntó. Me observo de pies a cabeza, con una cara de notorio desagrado.

— No, gracias, Brown. — respondí cortante, devolviéndole la misma mirada.

Lavender no tardó en soltar una arcada fingida en el momento en el que me volteé, seguro piensa que no lo noté.

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